Rebecca Richter, de 19 años, una estudiante universitaria que vive en Long Island, Nueva York, comenzó a sacarse las pestañas cuando era niña para pedir deseos. Sin embargo, pronto, la compulsión de arrancarlas se extendió a su cabeza. Recientemente, Richter fue a la peluquería para que le pusieran una cobertura en su corte de duende cuando sintió olas de tentación. Pero la cuarentena hizo que eso fuera imposible.
Raikes dijo que en las últimas semanas, y con muchos países que animan a la gente a quedarse en casa por motivos de salud, la fundación había notado un aumento en los informes online de juergas de tirar y recoger, ya sea en cuentas de medios sociales o a través de las comunidades y foros digitales que han florecido para los tiradores de pelo.Richter y O'Connor se conocieron como miembros del consejo de Acción de Jóvenes Adultos de TLC.
"Hay que mantener la forma de las cejas, o arrancar unos cuantos pelos grises o encarnados. Mucha gente hace eso. Luego están los que empiezan y luego no pueden dejar de arrancar pelos compulsivamente", dijo."Algunas personas logran mantener el control de esos impulsos o tienen casos leves. Pero para otros puede ser un cambio de vida en términos de salud mental y autoestima, conLos investigadores están explorando los objetivos del tratamiento.
", basado en la teoría de que tirar del pelo es un intento de regular un estado interno de desequilibrio sensorial .
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