'Sybilla, el hilo invisible': la exposición que se merecía la diseñadora española más influyente del siglo XX

Con motivo de la mayor exhibición dedicada a la creadora hasta ahora, hacemos un repaso a su carrera y descubrimos por qué es una de las más grandes de la moda

Por Lucía Garrido Vázquez

"He intentado transmitir la idea de que Sybilla no es una persona. Sybilla es un grupo de personas". Con este mantra por bandera, Sybilla Sorondo, que aunque nació en Nueva York en 1963, se nacionalizó en España, creó la firma de moda que lleva su nombre y llegó a convertirse en la mejor diseñadora española de todos los tiempos desde Cristóbal Balenciaga. Por eso, la Comunidad de Madrid rescata ahora su obra y la plasma en la mayor retrospectiva que se ha hecho hasta hoy dedicada a la creadora y que se podrá ver gratis en la Sala Canal de Isabel ll hasta el próximo 15 de enero. Esta exposición, a la que su comisaria, Laura Cerrato Mera, ha bautizado como El hilo invisible, recorre los 40 años de trayectoria de Sybilla, una diseñadora que nunca necesitó una formación reglada en diseño para llegar incluso a trabajar en el taller de costura de Yves Saint Laurent.
Su madre había sido modista y gracias a eso, Sybilla estuvo siempre rodeada de costureros que le animaron a crear sus propios diseños inspirándose en todo aquello que veía en la calle. Después, se marcharía a París a trabajar como aprendiz y volvería años más tarde para debutar en la pasarela Gaudí de Barcelona.

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Era el año 1986 y aquella creadora de moda que aún hoy se enorgullece de tener suerte porque no la conocen por su cara, sino por lo que ha hecho, seguía convirtiendo en realidad todo lo que dibujaba en los rincones de sus cuadernos. Y lo hizo de una manera tan exquisita que, tras desfilar en la antigua Pasarela Cibeles de Madrid, se marchó a Milán para mostrar sus creaciones fluidas pero también estructuradas, oscuras pero también llenas de color. Todo esto le valió que la entonces Reina Doña Sofía le otorgara el Premio Balenciaga. Y, ¿qué vino después? Japón, París y su primera tienda en Tokio, mostraron lo que para Sybilla es aún hoy una necesidad: "Me gustaría que pareciera que las cosas se han hecho sin esfuerzo y me gusta cuando algo parece fácil aunque lleve detrás un montón de horas de trabajo", apunta.

Así, a lo largo de todos estos años, Sybilla ha conseguido lo que siempre quiso, "que la ropa se defienda sola y que pueda perdurar en el tiempo". Una ropa que "está hecha para llevarla y para sentirla" y que le dio la oportunidad de que, en 1996, Louis Vuitton la escogiera, junto a otros diseñadores internacionales, para reinterpretar su famoso estampado Monogram. Sybilla estuvo presente en las principales capitales de la moda con sus diseños y llegó incluso a crear una firma más juvenil y asequible (Jocomomola), una línea de fiesta, una línea para la casa y una colección de joyas. Quizá, el secreto de su éxito se debiese a esa dificultad de expresarse que, según Laura Cerrato, tiene la diseñadora: "le cuesta poner palabras y por eso, siempre ha utilizado la moda como vehículo de expresión".

Sin embargo, este éxito no fue suficiente y en 2005 Sybilla se vio obligada a vender parte de su firma y a ceder su gestión. Tras años de ausencia, en 2014 volvimos a ilusionarnos con la vuelta de la diseñadora a su propia marca tras haberla recuperado por completo y "aunque no esperaba un reconociento así por haber estado apartada tanto tiempo", se le concedió el Premio Nacional de Diseño de Moda. Eso sí, lamentablemente, la felicidad no duró mucho ya que tan solo tres años más tarde, en 2018, Sybilla cerró su firma para siempre.

Ahora, gracias a los más de 160 diseños que recorren esta gran exposición, podemos volver a ver como de dos dibujos opuestos, creaba auténticas maravillas: "Algo que he dibujado que es muy extravagante e imposible, se une a un deseo de algo muy práctico. Así, esas dos prendas van evolucionando, cada una a su ritmo, hasta que llega un momento en que a lo mejor junto las dos y se convierte todo en un punto intermedio. Esas suelen ser las mejores prendas". Unas prendas que recorren las cinco plantas de la Sala Canal de Isabel ll junto a fotografías y recortes de prensa en los que se cuenta su trayectoria. "Lo que aprendí de moda, lo aprendí revolviendo montones de ropa en el Rastro y en los mercadillos, algo que en la época no se valoraba nada. Ahí aprendí sobre distintas maneras de coser, sobre tejidos y patronaje. Esas prendas, yo las transformaba". Y vaya si lo hacía bien.

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