Dominio público

El doble de Feijóo: ni Olona ni Ayuso

Ana Pardo de Vera

Macarena Olona (d), saluda a Isabel Díaz Ayuso en el Congreso. TWITTER MACARENA OLONA
Macarena Olona (d), saluda a Isabel Díaz Ayuso en el Congreso. TWITTER MACARENA OLONA

Pierde Vox su Vicepresidencia en la Junta e Isabel Díaz Ayuso su posición de liderazgo interno para suceder a Alberto Núñez Feijóo en 2023-24, si los resultados no dan para gobernar al PP. Estas han sido, sin duda, las mejores noticias de la noche electoral y de todas las que han sido desde que la ultraderecha entró en un Parlamento, por cierto, el de Andalucía en 2018 con doce escaños. La ultraderecha, desde ese fatídico año, no ha dejado de crecer y ganar influencia en los gobiernos del PP y ha sido el PP andaluz, el de Juanma Moreno, el que le ha cortado el paso en la comunidad más poblada de España. De momento, al menos.

Es evidente que los de Santiago Abascal erraron en la estrategia de colocar a uno de sus pesos pesados en el Congreso, Macarena Olona, para arrasar en Andalucía vía Salobreña y con un desprecio absoluto a los y las andaluzas, de los que no creen ni en el gentilicio. Aunque Vox ha conseguido dos escaños más, no le sirven de nada al haber absorbido el Partido Popular de Juanma Moreno los 21 escaños de Ciudadanos, que ha quedado a cero en el contador, y obtener una mayoría holgada.

Con todo, y pese a su amplia victoria, el presidente Moreno Bonilla es muy consciente de que la amenaza de Vox sigue ahí, con menos votos y más escaños, pero yo estoy deseando ver cómo el líder del PP andaluz responde a la ultraderecha, ahora que no la necesita. La estrategia para reunificar a las derechas le ha servido al PP para reabsorber a Ciudadanos en la Comunidad de Madrid, en Castilla y León y en Andalucía, pero Vox sigue ahí y cogobierna con Alfonso Fernández Mañueco a castellanos y leoneses causando sus primeros destrozos antidemocráticos. E Isabel Díaz Ayuso gobierna en Madrid, donde no hay diferencia entre el PP y Vox, entre la presidenta y la candidata Olona. De momento, Moreno y Ayuso son las dos caras de una misma moneda y esa convivencia, con Alberto Núñez Feijóo inclinado hacia el sur, es todavía imprevisible, precisamente, porque Vox sigue ahí y el PP de Madrid lo necesita para gobernar sin mayoría absoluta.

Andalucía se convierte desde este domingo en la muestra de que al fascismo español lo puede parar la derecha si quiere y que no es imitándolo como se les ganan elecciones. El deber de todos y todas las demócratas es, por tanto, exigir al PP que detengan a Vox con un rechazo explícito. Se ha demostrado este 19-J que a todos, y sobre todo a todas, nos va mejor así. Alberto Núñez Feijóo debe tomar nota. Su estrategia de territorialización del Partido Popular, dejando a sus barones hacer, aunque sin perderlos de vista -la misma que él siempre pidió para Galicia y devolvió con mayorías absolutas-, será más difícil de aplicar en unas elecciones generales, donde todos los territorios confluyen y aún está por ver el papel de los municipalismos, del que Teruel Existe ha sido pionero con éxito.


El resultado en Andalucía no es extrapolable a España, aunque la tendencia de la derecha es a subir y la de la izquierda, a bajar en todo el país; y eso es indiscutiblemente un aviso a navegantes del tablero perdedor. Lo de la izquierda, de centro a alternativa, es un desastre sin paliativos, aunque el del PSOE podía haber sido mucho peor, lo creo de verdad. Pero de la izquierda hablaremos otro día, sobre todo, porque ella ha quedado tan noqueada que no acepta crítica -ni autocrítica- alguna. Pregúntese de inicio por qué hay tantos andaluces y andaluzas que han desconectado de los partidos políticos y tal vez encuentren más respuestas que echando a los medios de comunicación toda la culpa de su derrota. Lo digo por si les importa algo lo que viene y si no, pues dejen las cosas como están. Sin vicepresidenta Olona, al menos, hoy estamos mejor.

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