la humanidad siempre pierde. Pierde porque quien fallece no puede narrar los últimos minutos. Fracasa porque cuando se apersona atrapa a su presa, carga con ella, la calla. Ante el final, caemos derrotados: ni las películas, ni los poemas, ni las novelas, ni la filosofía son suficientes para explicar el último evento. Quien más convence es; cuando le preguntaron qué pensaba de la muerte, respondió, “no estoy de acuerdo con ella”.
Los médicos explican el cese de la vida con facilidad: el corazón para, el cuerpo se enfría, la respiración cesa. Esos argumentos contundentes significan muerte. El proceso final, justo el pequeño e infinito momento dictado por su alteza la muerte escapa toda definición.
La muerte no ha cambiado, no existen dos versiones. Han cambiado la sociedad y la esperanza de vida. Ambos factores han modificado el proceso final. La modernidad dicta, el ser humano toma nota; los medios de comunicación ordenan, nuestra especie se amolda; la tecnología biomédica crece sin cesar, los doctores la utilizan.