La unión perfecta que terminó en uno de los escándalos más jugosos de nuestros tiempos: la boda de Jennifer Aniston y Brad Pitt 

La vida da muchas vueltas, y esta no se despide de la relación entre Jennifer Aniston y Brad Pitt. A pesar de que su matrimonio culminó en el año 2005, repasamos su relación y cómo el destino los ha vuelto a juntar en las situaciones menos esperadas.
Brad Pitt y Jennifer Aniston durante la proyección de The Good Girl Los Angeles Industry.
Brad Pitt y Jennifer Aniston durante la proyección de The Good Girl Los Angeles Industry.Chris Weeks

Él era el mayor sex symbol de nuestra era; ella, la novia de América. El 29 de julio del año 2000 se casaban Brad Pitt y Jennifer Aniston en una ceremonia por todo lo alto de la que sin embargo apenas nos llegó una foto. Parecían perfectos el uno para el otro, hasta que todo saltó por los aires en uno de los escándalos más jugosos de nuestros tiempos. Pese al tiempo transcurrido, nos negamos a dar su historia por terminada. 

Para ser una relación que galvanizaría las fantasías de medio mundo, los comienzos de Brad y Jen tuvieron poco de romántico. La futura pareja se conoció en 1994, según contaría ella años después en una entrevista en Rolling Stone. No hubo mucho secreto, sus managers eran amigos y les presentaron de forma casual. Hay que tener en cuenta que en septiembre de ese año se estrenaba Friends, con lo que Jennifer era todavía una semi desconocida o estaba en un primerísimo estadio de su fama. Sobre Brad, ella diría “Era simplemente ese chico dulce de Missouri, ¿sabes? Un tío normal”. Bueno, no es del todo cierto. Brad ya había irrumpido en las fantasías sexuales de Geena Davis y de medio mundo tres años antes con su papelito secundario en Thelma y Louise, y en el 94 estrenó Entrevista con el vampiro y Leyendas de pasión. Si quedaba algo de “tío normal” en él, estaba a punto de ser engullido por Brad Pitt, la súper estrella.

Por supuesto, esto venía acompañado de un currículum amoroso acorde. La vida sentimental previa del actor la desgranamos al hablar de su romance con Gwyneth Paltrow. Besó a Shalane McCall, su compañera en Dallas; salió dos años con Sinitta; Mike Tyson asegura que le pilló en la cama con su esposa, Robin Givens; su novia Jill Schoelen le dejó por otro, igual que Christina Applegate prefirió en su lugar a Sebastian Bach, del grupo Skid Row. Muy mediática fue su relación con Juliette Lewis, con la que estuvo cuatro años antes de relacionarse con otras actrices como Julia Ormond, Jitka Pohlodek y Thandie Newton. Entonces llegó el rodaje de Seven y su observadísimo noviazgo con Gwyneth, como contamos aquí.

Gwyneth Paltrow y Brad Pitt en la premiere de “La sombra del diablo”, Nueva York, 1997.

Kevin.Mazur

Después de que Gwyneth, según sus propias palabras, provocase la ruptura –“la jodí, Brad”, confesaría años después–, Brad Pitt volvió al mercado convertido si cabe en un soltero todavía más adorado y deseable. Y, de igual modo que la mayoría de sus romances habían tenido lugar con un plató como escenario, en su siguiente película, ¿Conoces a Joe Black?, coincidió con Claire Forlani, una actriz británica que parecía encaminada a un éxito que no llegaría jamás. Claire venía entonces de una relación con John Cusack, y en 1998 acompañó a Brad a la entrega de los premios del sindicato de guionistas. Se rumoreó que estaban saliendo, pero si lo hicieron, fue algo muy breve y esporádico que coincidió de forma sospechosa con la promoción de una película fallida. Tampoco están comprobados los rumores que ligan a Brad con la actriz británica Sonita Henry o con la mucho más famosa Demi Moore. El nombre de Brad fue uno de los que se barajaron para “explicar” la ruptura del matrimonio entre Demi y Bruce Willis, que ocurrió en el 98. Ninguno de los implicados ha confirmado jamás que sucediera algo. En cualquier caso, ese mismo año, Brad se encontró de nuevo soltero, y ¿quién coincidía que estaba soltera también? Jennifer Aniston, que era, ahora sí, una mega estrella de la televisión.

Hija de actores de poco relieve –sus padres se divorciaron cuando ella tenía 9 años– y ahijada del, eso sí, con mucho más relieve, Telly Savalas, Jennifer no tuvo unos comienzos fáciles. Matthew Perry, su posterior colega en Friends, diría “Jen y yo nos conocimos en la habitación donde todos los actores que han trabajado en nueve series de televisión canceladas se conocen”. En su primera juventud, estaba lejos de ser el símbolo sexual que sería considerada años después, y se definiría a sí misma mucho más como el patito feo de la clase. Y así se curtió con papeles secundarios en series de poca relevancia (incluida una adaptación de Todo en un día), tv movies como la del Campamento Cucamonga (eso sí, acompañada de un reparto estelar de futuras y presentes estrellas compuesto por Candance Cameron de Padres forzosos, Danica McKellar y Josh Saviano de Aquellos maravillosos años, Chad Allen de La doctora Quinn y Jaleel White de Cosas de Casa) e irrupciones en el terror de bajo presupuesto como Leprechaun. En consonancia, su chorboagenda no incluía nombres de la relevancia de la de Brad. 

Tras algunos novios de adolescencia, como el futuro compositor Adonis Tsilimparis, que saldría contando cómo se morreaban en las escaleras del instituto a los 12 años, el primer nombre de –ligera- relevancia vinculado a Jen es el del actor Charlie Schlatter, que protagonizaba la serie Ferris Bueller, la adaptación de Todo en un día. Ella interpretaba a su hermana mayor, y ambos mantuvieron “un breve y tórrido romance”. Más peso tuvo el actor Daniel McDonald, con el que estuvo de 1990 al 95. Años después, en una entrevista al New York Times, ella hablaría así de él, sin decir su nombre: “Fue mi primer amor. Estuvimos juntos cinco años, y podía haber sido el definitivo. Pero yo tenía 25 años y era estúpida”. La historia adquiría tintes trágicos porque McDonald, que tendría papeles muy secundarios en La tormenta de hielo o Sexo en Nueva York, falleció en 2007, víctima de un tumor cerebral. Jennifer añadía que ese novio fallecido la había enviado desde el cielo a su entonces pareja, Justin Theroux. A la viuda de Daniel, la directora Mujah Maraini-Melehi, no le sentaron muy bien estas declaraciones y contó su versión de la historia, que no era muy halagüeña para la actriz: “Daniel y Jennifer tuvieron una relación hace más de 20 años, cuando ambos aún eran muy jóvenes. Ella tomó una decisión, pero él también. Lamento que Jennifer no se diera cuenta del tesoro que era Daniel cuando tuvo la oportunidad, mucho antes de que él y yo nos conociéramos y mucho antes de su muerte. Me duele leer los titulares que aluden a que ella lo “perdió trágicamente” cuando en realidad no estuvo presente durante su larga y difícil enfermedad. Aquellos de nosotros que conocíamos bien a Daniel podemos asegurarles que él no hubiera aprobado toda esta atención no deseada debido a su relación pasada con Jennifer. Perdí a mi esposo. Mis hijos perdieron a su padre”.

La ruptura de Daniel y Jennifer coincidió con su salto de la nada a la fama gracias a Friends. La intrahistoria de la sitcom se ha contado muchas veces: cómo Courteney Cox iba a ser Rachel Green, pero acabó quedándose con el papel de Monica Geller; cómo Jennifer estaba implicada en una comedia del CBS, Muddling Through, que se estrenó durante el verano del 94, meses antes de Friends, y cómo Warren Littlefield, de la NBC, se encargó de destruir las audiencias de Muddling Through contraprogramando películas de Danielle Steel a la misma hora; cómo a Aniston le ofrecieron fichar por el Saturday Night Live, pero prefirió la serie… Desde septiembre del 94, Friends fue adquiriendo categoría de fenómeno cultural, encumbrando a sus seis protagonistas a un status que hasta entonces apenas habían podido soñar. El impacto de Rachel, con su corte de pelo –que pasó a ser “el Rachel”–, y cuya irrupción en el grupo de amigos como novia a la fuga daba comienzo a la trama, fue de los más reseñables. Su vis cómica, su cercanía, su atractivo, la hicieron inmensamente popular. Una de las personas más famosas del planeta, de hecho, algo con lo que no era demasiado fácil lidiar. Cada uno de los “amigos” lo hizo a su manera, y la de Jen pasó por intentar mantener su faceta privada lo más privada posible. No hubo escándalos ni romances con otros famosos a su nivel durante aquella primera etapa, al menos que trascendiesen. Tiempo después contaría que salió en una ocasión con Jon Stewart, y algo parecido ocurrió ese mismo año 95 con Adam Duritz, cantante de Counting Crows. “Nos conocimos en el Viper Room, donde yo prácticamente vivía”, contaría él haciendo referencia al célebre local de Johnny Depp donde River Phoenix falleció de sobredosis. “Un grupo de amigos me mintieron y me dijeron que estaba enamorada de mí. Esos mismos amigos le mintieron y le dijeron que yo estaba enamorado de ella. La verdad, no tenía idea de quién era ella, había estado en la carretera mientras se emitía Friends. Creo que nunca la había visto”. Pese a la engañifa mutua, la química entre ellos funcionó, y el cantante describe a Aniston como “muy agradable, muy divertida, muy guapa. Y además, yo le gustaba”. Se ve que tampoco mucho, porque Duritz añadiría después que no habían llegado a tener relaciones sexuales, algo que presumiblemente sí tendría dos años después con Courteney Cox, con la que salió después de que ella rompiese con David Arquette. Las cosas típicas de los amigos. 

En noviembre de 1995, Aniston empezó a salir con el actor Tate Donovan, que protagonizaba la comedia de situación mucho menos exitosa Partners y acababa de romper una larga relación con Sandra Bullock. Según él, tampoco tenía ni idea de quién era ella cuando empezaron, hasta que en su segunda cita se vio rodeado de cámaras. Se ve que aquello no le desalentó, porque salieron durante dos años y medio, se habló de comprometerse –aunque finalmente no lo hicieron– y por un San Valentín él le regaló un cachorrillo llamado Enzo. Andando el tiempo, Donovan interpretaría a Joshua, el novio de Rachel durante seis episodios de la cuarta temporada, emitidos en el 98. Pero la realidad de la pareja tras las cámaras era muy distinta. “Estaba feliz de estar en el equipo. Lo único malo fue que Jennifer y yo estábamos rompiendo en ese momento”, contaría él a Us Weekly. “Fue complicado actuar, y actuar como si nos estuviéramos conociendo, y enamorándonos, o lo que sea, interesados ​​el uno en el otro, cuando estamos a punto de romper. Fue muy duro. Estaba muriendo por dentro”. Los motivos de su ruptura nunca se especificaron, aunque se habló de la diferencia de status entre sus carreras. No era solo la televisión, sino que Jennifer estaba intentando convertirse en actriz de cine con aquellas comedias románticas como Ella es única, Novio de alquiler o Mucho más que amigos, que eran puro 90’s en su plasmación de los roles de género y en cómo mostraban la integración de las mujeres en el trabajo remunerado. Precisamente en Mucho más que amigos coincidió con Paul Rudd, con el que se rumoreó que podía tener un romance. Esto lo confirmaría –más o menos– ella mucho después, al declarar “salimos juntos cuando teníamos 12 años o algo así”. Rudd sería luego un episódico en Friends, y volvería a protagonizar una película con Jennifer, Wanderlust, en 2012.

Jennifer Aniston con el actor Tate Donovan.

Kevin.Mazur

Aniston con Donovan, en el set de Friends.

NBC/Getty Images

Así estaban las cosas en 1998, con Brad recién salido de su largo noviazgo con Gwyneth y Jennifer recién salida de su largo romance con Tate Donovan. De nuevo, hubo poco de romántico en la forma en la que conectaron: sus representantes se pusieron de acuerdo para organizarles una cita. Con muy buen ojo. En una entrevista con Diane Sawyer, ella explicaría: “Fue raro. Fue una noche muy fácil y muy divertida”. Tenía que ser raro salir con Brad Pitt en 1998, aunque ella comentaría que “mis amigos me apoyaron mucho, especialmente cuando descubrieron el increíble ser humano que es Brad. Al principio ellos estaban en plan “espero que no sea un capullo, un engreído de mierda o algo así”, pero te olvidas de eso a los cinco minutos de conocerle, lo que es una muestra de quién es él. Te desarma de forma inmediata”. En cierto modo, parecían una pareja hecha en el cielo. Es que hasta se parecían físicamente: eran perfectos representantes del Estados Unidos blanco, rubio y normativo, con sus cuerpos tonificados y sus sonrisas a prueba de bombas. Encarnaban, eso sí, cosas distintas: él era un icono de la masculinidad que había vuelto a definir el cuerpo del hombre como objeto de deseo, y ella, la vecina de al lado. Él era cine; ella, televisión. Él, una fantasía; ella, la ilusión de cercanía. Quizá por eso funcionaban tan bien: parecía como si Aniston estuviese cumpliendo el sueño loco de todas las mujeres del mundo, ligarse a Brad Pitt. 

Jennifer Aniston y Brad Pitt.

Frank Trapper/Getty Images

La especulación sobre si era cierto que estaban juntos duró meses, y tardó bastante en confirmarse. Ninguno se pronunciaba sobre el tema y rehuían posar juntos en eventos. Pese a todo, para el 11 de febrero del 99, coincidiendo con el 30 cumpleaños de ella, volaron a Acapulco con un grupo de amigos íntimos y fueron fotografiados juntos en la playa. También se mudaron a una mansión redecorada por él, que había mostrado ya su interés en la arquitectura y el interiorismo. Pero no fue hasta el 12 de septiembre de ese año cuando posaron juntos por primera vez, en la alfombra roja de los Emmy. Sus looks eran para el recuerdo: él llevaba gafas de bakala, traje y camisa negra; ella el pelo en pseudorastas y un vestido marrón con la parte superior estampada en paramecios brillantes. Un par de meses después, durante un concierto de Sting, anunciaron que se habían prometido. Se subieron al escenario y enseñaron, en la mejor tradición showie, el anillaco de pedida de 500.000 dólares que Brad le había comprado. Era oficial: el planeta tenía una nueva pareja favorita, y Hollywood se iba de boda.

No fue precisamente una ceremonia discreta ni íntima, pero intentaron y consiguieron que no trascendiesen imágenes al público ni a la prensa. De hecho, solo hemos visto una foto de ese día, el 29 de julio del año 2000, un primer plano de los contrayentes, en blanco y negro, con aspecto exultante. Él, con un traje negro de Hedi Slimane, dirige la mirada hacia el pecho o la cintura de ella, donde la está tocando. Ella, tocada con un velo y luciendo ese pelo que adquirió vida y personalidad propia, le mira con una sonrisa encandilada de oreja a oreja. El vestido de novia, con cuentas de vidrio y escote en la espalda, había sido diseñado por Lawrence Steele, mientras que el peluquero Chris McMillan se encargó de darles unos “reflejos de hermano y hermana”, con lo que el running gag de que Brad Pitt siempre sintonizaba su peinado con el de sus parejas se convertía en algo literal. 

La ceremonia tuvo lugar en la mansión de Malibú de la productora de televisión Marcy Carsey, decorada con 50.000 dólares en flores elegidas por Brad para la ocasión. La lista de 200 invitados incluía a todo el reparto de Friends menos Matt LeBlanc, que estaba rodando una película, y a otra pareja célebre –aunque por supuesto no tanto- como Salma Hayek y Edward Norton. También estaban Cameron Díaz, David Spade y la estrella de Sister Act Kathy Najimy. Quién no estuvo fue la madre de la novia, Nancy Dow. Tema tabú en las entrevistas de la actriz, Nancy acabaría publicando un libro donde aseguraba que estuvieron muchos años sin hablarse, y solo habían vuelto a conectar en la última época. 

En una entrevista al año siguiente de la boda en Rolling Stone, Jen confesaría que habían elegido una canción del disco 13, de Blur, para la marcha nupcial. También le pediría al periodista “¿podrías no decir el nombre de la canción? Es algo privado y bonito, me gustaría que siguiera siendo así”, pero habida cuenta de que un minuto antes había contado que “tuvimos un increíble coro de góspel cantando esta canción”, no es muy aventurado adivinar que se trataba de Tender. Trascendió que durante sus votos, él había prometido “dividir la diferencia del termostato”, y ella prepararle siempre su batido de plátano favorito. El menú de la fiesta consistió en una ecléctica mezcla de langosta, ternera a la pimienta, caviar y, a petición de Brad, pizza, todo regado con Dom Perignon. Su primer baile fue a ritmo de The Way You Look Tonight, y en la fiesta actuaron la cantante Melissa Etheridge y un grupo griego en guiño a los orígenes de Aniston, antes de terminar con un espectáculo de 13 minutos de fuegos artificiales. Melissa era amiga de Brad Pitt desde los 90, y de hecho contaría después que cuando ella y su entonces novia Julie Cypher se plantearon tener hijos, Brad se ofreció a ser el donante de esperma. “Vi cuánto deseaba tener una familia y pensé, no quiero compartir esto con alguien que quiere demasiado tener hijos porque mis hijos no necesitan otro padre”, declararía Melissa. Este asunto, el de las supuestas ganas de Brad de tener descendencia, traería cola después. 

Pero aún faltaba mucho para eso. La pareja, de momento, le daba al público lo que pedía, incluida la aparición de Brad en un capítulo de Friends en noviembre de 2001. En él interpretaba a un antiguo compañero de instituto damnificado por Rachel Green, fundador del club “odio a Rachel”. En las entrevistas por separado, se dirigían piropos mutuos. De vez en cuando alguno se salía del tiesto de lo previsto, como cuando en el citado artículo de Rolling Stone se señalaba que tres fuentes distintas habían definido al matrimonio como “unos porreros totales”. “No hay nada malo en ello”, respondía Jen. “Todo con moderación. Cielos, me estoy metiendo en un charco y no puedo salir. No me llamaría “porrera”. ¿Pasamos a otro tema, por favor? Mi padre y mi madre leerán esto”. No todo era hedonismo, también emprendían negocios juntos. En 2002 fundaron la productora Plan B, con la que pretendían poner en marcha los proyectos que les interesasen. Empezaron por Troya y Charlie y la fábrica de chocolate, de Tim Burton, que funcionaron regular a nivel de crítica pero arrasaron en taquilla. Claro que la idea de crear películas emocionantes estaba muy bien, pero lo que el público deseaba es que la pareja se pusiese a crear hijos. 

Poco tiempo después, se desataría una frenética especulación sobre qué ocurrió en el matrimonio, y uno de los principales motivos de ruptura esgrimidos era la teoría de que Brad quería tener hijos pero Jen no. Hay que tener en cuenta que ella se encontraba embarcada en una de las series más populares del mundo, y si bien los guionistas jugaron a dejar embarazada a Rachel en la ficción, otra cosa es que la actriz pudiese estarlo en la vida real (aunque se jugó con eso con el personaje de Phoebe, pues Lisa Kudrow estaba embarazada de verdad). Así estaban las cosas cuando el final de la serie, tras diez años de triunfos, llegó para la temporada 2003-2004. Ese año, en una entrevista con Diane Sawyer, Aniston respondía afirmativamente cuando le preguntaban si era cierto que quería tener hijos después de terminar Friends. A principios del mismo 2004, durante una entrevista con The Guardian, Jen se había sincerado así sobre el tema: “Sí. Es el momento, es el momento. ¿Sabes? creo que puedes trabajar con un bebé, creo que puedes trabajar embarazada, creo que puedes hacerlo todo. Así que tengo muchas ganas de reducir la velocidad”. Y hablaba sobre sus planes para los próximos meses: “Habré terminado Friends a fines de enero, él estará terminando la película para finales de febrero. Luego comenzará Ocean's Twelve. Así que, afortunadamente, podré ir y viajar con él mientras lo hace”. Lo que iba a terminar Brad Pitt para finales de febrero era el rodaje de Señor y Señora Smith, junto a Angelina Jolie. Algo más terminó entonces: el matrimonio de Pitt y Aniston.

A meses antes de la ruptura, Aniston y Pitt en Cannes en 2004.

Jean Baptiste Lacroix

Ya en mayo de 2004 empezaron los rumores sobre una relación entre Angelina y Brad. Se desató un furor neurótico del mundo por saber si era cierto que la conexión que tenían en pantalla se había trasladado fuera de ella. Comenzaron las noticias sobre lo poco que se veía el todavía matrimonio, con unas agendas muy apretadas que les llevaban a pasar varios meses separados. Se resucitaron también declaraciones recientes de ambos, como la de ella diciendo “¿Es el amor de mi vida? Creo que es algo que siempre te preguntas. Sin duda, es un gran amor en mi vida”, o él expresando sus dudas con un “No estoy seguro de si realmente está en nuestra naturaleza estar con alguien por el resto de nuestras vidas”. Pese a todo, pasaron juntos el fin de año de 2004 en Anguilla junto a Courteney Cox y su entonces marido David Arquette. No parece que sirviera de mucho. El 7 de enero de 2005 todo quedó zanjado cuando Pitt y Aniston lanzaron un comunicado que rezaba: “Nos gustaría anunciar que después de siete años juntos hemos decidido separarnos formalmente. Para aquellos que siguen este tipo de cosas, nos gustaría explicar que nuestra separación no es el resultado de ninguna de las especulaciones reportadas por los medios sensacionalistas. Esta decisión es el resultado de mucha consideración”. Las “especulaciones” tenían un nombre claro: Angelina Jolie. 

En una entrevista en Vogue un par de años después, Angelina se sinceraría (más o menos) sobre qué ocurrió. Y resultó que sí, para sorpresa de nadie, algo había empezado durante el rodaje de la película, cuando él aún estaba casado. “No sabía mucho sobre exactamente cómo estaba la vida personal de Brad. Pero estaba claro que estaba con su mejor amiga, alguien a quien amaba y respetaba. Supongo que ambos teníamos vidas muy plenas. Creo que éramos las dos últimas personas que buscaban una relación. Desde luego, yo no la buscaba. Estaba bastante contenta de ser madre soltera. Debido a la película, terminamos reuniéndonos para hacer todas esas locuras, y creo que encontramos una extraña amistad y vínculo que ocurrió de repente. Unos meses después me di cuenta de que pensaba “Dios, no puedo esperar para ir a trabajar”... Cualquier cosa que tuviéramos que hacer entre nosotros, simplemente encontrábamos mucha alegría en hacerla juntos, y hacíamos de verdad mucho trabajo en equipo. Simplemente nos convertimos en una especie de pareja”. Hasta qué punto eran una pareja de verdad, es algo que cuesta descifrar, porque la línea temporal de los acontecimientos no está clara. “Nos costó hasta el final del rodaje, creo, darnos cuenta de que podría significar algo más de lo que antes nos habíamos permitido creer. Y ambos sabíamos que era algo grande, algo que iba a necesitar pensarlo muy seriamente”. Según Jolie, continuaron siendo “muy, muy buenos amigos” hasta que en enero de 2005 se anunció la separación de Brad y Jennifer, y solo entonces pasaron a ser otra cosa, que no implicó el emocionante desenfreno sexual que uno podría imaginarse en esas circunstancias. Angie cuenta que lo que hacían era hablar durante horas de qué deseaban de la vida hasta que se dieron cuenta de que querían las mismas cosas, y un buen día el pequeño Maddox, hijo de Angie, de cinco años, llamó a Brad “papá”. “Fue increíble. Estábamos jugando con unos coches en el suelo de un hotel, nos miramos a los ojos y nos dimos cuenta de que éramos una familia”. El relato tiene ciertas lagunas e incongruencias, es cierto, pero también lo es que Angie fue la única que dijo algo sobre lo ocurrido. Sobre todo teniendo en cuenta que durante meses, no se confirmó si Pitt y Jolie eran pareja. Al menos oficialmente, porque las señales estaban ahí. En verano de 2005 se publicó un editorial en W Magazine en el que los actores posaban como si fuesen una típica familia de los años 50, rodeados de niños y con escenas sugerentes en la cama. Era el nacimiento de un monstruo de fama llamado Brangelina. En esa misma época, la actriz acudió a Etiopía a adoptar a Zahara, y Brad la acompañó. Para enero de 2006, un año después del anuncio de la ruptura con Jennifer, los hijos que Angelina había adoptado cambiaron de apellido por Jolie-Pitt. Además, ella estaba embarazada. La primera hija biológica de la pareja, Shiloh Nouvel, nació el 27 de mayo de 2006. Brad había pasado en un santiamén de presunto padre frustrado y “cansado de mí mismo sentado en un sofá, sosteniendo un porro, escondiéndome” a responsable progenitor de tres criaturas.

Angelina Jolie y Brad Pitt con sus hijos en el aeropuerto de Tokio.

Jun Sato

Durante todo este proceso de ruptura y creación de una nueva familia, el frenesí mediático y los rumores arreciaron de forma constante. En 2005 el mundo pareció volverse loco y no se hablaba de otra cosa que de ese triángulo amoroso, sobre todo de sus dos extremos. Fue una de las rivalidades más enconadas y representativas de nuestra era, aunque ellas jamás hicieron ningún comentario la una sobre la otra. Ilustra cómo se vivía y consumía la vida de los famosos: era algo divertido, un meme antes del meme, un culebrón a tiempo real en el que se vertían nuestras ansiedades, filias y fobias ante las relaciones y las representaciones femeninas en particular. Por un lado, era todo tremendamente glamouroso y morboso porque implicaba a tres estrellas famosísimas y deseadas; por otro, era muy fácil reconocerse e identificarse con ellos, porque, ¿quién no había vivido una situación así? ¿Quién no había sido el dejado, el que deja o la otra? A todo esto, Brad Pitt era el vórtice del triángulo, pero se diría que ejercía de convidado de piedra; todos los ojos, la ira y el apoyo estaban puestos en las dos mujeres. En cuestiones sentimentales, siempre son las mujeres las que protagonizan el relato, para bien y para mal. La situación tenía además ecos muy obvios del viejo Hollywood: las comparaciones con la historia de Elizabeth Taylor, Eddie Fisher y Debbie Reynolds fueron inmediatas. Y había que elegir: o se vindicaba a una o se celebraba a otra. Se vendieron bolsas de tela y camisetas de “team Angie” o “team Jen”. Incluso dos de las celebridades más representativas del momento, las hermanas Hilton, se dejaron ver con camisetas pareadas con ese mensaje. Paris, por supuesto, lucía la de “team Jolie”, mientras que la más discreta Nicky se declaraba “team Aniston”.

Jolie y Pitt en 2007 en la premiere de “Ocean's Thirteen” en Los Ángeles.

Steve Granitz/Getty Images

Según la interpretación mayoritaria, Jennifer era la víctima. Al fin y al cabo, ya contaba con la etiqueta de la chica de al lado (con un pelo fabuloso, eso sí), la America's Sweetheart engañada, traicionada y con el corazón roto. ¿Y qué era Angelina? Sangre, cuchillos y alto voltaje sexual. Puede que Jennifer Aniston estuviese lejos de ser una chica corriente, a pie de calle, pero desde luego era mucho más fácil identificarse con ella que con la belleza agresiva y la volcánica personalidad de Angie. La imagen oscura y peligrosa de la actriz ya venía de antes, pero se había exacerbado con su matrimonio con Billy Bob Thornton. Sin embargo, a raíz de su relación con Brad y sobre todo de la maternidad, la percepción pública de Angelina Jolie se dulcificó. Ya no era salvaje, ahora era una madre preocupada por el bienestar de sus hijos. De hecho, conforme iban pasando los años, aumentaba su descendencia hasta convertirla en una especie de imagen de la ubermaternidad, una familia errante de estrellas recorriendo el mundo juntos, rodando películas y lidiando con los golpes del destino –como la operación en la que ella se extirpó pechos, ovarios y trompas de Falopio para evitar desarrollar el cáncer que había matado a su madre– unidos. Hasta que dejaron de estarlo, claro, pero esa es otra historia.

Mientras, Jennifer Aniston se encontró en un corto período de tiempo lidiando con el final de Friends, la serie que había ocupado diez años de trabajo y la había definido profesionalmente para siempre, y con el fin de su matrimonio con el hombre más sexy del mundo. Era desde luego un nuevo comienzo para ella. Incluyó abandonar la productora que había creado con su marido, Plan B, que quedó a cargo de Brad. Demostraría ser una decisión muy sabia por parte de él, pues algunos de los papeles más interesantes del actor, incluido un Oscar como productor por 12 años de esclavitud, y un montón de éxitos de crítica, llegarían de Plan B, algo que no puede decirse de la desigual carrera cinematográfica de su ex. Mientras, ella contaba con la conmiseración y la simpatía del mundo. Con elegancia, Jen no entró en un juego que le hubiese sido muy propicio de lanzar pullas envenenadas o ganarse (todavía más) la pena del mundo. En Vanity Fair ese año 2005 se sinceró: “¿Estoy sola? Sí. ¿Estoy molesta? Sí. ¿Estoy confundida? Sí. ¿Tengo mis días en los que organizo una pequeña fiesta de lástima por mí misma? Absolutamente. Pero también lo estoy haciendo muy bien. Las relaciones son de dos personas y todos son responsables. Se necesita mucho para que una relación funcione y mucho para que una relación se desmorone”. Cuando le preguntaban por el famoso reportaje de Steven Klein en W Magazine, Jennifer admitía: “¿Es un momento raro? Sí. Pero no es mi vida. Él toma sus decisiones y puede hacer lo que sea. Estamos divorciados, y puedes ver por qué. También puedo imaginar a Brad sin tener ni idea de por qué la gente se horroriza por eso. Brad no es mezquino; él nunca trataría intencionadamente de escupirme en la cara. Con distancia, puedo verlo decir: “Oh, puedo ver que eso fue desconsiderado”. Pero conozco a Brad. Brad diría: “¡Es arte!”. 

Por si hiciera falta añadir más morbo a la situación, la primera película de Jen tras la ruptura se titulaba, con toda intención, Separados (La ruptura en versión original). La protagonizaba junto al atractivo Vince Vaughn, que resultó ser justo lo que ella necesitaba entonces. Mientras filmaban en Chicago durante el verano de 2005, empezaron a salir. No estarían juntos mucho tiempo, pero el recuerdo que tiene la actriz de aquella relación no podría ser más positivo: “Llamo a Vince mi desfibrilador. Literalmente me devolvió a la vida. ¡Mi primera bocanada de aire fue una gran carcajada! Fue genial. Me encanta. Es un toro en una tienda de porcelana. Era encantador, divertido y perfecto para el tiempo que pasamos juntos. Necesitaba eso”. 

En 2007, Jen tuvo un breve romance con el modelo Paul Sculfor, que luego sería pareja de Cameron Díaz, pero lo que hizo vibrar a los medios fue su siguiente relación, la que mantuvo con el músico y conocido conquistador John Mayer. Con conquistas como Jennifer Love-Hewitt y Jessica Simpson en su haber, John se haría mucho más popular por romper el corazón de Taylor Swift (e inspirarle varios temas) y salir con Kim Kardashian y Katy Perry. Jen y John se conocieron durante una fiesta de los Oscar en febrero de 2008, empezaron a salir en abril y tuvieron idas y venidas hasta 2010. Se habló de que ella podía -¡por fin!- quedarse embarazada o que se casarían, pero todo quedó en nada. Frente a la exuberancia familiar de Brangelina, Jennifer había pasado de vecina de al lado a concepto amenazante en la sociedad estadounidense: una mujer madura, soltera y sin hijos. Durante esta época acabó encarnando en el imaginario colectivo lo mismo que Chenoa en el español: una especie de mezcla de amenaza y punching ball de bromas misóginas por su pertinaz soltería y falta de descendencia.

Daba igual cuántas veces clamase Jennifer que estaba contenta con su soltería o noviazgos esporádicos –algunos tan atractivos como Gerald Butler–, el mundo parecía ansioso por volver a verla casada y en lo que se conocía como una relación estable. En este sentido, tuvo un respiro cuando llegó a su vida el actor Justin Theroux. Fueron vistos por primera vez cenando juntos en mayo de 2011. Un año después, se prometían con un anillo valorado en 500.000 dólares, justo lo mismo que había valido su anillo anterior. Jen tenía 41 años y a ojos de muchos, “conseguir” casarse de nuevo era un triunfo, la señal de que había superado que su ex la hubiese dejado por otra. No es que, con tantos hijos en común, alguien considerase lo de Brad y Angelina poco estable, pero el 23 de agosto de 2014 la pareja se casó en su castillo francés, rodeados de su familia

Angelina Jolie y Brad Pitt en AFI Fest 2015 en Hollywood, California.

Jason LaVeris

Como siempre ocurría cuando había un acontecimiento importante en la boda de Brad Pitt, muchos ojos se volvieron hacia Jennifer, que se limitaba o a no decir nada o a responder cordialmente y sin mostrar el menor atisbo de ira o resentimiento. Su propia boda llegó en agosto de 2015, y una sorpresa incluso para los invitados, a los que habían dicho que iba a celebrar el cumpleaños de Justin. Acudieron Courtney Cox, Lisa Kudrow, Jason Bateman, Emily Blunt y John Krasinski, Sandra Bullock, Ellen DeGeneres y Portia de Rossi. Jimmy Kimmel ofició la ceremonia en la mansión de Bel Air de la pareja. Y, de igual modo que en su día los rumores sobre embarazo habían sido constantes, lo fueron de nuevo, como si el público o la prensa nunca tuviese suficiente. No lo tenían de hecho. Cuando apenas dos años tras la boda, Angelina Jolie pidió el divorcio de Brad, el mundo se volvió loco con esta historia por enésima vez. Se dijo que él hablaba de forma recurrente con Jen cuando tenía problemas matrimoniales, que le había presentado a sus hijos en secreto, que se veían a espaldas de sus parejas… o que cuando Jen cumplió 48 años en 2017, él le había escrito al móvil felicitándola y hablándole de los momentos tan duros que estaba pasando (la disputa judicial por la custodia de los hijos de la pareja está lejos de resolverse). De nuevo, parecían encarnar los problemas cotidianos del público con las relaciones, incluido el hecho de que un ex asome la pata de vez en cuando incluso cuando nada os une ya. O puede que sí hubiera algo. 

En febrero de 2018 se anunció la ruptura entre Theroux y Aniston. El motivo parecía ser bien prosaico: la distancia. Ella deseaba continuar viviendo en Los Ángeles mientras que él odiaba la ciudad y quería instarse en Nueva York. “Me parece una simplificación excesiva”, comentaría a esto después Theroux en Esquire. “No tuvimos una separación dramática, y nos queremos. Soy sincero cuando digo que valoro nuestra amistad. No podemos estar juntos y aun así nos brindamos alegría y amistad. Además, ella me hace reír muy, muy fuerte. Es una persona hilarante. Sería una pérdida si no estuviéramos en contacto, para mí personalmente. Y me gustaría pensar lo mismo de ella”. Así, sin motivos aparentes que nos hayan llegado, el divorcio daba vía libre a la rumorología sobre los ex que de nuevo estaban solteros. Y cuando en 2019 ella celebró su 50 cumpleaños en el Sunset Tower Hotel de Los Ángeles, y Brad Pitt acudió como invitado, el mundo contuvo la respiración, pese a que amigos comunes matizasen que eran amigos. Claro que en aquella fiesta también estuvieron, en una maravillosa ensalada de vínculos, personas como Gwyneth Paltrow (ex de Pitt) o John Mayer y su ex Katy Perry acompañada de Orlando Bloom. De hecho, en su Instagram, Gywneth definía a Aniston como un “rayo de sol” y “diosa perpetua”. Una fuente definía la relación entre Jen y Brad no exactamente de amistad, sino más bien de cordial entendimiento: “No están en contacto regular, más allá de un mensaje de texto ocasional para desearse lo mejor cuando hay un nuevo proyecto o un gran evento”. Se diría que ellos habían pasado página sobre su relación, pero el resto del mundo no.

Justin Theroux con Aniston en la fiesta de los Óscares de Vanity Fair en 2017.

JB Lacroix/Getty Images

Si teníamos alguna duda sobre esto, se despejó cuando Pitt y Aniston fueron fotografiados al encontrarse en los SAG del 20 de enero de 2020. La reacción del planeta solo puede calificarse de histérica. “El reencuentro del año”, se le llamó con motivo. La imagen de Brad sujetando a Jennifer del brazo y ella riendo nerviosamente fue un millón de veces compartida en redes sociales, con comentarios que iban del griterío entusiasta ante la posibilidad de que volviesen, a la advertencia a ella en la línea de “cuidado Jen, no caigas” a los que especulaban con que los ex se reunían cada tanto en alguna ubicación secreta para recordar los viejos tiempos. Además, tras sus respectivas rupturas, a ninguno se le había conocido otro romance –aunque en el caso de Brad los rumores arreciaban–. El hecho de que poco después estallase la pandemia del coronavirus acabó provocando otra reunión con la que pocos contaban. En tiempos de videoconferencias y tediosas reuniones online, una ocurrida en septiembre de 2020 acrecentaba esa leyenda. La pareja volvía a juntarse (aunque a distancia) para hacer una lectura del guion de Aquel excitante curso organizada por la ONG de Sean Penn. Lo de los SAG había sido, o parecido, espontáneo, pero esto tenía poco de eso, y parecía hecho a medida de los fans. “¡Hola, Aniston!”, se saludaban. “Hola, Pitt”. “¿Cómo estás?”. “Estoy bien, cielo, ¿tú cómo estás?”. “Todo bien”. Divertidos y de buen humor, los exes flirteaban abiertamente en una escena picantona que incluía que el personaje de Brad fantasease con Jennifer. Ya no estábamos en tiempos en los que desear que la pareja volviese, o tener nostalgia de los tiempos en los que estaban juntos era simplemente reduccionista y conservador. Ahora su “shippeo” adquiría un nuevo matiz: entretener y dar esperanza a la gente en tiempos oscuros. Algo hay en Brad Pitt y Jennifer Aniston que nos impide dar por terminado su amor, pese a la evidencia. Tal vez algún cuenten de forma abierta los detalles de cómo sucedieron las cosas, aunque ese día parece todavía lejano. Y quién sabe, Ben Affleck y Jennifer López han vuelto, cosas más raras se han visto. Mientras, queda el resumen que hizo Jennifer Aniston de su relación con Brad Pitt en Vanity Fair: “Pasamos siete años muy intensos juntos y aprendimos muchas cosas el uno del otro. Fue una bonita y complicada relación. Lo que me pareció triste fue la forma en que se redujo a un cliché de Hollywood. Nos pusieron en un pedestal pero éramos una pareja normal. Pensábamos diferente, y no puedes forzar una relación, ni siquiera cuando la gente la tiene idealizada. No sabría lo que sé ahora si no me hubiese casado con Brad. Le quiero y lo haré durante toda mi vida. Es un hombre fantástico. No me arrepiento de nada”. 

“El reencuentro del año”, es cómo describieron los medios este encuentro ocurrido en año 2020.

Vivien Killilea/Getty Images

Pitt y Aniston fueron fotografiados al encontrarse en los SAG del 20 de enero de 2020.

Emma McIntyre/Getty Images
Esto te interesa: