sobre nueve mujeres que sufrieron abusos sexuales de su profesor de teatro, y su proyección se convirtió en una de las más emotivas de estos días con el patio de butacas celebrando el filme al grito de “yo sí te creo”. El documental-estrella, eso sí, fue. Un trabajo para muy cafeteros, en el que León de Aranoa se otorga un protagonismo fuera de lugar y que deja muchos flecos sueltos.
Mucho más pequeña, humilde y al uso en su propuesta, pero con bastante más contexto y autocrítica, resulta la mirada sobrede Álvaro Longoria. Ofrece pistas muy interesantes sobre la fama temprana, el mundo de las fans y los efectos de las drogas duras en un grupo que jugó a la sensualidad rockera de Rolling Stones en la gris España de la Transición.
Cfg