Necesidad, debilidad, moda, momentos de euforia o depresión. Caemos, de forma patética, en la cauda fácil y protectora de un gusto frívolo y vulgar. Es lo que explica el éxito multitudinario de canciones, ropa, objetos y miles de cosas que los seres humanos acumulamos, cargando con ellos como una culpa inconfesable. Fetichistas, animistas, los objetos adquieren valor emocional, se habitan con el espíritu de nuestro sentimentalismo irracional.
Lo peor viene con la memoria, hay que conservar recuerdos, objetos, testimonio de esas emociones, y son nimiedades, baratijas, símbolos insustituibles del momento, el cofre del tesoro es una cuestión de honor. La parafernalia sexual, las sex shops son ejemplares, porque ahí no hay pudor con la falta de estilo, ahí se va a salir del armario monógamo de la decencia.
AvelinaLesper David Bowie ¿hermafrodita? Lo que es no tener ni idea carajo.