Desde que comenzó la última temporada invernal, la familia de doña Luz Marina Pulgarín no logra conciliar el sueño cuando la corriente de la quebrada El Sesteadero amenaza con salirse de su cauce. Asomada por las ventanas de su casa, esta vecina del barrio La Hortensia, en Itagüí, ha atestiguado cómo la furia de esta corriente viene reclamando cada vez más espacio a lo largo de los años.
El poder de la quebrada El Sesteadero reapareció en la agenda pública el pasado 21 de mayo, cuando una niña de ocho años identificada como Válery González y su padre Steven González fueron arrastrados por sus aguas mientras cruzaban un puente peatonal ubicado en la vereda El Ajizal. “Eso que se ve ahí lo pusieron hace más de 18 años”, señala López, apuntando a un gavión maltrecho que ya se llevó el agua. “Entre todas las secretarías se chutan la pelota y solamente termina uno lleno de papeles y sin ninguna solución”, cuestiona.
que el 24 de julio de ese año aseguró por escrito no encontrar ningún problema en las redes de acueducto y alcantarillado que explicaran los deslizamientos, hundimientos y deterioro en los muros de contención de la quebrada. Para conocer su versión sobre el tema, EL COLOMBIANO se puso en contacto con la Alcaldía de Itagüí, que remitió una declaración pregrabada por parte del secretario de Gobierno, Diego León Torres Sánchez, quien argumentó que
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