“Somos muy pocos virólogos en el país”, dice la científica de la UNAM Susana López Charretón, investigadora del Instituto de Biotecnología en el campus Morelos, aunque es consciente de que no es un problema sólo de la virología:

“En el Sistema Nacional de Investigadores somos, cuando mucho, 25 mil para todas las ciencias, en un país de 125 millones de personas. Y lo vemos en este momento de pandemia: no hay manera de ser suficientes para atacar un problema. En todas las áreas se requiere mayor inversión; tenemos buenísimas escuelas, pero el problema es que hace años no hay plazas para trabajar. Hay que formar gente y crear centros de investigación donde se incorpore a los jóvenes. La planta es vieja ya”.

Premio Universidad Nacional en el área de Investigación en Ciencias Naturales en 2013, Susana López es una de las virólogas más reconocidas del país, con un amplio trabajo en el área de virus gastrointestinales, en particular el rotavirus. Es también socia fundadora de la Sociedad Mexicana de Virología, una AC que primero fue red (dentro del programa de redes que tenía Conacyt, pero que en 2019 no fue renovado).

En su caso, el trabajo de investigación va de la mano con el trabajo de divulgación; defiende la necesidad de crear un centro de investigación en virología. Es una idea que ha planteado junto con otros científicos, como el doctor Carlos Arias (bioquímico, especializado también en rotavirus y esposo de la doctora López).

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“En cada emergencia nos damos cuenta de que no hay suficientes investigadores en virología. Se requiere de un lugar que concentre una masa crítica que trabaje con distintos aspectos de la virología, desde aspectos básicos de virus, hasta el desarrollo de plataformas para probar drogas antivirales o hacer vacunas”.

La doctora López considera que además de la investigación, hoy se precisa de especialistas que hagan diagnósticos y monten ensayos de antivirales. “Se necesita poder responder con tecnología propia, con herramientas propias de nuestro país. Ahorita todo, todo lo importamos: los métodos para diagnosticar son importados; si se descubren antivirales para combatir esta infección, no tenemos nada de estudios de este tipo. La independencia tecnológica la vamos a tener hasta que no tengamos una masa crítica de investigadores trabajando en este tipo de problemas, y es claro que cada vez vamos a tener más estos problemas de virus por la sobrepoblación y la exposición a nuevos agentes virales”.

Sociedad y Red

La Sociedad Mexicana de Virología comenzó a tomar forma desde 2009, en medio de la pandemia de influenza H1N1; era necesario, comprendieron, dividir el trabajo para generar además de la investigación, acciones de educación y divulgación.

Amparados primero por la Sociedad Mexicana de Bioquímica, plantearon hacer una rama de la virología, en 2014 se articularon como red y tuvieron apoyo de Conacyt; este apoyo fue de un millón de pesos por año. Luego se constituyeron como Sociedad.

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Durante estos años han apoyado y becado a estudiantes para tomar cursos dentro y fuera de México; publicado dos libros, uno que es un diagnóstico de la virología en el país, y otro que se llama Pablo tiene sarampión, que con caricaturas aborda el problema de los antivacunas, y que se ha traducido a 15 idiomas, entre éstos maya, náhuatl y mixteco.

En nuestro país, detalla la investigadora, existen alrededor de 120 virólogos líderes académicos; la Sociedad tiene 500 integrantes —muchos son “población flotante”—, además de los especializados en plantas; en total son más de 700.

Para Susana López, esta crisis del Covid-19 “es otra de esas llamadas en las que la gente se da cuenta de que sí hay que invertir en investigación, en ciencia, el problema es que la memoria es corta. En estas emergencias decimos: ‘¡Qué barbaridad! ¿por qué no lo hicimos?’ Y a los seis meses volvemos a lo mismo: no es una prioridad nacional. Es la realidad”.

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La doctora contrasta cómo en 2009 —con la pandemia de influenza— se tomaron decisiones excelentes, como que México hizo una notificación muy rápida al mundo de la presencia de un virus nuevo. Hoy, sin embargo, “nos hemos alentado muchísimo”. Y lo explica así:

“Hace semanas están diciendo en el mundo que nos tenemos que preparar, que empecemos a tener distancia social, y no hubo un buen ejemplo aquí, entonces vamos a tener que pagar el precio. Bastaba con voltear a ver a Estados  Unidos —del que estamos separados por nada— para darse cuenta de que estaban ya en una fase de contagio comunitario muchísimo más alta. Sí es cierto que no veíamos muchos casos, pero también es cierto que no hacíamos muchas pruebas. Entonces uno no ve lo que no busca. Si hacemos pocas pruebas, tenemos pocos casos. Siento que esto como que sí lo detuvieron, como que se tardaron un par de semanas para tomar la decisión de ‘empecemos a aislarnos’. Y aún han sido tibios. No se necesita ser epidemiólogo o científico, en los periódicos se ve cómo está el número de enfermos en todo el mundo, ¿por qué pensar que México es distinto? Sólo es lógica. Creo que nos vamos a enfrentar a un momento muy crítico”.

La científica advierte sobre la desinformación que está presente tanto en sitios web y en mitos —tomar agua caliente cada 20 minutos, ponerse la secadora en la nariz, o que la gente cae muerta por las calles— o en palabras y gestos de autoridades, desde lo dicho por el gobernador de Puebla de que los pobres no se enferman, hasta los saludos de mano del Presidente.

“En realidad uno educa a los hijos con el ejemplo. No quiere decir que crea que él es el papá (AMLO), pero si él dice una cosa de una manera y actúa de otra, no hay manera de uno entienda un mensaje claro”.

Para la viróloga, hubo acciones que debieron tomarse antes, no esperar tanto para llamar a guardarnos. “Es jugar un poco con fuego; basta ver otros países; Estados Unidos, con la cantidad de virólogos, preparación y dinero, y hay cientos de miles de casos. Sólo por lógica es que pienso que sí nos vamos a ver en una situación crítica. No me gusta decirlo. Lo que menos necesitamos es trasmitir temor”.

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Política de ciencia

López comparte la inquietud de otros científicos acerca de lo confusa que ha sido la política de ciencia de este gobierno, y que se han alentado los apoyos a varios sectores. Es optimista porque uno de los proyectos de los programas nacionales estratégicos de Conacyt incluyó virología; con proyectos de alrededor de 50 investigadores para atacar distintos problemas, como la epidemiología y el estado actual de enfermedades gastrointestinales por virus, enfermedades respiratorias y arbovirus, entre otros.

Dentro de la Sociedad, y en medio de esta pandemia, la propuesta es informar con claridad a todo el público. “Tratamos de hacer por medios sociales difusión de las páginas más verídicas que encontramos. Compañeros hacen infogramas para hacerle llegar a la gente información sólida y no la mala información que hay por todas partes y que hace mucho daño”.

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