Una muerte vergonzosa

Madrid

No consigo quitarme de la cabeza, y no creo ser el único, la historia de René Robert, el fotógrafo muerto en París después de permanecer tirado nueve horas en la calle. Murió de frío, congelado en mitad de la vía pública, y no es que estuviera en un callejón oscuro, apartado, que no le viera nadie. no, no, estaba concretamente entre una óptica y una tienda de vinos en el barrio de la plaza de la república, que es uno de los más bulliciosos de París. Claro, este hombre era un fotógrafo muy potente, tiene por ejemplo una colección de las grandes estrellas del flamenco, espectacular; había colaborado con el instituto Cervantes… o sea, que era alguien conocido y por eso se ha sabido cómo murió: congelado… y abandonado.

No se sabe si cayó al suelo por un mareo o si tropezó, da igual; lo importante, lo grave, lo triste es la atroz indiferencia de los demás. Yo creo que la historia da, por lo menos, para que reflexionemos un poco, ¿no? porque la imagen de gente que vive en la calle, los sin hogar, ya la tenemos incorporada -por desgracia- a nuestro paisaje cotidiano, sobre todo en las grandes ciudades; pero si vemos a alguien que puede estar jodido…tampoco debería costarnos tanto echarle un mano, preguntar, avisar a alguien… lo que sea… cualquier cosa menos dejarle que muera de frío. René Robert tenía 84 años y su vida ha terminado de una manera vergonzosa. No para él, sino para todos nosotros.