ECONOMIA
Exclusión financiera

El jubilado que ha movilizado a 350.000 mayores: "He llegado a sentirme humillado al pedir ayuda en un banco"

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"Tienen nuestros ahorros, sólo pedimos que dejen de excluirnos", dice Carlos San Juan, el jubilado que denuncia el trato de la banca a los mayores

Carlos San Juan, en las cercanías de su casa en Valencia.
Carlos San Juan, en las cercanías de su casa en Valencia.K. FÖRSTERLINGEFE

Carlos San Juan De Laorden recibió hace unos días una llamada que ni imaginaba. El director de zona de su banco le convocaba a una reunión presencial en su sucursal el próximo lunes. «Justo eso que no pueden hacer casi 10 millones de mayores en España», se lamenta desde su casa del barrio del Ensanche de Valencia, donde no para de atender desde que colgó en la plataforma change.org una petición que está cerca de alcanzar las 350.000 firmas bajo el título: «Tengo 78 años y me siento apartado por los bancos. Atención humana en las sucursales bancarias».

Este urólogo jubilado, nacido en Zamora pero residente en Valencia desde hace más de 60 años, se ha convertido en el rostro que denuncia la deshumanización de las entidades financieras por el rampante proceso de digitalización que ha acelerado aún más la pandemia. Y esa convocatoria para disculparse no es suficiente. Agradecido por la repercusión de su denuncia, él ya ha aceptado «recoger la voz de los sin voz», de aquellos que tiene menos fortuna porque apenas alcanzan a manejarse con «teléfonos dinosaurios, de esos que solo tienen la tecla de llamar y colgar». Él lo hace, con el ordenador, las redes y el teléfono, pero se complican los cambios de las aplicaciones y los cajeros cada día menos intuitivos.

Al doctor San Juan le atropelló la jubilación antes de lo esperado. Fue vicepresidente de la Asociación de Urología de la Comunidad Valenciana y Murcia, profesor asociado de la Facultad de Medicina de la Universidad de Valencia y se formó en la Fundación Puigvert de Barcelona, desde donde volvió a Valencia, primero en el Hospital La Fe y después como jefe de servicio en el Hospital Doctor Peset. El final de su carrera, que quería alargar hasta los 70 años, lo marcó el parkinson que le detectaron a los 65. «Sufrí mental y emocionalmente, pero me mantengo ágil de mente, aunque con achaques de la enfermedad y la edad. Lo que sí noto es que soy más vulnerable ahora que antes. Y eso es un bajón», relata.

A Carlos los bancos con los que trabajaba, BBVA y Bancaja (hoy Caixabank), le llamaban al hospital cuando estaba en activo, con una atención personalizada y confianza absoluta. «Eran amigos», describe. De uno de ellos es cliente desde hace 51 años, «cuando tenían la sucursal dentro del hospital donde trabajaba», recuerda. No desvela el nombre «porque el problema ya es de todos, y la pandemia es solo una excusa». Él apunta a las fusiones como el mayor factor de la deshumanización. «Una vez me dijeron que si no estaba conforme, me cambiara de banco, ¡pero es que no hay alternativa! Es el peligro del monopolio». A eso suma el despido de trabajadores. «Las personas con las que llegaban a contactar y con las que tenía empatía de repente desaparecían. Alguno ya me decía 'si la próxima vez estoy aquí todavía te atenderé'. Están muy estresados y no les culpo, se notaba que trabajaban a desgana y que buscaban ese aislamiento con la clientela», asegura. «Después del confinamiento y de las fusiones, la única llamada que recibí fue para venderme un seguro sanitario privado», recuerda indignado.

San Juan cuenta «dramas humanos» que ha presenciado, «como una señora con discapacidad motora que venía con su cartillita y que la remitían a la misma oficina de donde venía, que estaba a varios kilómetros, y se fue llorando. O que pase un minuto de la hora fijada de atención y te la nieguen, o que tengas que pedir cita previa, como mi mujer hoy, y sea como hacer un máster para dar con la tecla de la aplicación porque no hay forma de contactar por teléfono».

Para él, el cajero es un problema. «Mis temblores se agravan cuando me pongo nervioso, y en el cajero lo hago, por los brillos, las carátulas...voy lento. Si veo que se hace cola, se me complica todo. El otro día me equivoqué de tecla y casi me cobran 13,50 euros de comisión. Eso para un jubilado que cobre 800 euros es trastocarle todo el mes», explica este hombre que solo necesita algo de guía para seguir sintiéndose capaz de manejar sus finanzas.

Humillación

«He llegado a sentirme humillado al pedir ayuda en un banco y que me hablaran como si fuera idiota por no saber completar una operación. Las personas mayores existimos, tienen nuestros ahorros y nuestras pensiones y solo pedimos que se habiliten secciones en las sucursales en las que dejen de excluirnos", exige Carlos, que se indignan cuando alguien, en tono paternalista, le pide que recurra a su hija o a una de sus tres nietas. "Pretenden incapacitarnos. Soy viejo, pero no idiota", dice este médico que disfruta del jazz, hace gimnasia mental y se fuerza a escribir porque nota que cada día le cuesta un poco más.

Carlos también recuerda que en la primera mitad del año pasado, los cinco bancos españoles del IBEX 35 ganaron más de 10.000 millones de euros, por lo que hacer las sucursales más accesibles "no parece una inversión imposible de plantear. Es una gota en el océano de sus beneficios". Además, lanza una advertencia: "la entidad que recupere el contacto directo se llevará todos los clientes, esto les escocería de verdad".


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