, pero no hay que excluirlo, un perturbador recordatorio de que nuestro orden social pende de un hilo. Como ya vimos con la crisis del coronavirus, eso que siempre hemos dado por hecho, la “normalidad”, no es más que un eufemismo o una situación transitoria. Hemos pasado de hablar de cosas como el consumo de carne o
a especular sobre las intenciones bélicas de Putin y la reacción de la OTAN. Normalidad democrática por un lado,por otro. Aunque, no nos equivoquemos, lo raro es que hubiéramos sido capaces de desterrar a la categoría de excepcionalidad algo que siempre ha acompañado a la humanidad. Quizá por eso mismo se llama “política real”; las otras dimensiones de la política serían lo extraordinario.
Sin embargo, hay hechos que son tozudos y permiten albergar alguna esperanza. Por ejemplo, que nunca se ha producido ningún conflicto bélico entre países democráticos, algo que hoy por hoy sigue siendo una ley de hierro, quizá la única que se mantiene incólume en la ciencia política y confirma esa gran intuición de Kant en.
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