. Supongo que, desde la experiencia añejada en lade toda una vida, el presidente decidió echarle mucha más leña al fuego durante el curso de la semana pasada, porque sabe que faltan muy pocos días para que su voz única sea multiplicada, reinterpretada o rebatida por un amplísimo coro de candidatas y candidatos: los dos polos que chocarán para decidir los términos de la batalla siguiente.
Tampoco del otro lado habría tregua y, nuevamente, no añado nada que no corresponda con lo que se ha dicho hasta por los codos: la reunión de los tres partidos que encarnaron aquel periodo denostado desde la, no obedece a otro propósito que no sea someter al Ejecutivo al control de una mayoría legislativa y federalista capaz de frenarlo.
Lo que se espera de un proceso electoral en cualquier parte del mundo, es la penosa y compleja construcción —paulatina y civilizada— de la aceptabilidad de la derrota.