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El papa Francisco se mueve para erigirse como mediador entre Rusia y Ucrania

El papa Francisco se está moviendo para erigirse como mediador entre Rusia y Ucrania. Jorge Mario Bergoglio está disponible para un diálogo y viajar incluso a Moscú; pero Putin y la Iglesia Ortodoxa Rusa se mantienen distantes con el Santo Padre. ¿Qué margen tiene el Papa Francisco para lograr una mediación entre Rusia y Ucrania como la que sí consiguió entre Estados Unidos y Cuba? ¿Cómo podría conseguirlo?

El Papa Francisco llega a la Audiencia General Papal semanal en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 27 de abril de 2022.
El papa Francisco en la Plaza de San Pedro, Ciudad del Vaticano, el 27 de abril de 2022. FABIO FRUSTACI / EFE

El papa Francisco está trabajando para erigirse como mediador entre Moscú y Kiev, con el objetivo de alcanzar la paz lo antes posible y evitar la pérdida de más vidas humanas debido al conflicto en Ucrania. Hace ya dos meses que Putin conoce las intenciones de Jorge Mario Bergoglio y el haber hecho pública dicha información recientemente ha sido una estrategia comunicativa para declarar sus intenciones y desbloquear el camino hacia la paz. El Vaticano podría seguir el mismo esquema que llevó al deshielo entre EEUU y Cuba; pero en la guerra de Ucrania hay más actores en juego y, ante todo, Putin tendrá que parar el fuego y aceptar al argentino como mediador. En un momento en el que la Iglesia Ortodoxa rusa tiene dificultad en desligarse del Kremlin, Francisco quiere emplear su reconocimiento para que el agresor y el agredido, dialogando, sean partes de la solución.

La predisposición de Jorge Mario Bergoglio como mediador en el conflicto se conoció oficialmente hace unos días, cuando en una entrevista concedida al diario italiano Corriere della Sera el propio pontífice confirmó que a mediados de marzo informó a Vladimir Putin de que está "dispuesto a ir a Moscú" para hablar con él en el Kremlin; del mismo modo que ya había telefoneado al líder ucraniano Volodimir Zelenski "el primer día de guerra". Se da por descontada, por parte de Zelenski, la aceptación del papel del papa Francisco como mediador en el conflicto, porque fue exactamente lo que le pidió el líder ucraniano hace unas semanas en una llamada que él mismo le hizo al obispo de Roma.

El propio pontífice confirmó que a mediados de marzo informó a Vládimir Putin de que está "dispuesto a ir a Moscú" para hablar con él en el Kremlin

"El papa Francisco está haciendo una llamada moral, remarcando una y otra vez la absurdidad de la guerra", explica a Público el profesor Michele Sorice, docente de Sociología de la Comunicación y de Ciencias Políticas de la Universidad Luiss de Roma: "Una vez que se ha visto superada la idea de la guerra justa, Jorge Mario Bergoglio hace constante hincapié en que la verdadera paz se logra sin humillar a nadie. Ni siquiera el agresor, aunque éste tenga la mayor responsabilidad acerca de lo ocurrido". Y añade: "El elemento moral es importantísimo, porque permite al Papa jugar su papel desde la óptica de la autoridad, vinculada a la idea de auctoritas en latín, al reconocimiento". Todo ello, a base de ostpolitik, donde en el pontificado del Papa Francisco la Iglesia Católica se muestra muy disponible a apartar las cuestiones de principio con tal de mantener un diálogo tanto con la Iglesia Ortodoxa como con Rusia.

¿Se están dando las mismas condiciones como cuando Barack Obama y Raúl Castro acercaron sus posturas debido a Francisco? "Ahora es difícil porque están pesando mucho las cuestiones militares y estratégicas, sobre las que la Santa Sede no tiene margen de maniobra", comenta a Público el sacerdote Stefano Caprio, profesor de Historia y Cultura Rusa en el Pontificio Instituto Oriental de Roma y misionero en Rusia entre 1989 y 2002. "Entre Estados Unidos y Cuba", además, "hubo sólo dos actores: Estados Unidos y Cuba. En la guerra de Ucrania la situación es más compleja, porque no intervienen sólo Moscú y Kiev, sino también Washington", explica Sorice. Aun así, según él, "hay margen para pensar que Putin esté dispuesto a aceptar al papa Francisco como mediador. Otra cosa son las dinámicas internas de poder en Rusia".

La diplomacia vaticana, con el viento a favor, podría tener el camino allanado: "El Papa ha condenado fuertemente la guerra, pero nunca ha pronunciado la palabra Rusia o Putin, declarándolos culpables. Ni en 2014 ni ahora", aclara Caprio, quien añade: "Colocándose Francisco por encima de las partes y siendo neutral de forma activa, Moscú considera que la postura de la Santa Sede es equilibrada y que destaca por estar fuera de la órbita de Occidente. Por ello, Moscú podría abrir un canal de diálogo con Roma". En este clima, "los tonos del pasado lunes de Putin en el Día de la Victoria podrían estar anunciando una desescalada ya en marcha. Una fase en la que, por tanto, se podría volver al diálogo", afirma Stefano Caprio.

En este clima, "los tonos del pasado lunes de Putin en el Día de la Victoria podrían estar anunciando una desescalada ya en marcha. Una fase en la que, por tanto, se podría volver al diálogo", afirma Stefano Caprio

Estando sobre la mesa el riesgo nuclear, el papa Francisco también está aplicando el "realismo político", apunta Sorice, "llevando a cabo propuestas de mediación y de desescalada, no sólo diciendo que la guerra es mala, sino hablando de negociación y diálogo para crear una nueva situación, que tenga como resultado la paz. Sabiendo perfectamente quién es el agresor y quién es el agredido, con el cese inmediato de las acciones militares, Francisco quiere lograr que haya el menor número de muertos lo antes posible". Con menos fallecidos, también será más fácil el diálogo, la negociación y la paz.

Francisco, así pues, realiza un "doble gesto comunicativo", explica el docente de Comunicación y Ciencias Políticas: "Por un lado, se erige como posible mediador; por el otro, reivindica que la paz es posible sólo si todos los actores están involucrados, incluso los agresores. Es decir, la paz después de una eventual victoria o tras la destrucción no será nunca la paz, la verdadera. La paz como resultado de una lenta y cansada obra de mediación".

¿Por qué la situación sigue bloqueada? Entre otras cosas, también porque el Patriarcado de Moscú se encuentra condicionado por las decisiones del Kremlin, algo que tiene lugar desde su nacimiento en el siglo XVI, donde además hay que sumarle que hay sectores de la ortodoxia rusa "que tienen una visión más radical acerca de Occidente y que están todavía más a favor de la guerra de Putin", divulga Stefano Caprio, docente de Historia y Cultura Rusa. Lo cual implica un elemento más de dificultad en las relaciones entre el Papa de Roma y el Patriarca de Moscú; porque cuando intervienen factores de naturaleza política, las relaciones diplomáticas se complican.

Las relaciones entre la Iglesia Ortodoxa rusa y la Iglesia Católica no destacan hoy en día por ser fluidas, pero tampoco malas

"Como resultado, observamos el difícil diálogo entre el patriarca Cirilo y el papa Francisco; pero donde este último trata de apuntar más en los elementos que los unen, más que en aquellos que los separa", explica Sorice, quien añade: "El mensaje del papa Francisco es universal porque quiere ser inclusivo para superar las diferencias", al servicio de la protección de la vida humana. Pero el Papa se ha dirigido directamente al Kremlin, "lo cual ha irritado al patriarca de Moscú, Cirilo", explica el experto en Historia y Cultura Rusa, quien aclara: "La idea de fondo del Vaticano, sin embargo, ha sido siempre la de apartar los esquemas políticos y hablarse cara a cara para entenderse".

Las relaciones entre la Iglesia Ortodoxa rusa y la Iglesia Católica no destacan hoy en día por ser fluidas, pero tampoco malas. En los últimos años la Iglesia Católica presta una atención especial hacia el Patriarcado de Moscú. En un clima en el que el este último, además, ha entrado en conflicto con el resto de Iglesias Ortodoxas en los últimos años; el Papa, actualmente, es también un mediador también dentro de la propia ortodoxia. Así pues, las relaciones entre la Iglesia Católica y la Iglesia Ortodoxa rusa son buenas, "también porque se ha acordado no insistir sobre las cuestiones teóricas, diplomáticas y ecuménicas; y buscar puntos en común en lo humanitario", explica Caprio. Un horizonte de esperanza podría radicar en la independencia de la Iglesia Ortodoxa rusa del Kremlin y su colaboración junto a la Iglesia Católica porque "más allá de lo político, la Iglesia Ortodoxa rusa es una institución que está al lado de quienes sufren, que escucha a las personas, que ayuda", aclara Sorice.

Mientras sigan cayendo las bombas, ¿podrá el mensaje de Francisco resistir a la fuerza de la propaganda cruzada entre Rusia y Ucrania? "Estoy más que convencido de que sí", confiesa el profesor Michele Sorice. "No obstante, las personas están desencantadas precisamente porque son conscientes de la capacidad de manipulación, distorsión y de orientación funcional que éstos tienen el medio digital y las redes sociales". Y añade: "Por esta razón la voz del papa Francisco destaca porque su mensaje y postura no son banales, aun destacando por su sencillez".

Un horizonte de esperanza podría radicar en la independencia de la Iglesia Ortodoxa rusa del Kremlin y su colaboración junto a la Iglesia Católica

El sacerdote Stefano Caprio, profesor de Historia y Cultura Rusa en el Pontificio Instituto Oriental de Roma tiene claro que "no es fácil que la propaganda instrumentalice la postura de la Iglesia Católica". Todo ello, además, en un contexto donde "el papa Francisco tiene una personalidad muy fuerte en medio de un escenario internacional donde no hay muchos actores de su calibre; lo cual le permite no sólo estar por encima de las partes, sino también de las propagandas y de las instrumentalizaciones". Caprio va más allá: "El papa Francisco podría ofrecer las respuestas necesarias para absolver a los propios rusos, remarcando que la guerra es una decisión política y no culpa del pueblo. Y donde todos juntos podemos volver a reconstruir el mundo. El Papa está más que listo para hacerlo y en Rusia sería muy apreciado".

Hace ocho siglos, hubo quien abrió el camino del propio Jorge Mario Bergoglio, en un sentido amplio. En la quinta cruzada, en 1219, un hombre se marchó a Tierra Santa para hablar con el sultán de Egipto, Malek Al-Kamel. Pero aquel hombre itálico sabía que hablar con alguien radicalmente diferente, que podría ser incluso el "enemigo", es el único instrumento que permite llegar a la paz. Es la lección de San Francisco de Asís. Y que resume todo un pontificado.

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