Después de que el verano pasado la protagonista sea la pandemia y las restricciones sociales para guardar nuestra salud frente al COVID, este año, donde parece que la cantidad de vacunados aumenta a buen ritmo, y con el calor haciendo acto de presencia, en la mayoría de las cabezas empieza a aparecer algo típico del imaginario de estas fechas: lasReunirse con familia, amigos y conocidos alrededor de una mesa, en plena calle, a, contamos anécdotas o, simplemente,...
Y si todos los años también estas son fechas para la mal llamada y odiada por los nutricionistas “operación bikini”, este no iba a ser menos. Por ello, y como renunciar al “tapeo” no es una opción que mucha gente se plantee, la pregunta del millón es:Porque la quinua y la lechuga están bien, pero no es lo que más nos pide el cuerpo cuando salimos de terrazas.para elegir de la carta.
. La patata tiene una mala fama inmerecida. Y como pasa en los calamares, sin culpa ninguna, ya que el “pecado” está en cómo la cocinamos. ¿Cuál es el cambio saludable? Pasar de las patatas fritas de bolsa o tipo “chip”, que llegan a ser una auténtica bomba de calorías y sin casi nutrientes de interés para nosotros , y cambiarlas por unaEstas últimas no llegan a aportar 120 kcal por ración, ya que son. Además de estar deliciosas y ser una buena opción para refrescarnos, aportan energía y nutrientes de buena calidad.
. Una tapa de jamón serrano, tiene un aporte más bajo en calorías , acompañado de grasas cardiosaludables, especialmente si es ibérico. Eso sí, cuidado con la ración de pan que consumimos con este jamón, especialmente si es blanco.El mar, un chiringuito, la brisa, y una buena ración de pescaditos. Mire por donde mire no encuentro una pega a este plan. En realidad, sí.