El primer trabajo de Fab Morvan fue como estrella del pop mundial. El segundo, como camarero. Entre medias, protagonizó uno de los mayores escándalos del pop cuando se descubrió que su grupo Milli Vanilli no cantaba sus canciones. Fue la única ocasión en la que un artista ha tenido que devolver un Grammy. Ahora una película cuenta la historia y lo hace, tal y como mandan los tiempos, en formato de viaje de superación.
Pero la pantomima era insostenible, las habladurías se extendían y Frank Farian decidió atajar el problema de raíz: viajó a Nueva York y destapó la farsa en una rueda de prensa. Milli Vanilli se convirtió en un chiste mundial. Nadie cuestionó a Farian o a la discográfica, que negó todo conocimiento del engaño. “Lo sabían”, aclara hoy Morvan. “Por supuesto que lo sabían. Y les daba igual”.
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