Sostiene Alberto: soy un hombre de convicciones. Y apoya el populismo en Ecuador, Brasil, Bolivia, Chile, Venezuela, “extrañamos tanto a Hugo Chávez”, supo decir. Se exime de Cuba, un espacio reservado para la agradecida Cristina por las gentilezas que en la isla tuvieron con su hija. Y con ella misma.
El más conspicuo del trío, Alberto, se asoma a la herencia de Fidel Castro en el continente, con boina ladeada y un Cohiba prestado, a la diplomacia montaraz de meterse en cuestiones internas de otros países, como si fuera un ciudadano común y no un presidente. Hay respetos que los revolucionarios no contemplan.
Más simbólico, en cambio, es el sostén al sucesor partidario de Correa en Ecuador, un Arauz ganador en primera vuelta que semeja a Cámpora y que enfrenta a un líder indigenista cercano a los Estados Unidos , a otras fracciones de izquierda que reprochan la corrupción de Correa y a un impenitente candidato de derecha que, al parecer, salió segundo .
Esa soñada misión populista de alcance continental que se impone Alberto lo podría ubicar por encima de las alturas de “Mami”, como suelen llamar cariñosamente en el Instituto Patria a la vicepresidenta. De ella, quizás, haya aprendido la monserga que le despachó a Obama en una cena o, de Alfonsín, aquella fría mañana en que lo retó a Reagan .
No se sabe si la doctora y Alberto se reconciliaron en la última reunión, pero lo cierto es que “el hombre juega” de acuerdo a versiones más que fidedignas de sus adláteres. Se resigna a los aplausos en un país de aplaudidores que habrán de brindarle empresarios y sindicalistas por un próximo acuerdo de precios y salarios, aunque las ovaciones van y vienen como el dinero. Más en la Argentina.
Demasiadas palabras fáciles, y muy poca firmeza en la gobernación. CUIDADO.
Poné los huevitos sobre la mesa y dejá que vaya en cana.
TITEREEEEE
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Viejo Pelotudo