desde las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el mandatario saliente, Donald Trump, sigue reacio a aceptar que perdió la carrera por permanecer otros cuatro años en la Casa Blanca, así como firme en su empeño de entorpecer la transferencia de poder que tendrá lugar el próximo 20 de enero.
El fracaso del magnate en su búsqueda de la relección se hizo más claro el viernes, cuando se declaró a los ganadores en los tres estados pendientes: Georgia y Arizona, tradicionales bastiones republicanos, se inclinaron por Joe Biden; mientras que Trump logró retener Carolina del Norte, con lo que el demócrata reforzó su margen de victoria y se adjudicó 306 votos electorales, 36 más de los que requiere para ser nombrado presidente por el Colegio...
Pese a estas noticias adversas, el presidente no ha cejado en sus maniobras para retrasar la certificación de los resultados en las entidades clave, para lo cual ha dispuesto de un verdadero ejército –como él mismo lo llamó– de 8 mil 500 abogados.
Es evidente que se encuentra en marcha una estrategia para reducir al mínimo posible el margen de acción de su sucesor. Así lo indican, por ejemplo, el cese del secretario de Defensa, Mark Esper, y la instalación en puestos clave del aparato de seguridad de personajes afines a Trump.
Incluso, si finalmente Trump acepta su derrota y participa en una entrega de la Oficina Oval tan tersa como pueda esperarse de él, habrá causado un grave daño a las instituciones de su nación y a la proyección de su país en el exterior.
Ese Pejetrump! es un pillin!
Segun la basura de CNN ya acepto