Ciertos libros trastocan la geometría del tiempo hasta desafiar su disposición natural. Feral, de Gabriela Jauregui , pertenece a esa categoría. En su primera novela, la escritora mexicana narra una historia enraizada en el dolor, en el duelo y en los desasosiegos que se incrustan en la vida de quienes deben aprender a inventar formas de vivir tras el asesinato de un ser amado.
Con metódica pericia, Jauregui intercala narradores: el que nos permite acompañar a las amigas de Eugenia en su irrenunciable búsqueda de respuestas; la voz colectiva que —cual coro griego— contrapuntea ese relato desde un futuro nimbado de incertidumbres; las entradas del diario de la arqueóloga que, en clave epistolar, nos permiten conocerla en primera persona; y un registro de objetos hallados en el subsuelo, rasgos distintivos de una época soterrada.