José es paseador de perros hace veinte años y como trabajador informal lo que más le asusta es un futuro sin acceso a una jubilación regular. Para Greta que es peluquera canina el mayor temor es sufrir una mordedura y quedar inhabilitada para trabajar sin ningún seguro. Carolina tiene una guardería y quiere una ley que reconozca su trabajo para poder tomarse una licencia y vacaciones pagas.
En general los locales pagan un porcentaje de cada servicio prestado pero “las jornadas son bastante largas porque la aspiración es trabajar ocho horas pero quienes arman las agendas son los dueños de los locales que no saben calcular bien el tiempo que puede tomar cada animal” detalla Rey.Y agrega: “Esta es una actividad que en su grueso es realizada por mujeres.