Hace varias semanas, las dos grandes compañías eléctricas españolas, Iberdrola y Endesa, removieron Roma con Santiago para que la solución que el Gobierno iba proponer al Consejo Europeo de finales de marzo para bajar el precio de la luz no afectase al funcionamiento del mercado mayorista de la electricidad, sino que se limitase a poner un tope al precio del gas, al que se achacan los males de un pool marginalista.
¿Por qué ahora las empresas se oponen a un tope al gas que ellas mismas habían pedido? Porque lo que habían reclamado no era exactamente lo que propone el Gobierno: no querían un cap a las ofertas del gas en el pool, sino a las del mercado mayorista del gas español o los europeos . Al parecer, esta era la propuesta que hizo la francesa Engie y que las eléctricas españolas abrazaron con gran entusiasmo.
Las empresas han arremetido contra una medida que -dicen- van a trasladar a sus clientes en el mercado libre, cuyos contratos incluyen cláusulas de revisión en el caso de cambios regulatorios del Gobierno.