y Falla. En la voz del veinteañero, aquellos cantes antiguos remitían a una tradición remota y revelaban un salto generacional. “Me he criado mucho con mis abuelos, y ellos escuchaban cantaores antiguos como Farina o Paquera de Jerez”, explica. “La primera vez que me subí a un escenario, con diez años, canté unos fandangos de Porrina de Badajoz. Mi padre escuchaba a, que siempre ha sido mi espejo, aunque lo descubrí más tarde. De chiquitito jugaba a escuchar música en el coche.
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