Cuando intuyes algo, no lo piensas, lo sientes "en las tripas", "en las entrañas". Para Albert Einstein, "la intuición es la única cosa realmente valiosa". ¿Cuántas veces en la vida nos dejamos guiar por ella? ¿Y cuántas más la ignoramos?

Los libros de autoayuda son a menudo trileros a la hora de hablar de ella. Suelen vender la trampa de contar historias de gente que alcanzó el éxito porque supieron escuchar a su intuición. Lo que no cuentan son todos los fracasos y todas las derrotas por dejarse llevar por ese "sexto sentido".

La intuición no es una ciencia, sino ese saber que sientes de forma inconsciente, que brota de algún lugar. Para poder escucharla, es fundamental entenderla y comprender de dónde surge. La intuición no es magia, también tiene su porqué.

La intuición a menudo la notamos después de que nuestro inconsciente haya recopilado mucha información. Una vez reunida, esa información permanecerá almacenada dentro de nosotros hasta que de una forma u otra la notemos como algo concreto. Entonces la llamaremos intuición.

En la Universidad de Amsterdam quisieron desvelar los mecanismos del ser humano para sentir ese saber intuitivo. En este estudio, ofrecieron a los participantes información sobre posibles apartamentos; de cada uno, se les daba 12 datos (localización, precio, etc.). Debían escoger cuál era el mejor. Los que tuvieron poco tiempo para decidirlo se equivocaron más que los que dispusieron de más tiempo; pero hubo un tercer grupo al que distrajeron. Pasado ese momento de distracción, se les pidió que escogieran y fueron esos participantes quienes tomaron las decisiones más acertadas, porque no pensaron de forma consciente su decisión (estaban distraídos), pero su inconsciente había seguido valorando los apartamentos en silencio y les hizo escoger bien.

A veces, estamos tan ocupados, con tanto ruido dentro de nosotros, que debemos apagarnos, ponernos en reposo, para poder oírla. En estos casos, los expertos recomiendan la meditación. Mucha gente que la practica asegura que las mejores decisiones las ha tomado después de una sesión de meditación, algo parecido a lo que le ocurre a Don Draper en el capítulo final de Mad Men.

La intuición, si la sabemos escuchar, es sin duda algo poderoso. Sin embargo, según el psicólogo Stephen Sideroff es fácil equivocarse si arrastramos traumas. Recientes o de la infancia, si tienes alguno sin resolver, puede interferir en lo que tú consideras una intuición.

Los traumas hay que reconocerlos y digerirlos, explica Sideroff, para que poder sacárselos. Mucha gente tiende a ignorarlos y no los trata, pero eso es un error. Cuando los obviamos y los tapamos, pueden distraer nuestro inconsciente. Mucha gente con traumas sin resolver toma malas decisiones, porque en realidad, asegura el experto, continúan luchando con las consecuencias.

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