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Estreno en Movistar Plus+ 'The First Lady' lo tenía todo para triunfar y se entregó al melodrama

Movistar Plus+ estrena una serie que poner el foco sobre tres primeras damas estadounidenses y su paso por la Casa Blanca: Michelle Obama, Betty Ford y Eleanor Roosevelt.

Imagen de 'The First Lady'
Imagen de 'The First Lady'. Movistar Plus+

Sobre el papel, la serie de Showtime que este jueves llega a Movistar Plus+ contaba con una buena idea, tres personajes reales interesantes y un reparto con tres estrellas de talento indiscutible, Viola Davis, Michelle Pfeiffer y Gillian Anderson. Resumiendo: The First Lady, serie creada por Aaron Cooley y dirigida al completo por Susanne Bier, lo tenía todo para triunfar. Y, aún así, no solo no convence en su puesta en escena, desarrollo e interpretaciones, sino que deja la sensación, tras ver cuatro episodios de los diez que la componen, de que se ha desaprovechado material y calidad para entregarse al melodrama.

En The First Lady confluyen varios problemas y el primero de ellos es que quiere abarcar demasiado. Se podía haber elegido centrar la serie en una única primera dama o repartir el protagonismo de las seleccionadas por capítulos completos, por ejemplo. Sin embargo, se salta de Michelle Obama a Betty Ford y Eleanor Roosevelt sin orden aparente. Además, como si cambiar de personaje no fuese suficiente, se viaja en el tiempo, yendo hacia atrás y hacia delante, para intentar dar una visión más amplia de tres personalidades de la historia reciente de Estados Unidos. El objetivo de todo esto, conseguido solo a medias, es mostrar al público que fueron (o son) mucho más que 'la mujer del presidente'.

Fueron primeras damas genuinas, que marcaron una época y que dejaron su impronta dentro y fuera de la Casa Blanca a su manera, independientemente del partido por el que gobernaron sus maridos. Eso no se puede discutir y es algo que evidencia la serie, aunque sea con cierta torpeza. El problema es que lo que prevalece es un retrato deslavazado como una sucesión de pasajes inconexos. El guion se empeña demasiado, al menos en los cuatro episodios vistos antes del estreno, en enfatizar lo importante que es lo que se está contando sin que en realidad se llegue a contar o profundizar demasiado en nada. Buenas intenciones, pero fallidas.

Quien más convence y más natural resulta es Pfeiffer como esa Betty Ford

Viola Davis interpreta a Michelle Obama. Gillian Anderson se mete en la piel de Eleanor Roosevelt. Y, por último, Michelle Pfeiffer da vida a Betty Ford. En el caso de las dos primeras, cuesta ver más allá de la caracterización y sus esfuerzos por copiar hasta el más mínimo gesto. A Anderson le pasa algo similar a lo que ocurría con su Margaret Thatcher en The Crown. Quien más convence y más natural resulta es Pfeiffer como esa Betty Ford casi siempre con una copa en la mano, superada por su propia vida e incapaz de asumir que su tiempo como bailarina pasó. De hecho, su historia es la más interesante de todas. Pero, al tener que compartir el tiempo con el resto, se la pierde durante demasiado tiempo de vista. Hay tantos frentes abiertos que temas que salen a relucir, como el machismo de la política y la sociedad, el alcoholismo, la depresión y el racismo, que se diluyen antes de llegar a nada. Están ahí, como un titular de impacto sin desarrollo.

Sus maridos en pantalla, es decir, Barack Obama, Gerald Ford y Franklin D. Roosevelt están interpretados, respectivamente, por OT Fagbenle, Aaron Eckhart y Kiefer Sutherland. Son llamados a escena cuando se les necesita y enviados al otro lado del decorado cuando no hacen falta. Es cierto que funcionan como secundarios de renombre en una serie cuyo objeto de interés son ellas, pero eso no exime a sus responsables de haberles dotado de un poco más de personalidad o empuje para no resultar un mero attrezzo o alguien plantado allí para dar la réplica a la protagonista sin más.

Aún así, no todo es negativo en The First Lady. Además del trabajo de Pfeiffer, las escenas de las versiones jóvenes de sus tres protagonistas resultan bastante más convincentes y aportan valor. Sobre todo porque, en cierta manera y sabiendo que llegarán donde llegarán, se ven esos primeros pasos desde una perspectiva distinta a la del propio personaje. Por otro lado, resulta más sencillo 'comprar' a Eliza Scanlen como Eleanor Roosevelt y Jayme Lawson como Michelle Obama que a sus versiones maduras. Y en el caso de Betty Ford, Kristine Froseth desprende encanto.

La impresión final es que se desperdician tres buenas historias y tres grandes actrices por un empeño incomprensible de no centrarse en ninguna. The First Lady no ha interesado ni convencido a la crítica estadounidense, más versada en la figura de esa primera dama tan alejada de la política española. Y no servirá al espectador de aquí para acercarse al verdadero significado de esa posición en Estados Unidos ni para conocer mejor quiénes fueron ellas, aunque Michelle Obama, en la época de las redes sociales, sea mundialmente conocida. The First Lady es un claro ejemplo de serie víctima del clickbait. Aquí el titular llamativo y engañoso ha sido su reparto y la historia.

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