Don Elpidio Jiménez apunta con el dedo índice hacia un pedazo de tierra que está a unos cuantos pasos de la entrada de su pequeño rancho, y con voz trémula cuenta que ahí exactamente un policía estatal lo tiró al suelo de “un revés” en la cara.
Y un poco más allá, camina en silencio unos pasos en dirección al este, donde un caballo pasta solitario a unos cien metros de distancia, donde yacía muerto por un disparo Francisco Jiménez, su hermano. En represalia a la protesta de los comuneros, ese 5 de abril las campanas de la iglesia alertaban que una marabunta de 300 policías estatales a bordo de patrullas, camionetas, y camiones, había entrado al pueblo para aplastar la barricada.
Entre la tierra cenagosa de un campo de papas hay un pequeño altar hecho con maderas donde reposa una pequeña corona funeraria. Aquí, dice taciturno el comunero, murió Luis Gustavo Hernández Cohenete, de apenas 17 años. “No respetaron niños, niñas, mujeres embarazadas, ni a señores ya mayores que no podían correr para esconderse”, denuncia Valentín, que observa en silencio el altar que se agita ante una ráfaga de aire.
Elpidio cerró los ojos y sintió como si una alimaña le hubiera mordido en el brazo derecho y exhaló un grito seco. Pero la sangre no llegó a brotar; fue un balazo de goma, que vino acompañado de varios impactos más repartidos por la espalda y el abdomen. Las cuatro víctimas que dejó el operativo policiaco que marcaron para siempre la vida de un pueblo que, desde ese día, tomó una decisión tajante: expulsar del pueblo a los partidos políticos y conformar ellos mismos su propio gobierno comunitario.Los sucesos del 5 de abril de 2017 ya son parte de la vida de Arantepacua.
Y la explicación es sencilla: Y, como los representantes del Gobierno son los partidos políticos, la decisión fue expulsarlos junto a la policía que pertenece al ayuntamiento de Nahuatzen, la cabecera municipal. “Los partidos nada más nos tienen en cuenta como pueblos indígenas cuando se acerca una elección para pedirnos el voto -apunta por su parte la comunera Teresa Prado Estrada, tía del joven Luis Gustavo-. El resto del tiempo no somos nada para ellos, no existimos”., un grupo de policías purépechas de la comunidad.
Y subrayen Silvano_A fue quien envió esa fuerza
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