Fitness

Probé una clase de síclo (y no, no es como el spinning de siempre, es mejor)

En el tiempo que dura una sesión de spinning tradicional, realizas un entrenamiento mucho más completo (y también más duro)
clase síclo spinning
FOTOGRAFÍA: RUBÉN VEGA. ESTILISMO: BERTA ÁLVAREZ

Cuando desde Amazon me invitaron a probar una clase de Síclo –sí, la variante del ciclo que está tan de moda desde hace unos años–, pensé que lo tenía todo controlado. Teniendo en cuenta que había hecho spinning en el pasado durante una buena temporada y que, hoy en día, sigo haciendo deporte, incluido cardio, todas las semanas, no debería ser tan difícil seguir la clase, ¿no? Pues sí. Mi primer error: pensar que el Síclo es igual que el spinning tradicional. Poniéndome (muy) dramática, podría decir que casi no sobrevivo, pero todo lo que aporta una sesión de tan solo 45 minutos merece mucho la pena. Y sí, aunque sufres, también la disfrutas (mucho).

Básicamente, la clave del síclo es que realizas un entrenamiento completo del cuerpo entero durante una única sesión. Es verdad que con lo que conocemos como spinning también involucramos de un modo u otro otros músculos además de los situados en glúteos y piernas, pero en síclo esta implicación es mucho más directa. Desde hacer abdominales –subiendo y bajando en distintas posiciones sobre el manillar–, hasta trabajar los brazos con ejercicios específicos en los que incluso empleas mancuernas, todo esto, sin dejar de pedalear en ningún momento, claro. Teniendo en cuenta que la actividad ciclista en sí misma –con la subida de carga y velocidad en aumento correspondiente– ya es suficiente para dejar sin respiración (literalmente) a la mayoría, si a ello sumas todos esos ejercicios adicionales, tienes el cóctel perfecto para: a) entrenar todo el cuerpo en tiempo récord mientras también haces cardio; b) quemar muchas calorías; y c) acabar completamente agotada.

Luego están los otros beneficios, destacando la facilidad para desconectar de absolutamente todo durante la clase. No solo porque son tres cuartos de hora sin poder mirar el móvil, o porque estás rodeada por una música de discoteca y juegos de luces que te hacen perder por completo la noción del tiempo y el espacio, sino también porque la sesión es tan dura y con tantos cambios –tienes que estar atenta para seguir los diferentes tipos de abdominales, agarres, etc.– que solo puedes pensar en lo que estás haciendo. Pero, además, es un auténtico chute de endorfinas, poniéndote de buen humor –incluso me sentí más productiva al irme al trabajo después de terminar la clase– e impulsando tu autoestima. Al fin y al cabo, no hay mayor sentimiento de autorealización que haber sobrevivido (incluso si ha sido a duras penas).

Y no te sientas intimidada si no estás acostumbrada a hacer ejercicio, porque al final se trata de mover el cuerpo, hacerlo lo mejor que puedas e ir mejorando con el tiempo. Si necesitas un último empujoncito, aquí tienes tres consejos de principiante a principiante para iniciarte (y engancharte):

#1. No temas pedir ayuda

Desde la altura a la que colocar el sillín hasta cómo fijar las zapatillas especiales –te las facilitan en el propio centro– a los pedales, si no sabes hacerlo correctamente, no temas pedir ayuda. Al fin y al cabo, lo más importante es que realices la clase cómoda y sin tener que preocuparte por no estar en la posición adecuada o porque se te suelte un pie. Así que, al menos en la primera clase, asegúrate de que lo estás haciendo bien porque, como todo, tiene su truco.

#2. Escoge bien el look

Una cosa está clara: vas a levantarte y sentarte mucho, y vas a sudar mucho. Así que las prendas que lleves a la clase no solo deben ser cómodas, sino que deben ser muy específicas. Que se adhieran bien al cuerpo para que no te estorben con tantas subidas y bajadas, pero que resulten ligeras y no den calor, y que los leggings no se vayan cayendo con el movimiento. Si además es un conjunto bonito y que estilice, será también la motivación perfecta para animarte a ir a entrenar.

#3. Sube la intensidad sin miedo

Si te dicen que des tres vueltas a la carga, dáselas sin temor. Aunque puede intimidar al principio, si de verdad quieres que el entrenamiento surta efecto, lo mejor es seguir las indicaciones del instructor. Recuerda que, si resulta ser demasiado, siempre puedes retroceder y quitar algo de carga, pero no empieces con la mentalidad de que va a ser mucho para ti. Prometido: una vez estás en la bicicleta pedaleando, es más fácil de lo que imaginas seguir el ritmo. Y sino, con el tiempo.