Tras su regreso de vacaciones, en mayo de 2000, Sandra Mora —para entonces teniente con seis años en la Policía— se enteró de que su cabeza estaba en la mesa de la Junta Asesora de Generales y que ya tenía un pie afuera de la institución. Sin embargo, no fue este hecho el que la llenó de impotencia y rabia sino la razón de su salida: ser señalada de tener nexos con los paramilitares y el narcotráfico.
El mismo que la admiraba por sus pantalones para enfrentar la corrupción, comandar a 675 hombres y ser la primera mujer instructora de escoltas en la institución, le pidió que terminara su relación amorosa con la piloto o la echaría de la Policía diciendo que tenía nexos con los paramilitares y el narcotráfico.
Su reincorporación a la institución fue celebrada por el director de la Policía de la época, Óscar Naranjo. La noticia la recibió en una llamada de un amigo del colegio, hoy periodista, mientras estaba de compras con su pareja en el Centro Andino de Bogotá. Ese día no solo ganó ella sino la comunidad LGBTI y su dignidad como mujer.
Pero Sandra se sentió más lesbiana que nunca, como cuando reunió a sus tres hermanos, su mamá y su papá —quien soñaba entregándola en el altar de la iglesia el día de su matrimonio— para decirles que era gay. Esa inspiración la llevó a ser la oficial de la Policía que tuvo a su cargo la vida del exministro de César Gaviria, Carlos Medellín; el defensor del pueblo, José Fernando Castro Caycedo ; y el gobernador del Meta, Alan Jara.
Que asco
Todos estaremos en fila con el Juez Jesucristo
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Que bien, eso se debe de aceptar y respetar, piensa que en un futuro alguien de tu familia o tus conocidos podría ser parte de esa o otra comunidad y va a ser tratado/a por como tú y los tuyos enseñan a colombia.Piensen siempre en dejar lo mejor de ustedes a las prox generaciones
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