En diciembre de 1985 Myriam Rodríguez estaba perfectamente identificada como militante del M-19 y pareja de uno de los comandantes de esa guerrilla, Carlos Pizarro León-Gómez. Por eso le llovían amenazas buscando la retaliación por la toma del Palacio de Justicia que dejó más de 90 muertos y los 11 magistrados de la Corte Suprema de Justicia.
-Publicidad.- En Quito, Myriam conoció a una joyera argentina que le enseñó a hacer artesanías. De eso vivía ella y su hija. Se cambió el nombre, se llamó Mara Aragón. En 1987 Carlos Pizarro pudo ubicarla en Quito y le pidió verla. Se montó con la pequeña María José en un bus y llegaron a Mesitas del Colegio, un municipio cercano a Bogotá. Le pidió que regresara. Myriam tenía las heridas abiertas.
Sé sabia, amor mío. Ser sabio es conocer en cada época todo lo que ella nos depara, vivir apasionadamente cada camino y cada extravío, saber siempre que el saber es un árbol infinito donde siempre se escala, ser sabia, mi niñita, es saber gozar de las cosas pequeñas de la vida y saber estar siempre al lado de los ideales justos.