En uno de nuestros proyectos estamos haciendo una reforma y para eso debíamos tumbar una pared. A un trabajador nuestro le pregunté si necesitaba para eso “una mona”, a lo que jocosamente me contestó: “Ya tengo mi negrita”.
El no uso de esos adverbios no es un dogma; es un asunto de estilo que García Márquez acogió, del que podemos apartarnos máxime si consideramos que tales adverbios, acertadamente usados, abundan en la literatura española desde la primera frase delhasta la obra extensa de Borges. García Márquez no los condenó, pero sí dijo en su autobiografía que eran “un vicio empobrecedor”.
no hay ninguno”. Y en otra ocasión: “En mis últimos seis libros no he usado un solo adverbio de modo terminado en -mente porque me parecen feos, largos y fáciles, y casi siempre que se eluden se encuentran formas bellas y originales”.