, que sobrevivieron al incendio de abril de 2019. Se trata de una de las primeras operaciones de restauración del interior de la catedral, con la vista puesta en su reapertura en 2024. «Un objetivo ambicioso», reconoce, general del ejército francés, el responsable que supervisa la restauración del edificio.
El proceso de limpieza, en el que trabajan unos quince maestros cristaleros franceses, empieza con el, ensambladas con plomo sobre un soporte llamado «cerrajería», documentan su estado y los numeran. A continuación, aspiran las partículas de polvo, frotan la suciedad con algodones bañados en una mezcla de agua y alcohol y reparan las fisuras.
Estos vitrales nunca han sido limpiados desde su instalación, hace más de 150 años, pero debajo de la suciedad se aprecia un color que no ha cambiado desde entonces, destaca Vincent-Petit.