Sería un error suponer que México está fuera de peligro, puesto que lo peor de la pandemia de no ha pasado, advirtió el exsecretario de Salud (Ssa),

El exfuncionario sabe de lo que habla cuando toca el tema del sistema sanitario en México.

Algunos párrafos en su currículum incluyen haber sido titular de la Ssa durante el gobierno del expresidente Vicente Fox y creador del Seguro Popular.

Toda su vida ha estudiado el funcionamiento de sistemas de salud del mundo, asesoró a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y al Programa de Salud Global de la Fundación Bill y Melinda Gates; también fue decano de la Facultad de Salud Pública de la Universidad de Harvard, y desde 2017 es integrante de El Colegio Nacional, que reúne a los científicos más brillantes y consolidados del país.

En entrevista con EL UNIVERSAL desde Florida, Estados Unidos, donde preside la Universidad de Miami, consideró que se deben seguir realizando pruebas para detectar el SARS-CoV-2, que genera el Covid-19, para evitar que la enfermedad se vuelva a salir de control ante el regreso a la “nueva normalidad”, el próximo 1 de junio.

“No sabemos bien a bien cuál es la situación. Sería una equivocación sugerir que ya pasamos lo peor, (...) no sabemos cuándo llegará”, dijo.

De haber aplicado más pruebas y haber actuado desde febrero, cuando se recibieron las primeras señales claras del tamaño de la epidemia en China, se pudo haber evitado el sacrificio que implicó la Jornada Nacional de Sana Distancia para los mexicanos en cuanto a pérdida de empleos y vidas, señaló.

¿Ya terminó el peligro por el coronavirus?

—No. Se subestima el número oficial de casos y muertes, [y] ante la reticencia del gobierno a hacer pruebas, no sabemos bien a bien cuál es la situación.

En muchos hospitales en la Ciudad de México y otras partes del país vemos una presión muy importante de demanda [de servicios hospitalarios] y pacientes que no pueden ser atendidos. Es una equivocación sugerir que ya pasamos lo peor. La verdad es que no sabemos bien a bien cuándo llegará.

¿Qué efecto tiene subestimar las cifras de contagios y muertes?

—Si no sabemos bien a bien la magnitud del problema, es difícil pensar en una solución óptima. En algún momento va a tener que analizarse por qué se retrasó tanto el arranque y por qué hubo la tendencia de minimizar y trivializar el problema.

Cuando los casos crecen de manera exponencial, una o dos semanas representan decenas de miles de casos y miles de muertes. ¿Cuántas muertes pudieron haberse evitado con una respuesta oportuna? Esa rendición de cuentas no puede existir sin información verídica.

¿Por qué no se aplicaron más pruebas?

—Es inexplicable la resistencia de las autoridades, incluyendo a la Ssa. Se ha tratado de confundir a la opinión pública diciendo que las pruebas no son necesarias.

Yo no sé si en México sepamos algo que se desconozca en el resto del mundo, porque todos los demás países han insistido en que la clave para entender y controlar la pandemia y reabrir de manera segura la economía es hacer más pruebas. México es el único que no lo hace.

¿Aunque ya estemos entrando en la nueva normalidad?

—En la medida en que se van relajando las medidas de distanciamiento social, la clave es identificar cualquier brote, rastrear los casos positivos y sus contactos, y aislarlos sólo a ellos.

La salud pública normalmente no requiere que todo el mundo se quede en casa. Llegamos a esa situación extrema porque al principio de la pandemia, cuando había unos cuantos casos, se le minimizó y trivializó. Las cosas se salieron de control y llegaron a un punto en que no hubo otro remedio que pedirle a todo mundo que se quedara en su casa, con un costo y sacrificio enormes para la gente en cuanto a pérdida de empleos y sufrimiento.

¿Cómo se operaría normalmente ante un brote epidémico?

—Este virus es muy difícil de controlar porque es muy contagioso y gente sin síntomas, o con síntomas leves, puede transmitir la enfermedad y hacerla crecer exponencialmente. En países donde les ha ido bien rápidamente hicieron pruebas y contuvieron [los contagios].

En México creció tanto que fue imposible detectar cada caso individual y, en vez de contener el brote, se tuvo que seguir la estrategia de mitigación. [Para ello] la única herramienta es el distanciamiento físico, con la esperanza de reducir la transmisión y distribuir los casos en el tiempo para no abrumar el sistema de salud.

¿Qué se requiere para reabrir la economía?

—Para que la gente salga de sus casas es fundamental hacer las pruebas, porque si no se nos va a volver a salir de control [la epidemia] y vamos a tener que volverle a pedir a todo el mundo que se quede en su casa, y eso va a ser desastroso.

Es una irresponsabilidad decir que se puede abrir la economía sin hacer pruebas; lo que casi están garantizando es que vamos a tener que volver a cerrarla.

¿El país estaría listo para entrar en la “nueva normalidad” a partir del 1 de junio?

—El país es muy heterogéneo, no ha habido una sola pandemia, sino que son muchas epidemias en distintas partes del país.

Ante el vacío de comunicación que se creó al principio y el hecho de que el gobierno federal minimizó las cosas, muchos gobernadores y organizaciones de la sociedad civil empezaron a actuar, y la respuesta fue mucho más oportuna en algunos lugares. Hay partes del país que pueden estar listas para abrir, pero en la generalidad, en definitiva no.

Pensar que en dos semanas van a estar abriendo no es el caso. Aun en los lugares que estén listos, porque ya bajó el número de casos, es fundamental hacer las pruebas.

¿Qué lección ha dejado la pandemia al sistema de salud?

—El primer ingrediente para determinar qué tan buena es la respuesta a una pandemia es la fortaleza del sistema de vigilancia epidemiológica en el país. El de México era muy bueno, pero se le ha debilitado.

No todo el mundo sabía que iba a haber una pandemia, pero no hay que estarle recortando el presupuesto a la vigilancia epidemiológica porque es un tema central de la seguridad nacional.

También hay que tener un plan de acción. Cuando fui secretario de Salud dejamos listo un plan de respuesta ante una pandemia de influenza, que es muy parecida al Covid. Ese fue el que se activó en 2009, cuando surgió el A(H1N1). El plan incluye tener una reserva estratégica de equipo y ventiladores, no se trata de andar en el mercado internacional buscando cubrebocas y equipos ya que nos explotó la emergencia.

¿El país actuó a tiempo?

—Lamentablemente se perdió la ventana temprana. Todos los países a los que les fue bien reaccionaron a tiempo, y a los que no, fue porque trivializaron y minimizaron la emergencia. Una característica común de estos últimos es que muchos de ellos tienen gobiernos populistas: Rusia, Turquía, Italia, Estados Unidos, Brasil y México.

Un rasgo del populismo es menospreciar la opinión de los expertos. El líder populista considera que sabe más que nadie y no tiene por qué hacerle caso a los expertos, que, en todo caso, son parte de la élite. Otra lección es que hay que reaccionar pronto.

¿Ya domamos la pandemia?

—Según los datos oficiales, que —seguramente— están subestimados, estamos en pleno crecimiento exponencial. Me preocupa mucho y espero estar equivocado, pero da la impresión de que la voz experta se fue ajustando o sometiendo a la lógica política del manejo de la epidemia. Eso sí sería un daño muy serio a la democracia.

México, con todos sus defectos, tiene instituciones como el Servicio de Vigilancia Epidemiológica, que siempre ha mantenido una independencia técnica de consideraciones políticas. Sería muy grave que dichos ejercicios técnicos se subordinen a la lógica política.

El Presidente utilizó la palabra “éxito” para calificar el manejo que ha dado su administración a la contingencia, ¿coincide?

—Los servidores públicos tienen la obligación de someterse a evaluaciones independientes, porque eso es (...) la democracia. No puede uno estar autoevaluándose ni declarando que lo que hace uno está bien. Debe haber una evaluación objetiva (...) Sólo así podremos saber si fue un éxito o no.

No ha acabado la emergencia sanitaria, declarar que es un “éxito” me parece prematuro.

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