Sonaba Jijiji, de los Redondos, que para Los Pumas era"Yo lo soñé". Por más que no los daban como favoritos, por más que ya los galeses estaban pensando en el rival para jugar en París el viernes, por más que el peligroso Louis Rees-Zammit estaba en la punta derecha... Pero siempre hay un Matías Moroni, un jugador con la celeste y blanca dispuesto a jugarse el cuerpo para evitar un try, la derrota en este caso.
Ni siquiera se armó el túnel que generalmente el derrotado le arma al ganador. Los galeses, cabeza gacha, se iban de a uno al vestuario local. Sí, como ganador del grupo C, con cuatro victorias, 19 puntos de 20 posibles, eran locales. Sin embargo, o al menos por lo que se escuchó en el Velodrome de Marsella, fuimos locales otra vez.
Entonces suena"el que no salta es inglés", que deriva en"tomala vos, damela a mí, el que no salta, no va a París". Los Pumas van...Y ahí están los jugadores, cumpliendo con su rito sagrado, la vuelta olímpica al paso con los que, quizá en unos años, los estén imitando, nenes y nenas a upa, caminando, con las camisetas y apellidos de sus orgullosos papás.
Y meta selfie, como en la cancha meta maul, la formación que provocó el try del Toro Sclavi, el que, tras el gol de Emi Boffelli, otra vez figura, como ante Samoa, permitió dar vuelta la historia, 19-17. Y después, claro, el"combo Sánchez", ya podríamos llamarlo: try , conversión y penal, 10 puntitos más para cerrarlo. Ahí andaba el Cachorro con sus dos hijos, su amigo Agustín Creevy, con la suya.
Hoy, el equipo está por tercera vez en semifinales. Y salta de alegría, porque, el que no lo hace, no va a París...