19 de mayo de 2022 Todo practicante de yoga tiene asumido e interiorizado el esfuerzo diario que supone controlar un cuerpo sedentario a través de las asanas, mejorar las posturas cada vez que se coloca sobre la esterilla, ir ganando progresivamente en flexibilidad sin que sufran los músculos y las articulaciones, conectar mejor con tu yo interior… Y todo esto que busca el practicante de yoga en sus sesiones, también lo busca en otras áreas de su vida.
El yoga va, así, más allá de la simple práctica física y se convierte en un todo mente-cuerpo que redunda en salud y bienestar. El yoga y sus beneficios han sido estudiados e investigados en Occidente desde mediados del siglo XX hasta nuestros días, y en la actualidad está formalmente reconocido como sistema de salud por la Organización Mundial de la Salud y las principales sociedades médicas. Pero todo esto ya lo sabían perfectamente hace miles de años los antiguos médicos ayurvédicos, que eran a la vez grandes yoguis y expertos en sanación holística.
Sin embargo, es llamativo cómo en la actualidad el yoga se ha alejado, e incluso desconectado, de tales orígenes. El estilo de vida imperante hoy en día supone un auténtico reto para el practicante de yoga, pero muy pocos practicantes de yoga, por no decir ninguno o casi ninguno, son conscientes de cómo el uso de las plantas medicinales heredado de la tradición ayurvédica les puede ayudar a mejorar su práctica yóguica e incluso su bienestar diario.
Todas estas plantas se pueden encontrar fácilmente en la composición de distintos complementos alimenticios ayurvédicos. La cuestión es que la mayoría de esos complementos ayurvédicos son demasiado genéricos y no están enfocados a las necesidades de los practicantes de yoga, que buscan beneficios específicos y objetivos específicos.
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