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Los prospectos de los medicamentos tienen los meses contados

Un proyecto piloto que comienza en enero sustituirá los impresos con indicaciones de los fármacos en los hospitales por códigos digitales. La industria pretende que sea un primer paso para su eliminación total

Prospectos medicamentos
Una mujer lee el prospecto de un medicamento en su domicilio.Gema García
Pablo Linde

Los prospectos de los medicamentos serán en un futuro no muy lejano códigos que los pacientes podrán escanear con su móvil, como les ha sucedido a las cartas de muchos restaurantes. La industria farmacéutica planea que el folleto impreso desaparezca a medio plazo. Un proyecto piloto comenzará a experimentar con esta fórmula en los hospitales a partir de enero, pero la idea es que se expanda a todos los fármacos para implantar un sistema “más eficaz y menos contaminante”, explican fuentes del sector.

Aunque es una tecnología que parece al alcance de cualquier bar de barrio, trasladarla a los fármacos requiere ciertos cambios normativos y una coordinación entre empresas y administraciones. Para comenzar a implantarla, los hospitales españoles que se sumen al plan propuesto por Farmaindustria (la patronal que aglutina a las principales empresas del sector) estarán durante un año probándola. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios publicará en las próximas semanas con qué fármacos se inicia este programa piloto.

A priori será algo que los ciudadanos no notarán. Los medicamentos que se dispensan en los hospitales no llegan a los pacientes en sus cajas, igual que los ciudadanos no vieron el prospecto de la vacuna de la covid que le pusieron en su centro de salud o su vacunódromo de referencia. Fue precisamente la emergencia sanitaria la que ha detonado el uso de esta tecnología en los medicamentos. En un trámite administrativo mucho más rápido que el habitual, se permitió que los prospectos llegaran físicamente solo en inglés y los envases añadían un código que se podía consultar para poder leerlo en el idioma de la Unión Europea que correspondiera.

Ana López de la Rica, directora asociada del departamento técnico de Farmaindustria, enumeraba en noviembre en un seminario con periodistas algunas ventajas del prospecto digital frente al de papel: “Para empezar, protegemos el medioambiente. Al leer el código podrá verse el lote del producto y la fecha de caducidad. Además, se podrá consultar un prospecto actualizado en tiempo real que podrá estar en todos los idiomas de la UE. Y para los reguladores disminuye la carga burocrática de actualizar documentos en formato PDF y Word”.

La eliminación del folleto en papel también presenta un problema que habrá que solucionar: los mayores usuarios de los fármacos son precisamente personas de edad avanzada que no siempre se maneja bien con las nuevas tecnologías. “Habrá que estudiar la fórmula, pero una puede ser que las oficinas de farmacia les impriman los prospectos para que los puedan leer”, señala López de la Rica.

La directiva de la patronal farmacéutica asegura que la agencia reguladora europea y la industria están trabajando en la creación de una herramienta que sea capaz de transformar todos los prospectos autorizados en un formato electrónico común “que sea interoperable”. “Esto permitirá a los médicos y autoridades sanitarias que puedan explotar los datos de los prospectos y hacer búsquedas por ejemplo por reacciones adversas, comprobar tendencias de a dónde van las modificaciones de los medicamentos”, apunta.

En los últimos 12 meses en las farmacias españolas se vendieron más de 1.300 millones de envases de medicamentos (cajas, botes, botellas…), con sus correspondientes prospectos, según datos de la consultora HMR. Cada uno pesa aproximadamente dos gramos que muy a menudo solo sirven para obstaculizar el acceso a las pastillas. Cuando la iniciativa de digitalizarlos se complete, se ahorrarán cada año alrededor de 2.600 toneladas de papel, más la tinta y el proceso de impresión. Y eso, sin contar los que se dispensan en hospitales.

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Sobre la firma

Pablo Linde
Escribe en EL PAÍS desde 2007 y está especializado en temas sanitarios y de salud. Ha cubierto la pandemia del coronavirus, escrito dos libros y ganado algunos premios en su área. Antes se dedicó varios años al periodismo local en Andalucía.

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