El little black dress es un exponente en la evolución de la moda, una pieza que aguanta imperante el paso del tiempo, que se adapta a las nuevas tendencias y se convierte en un fondo de armario imprescindible, por su versatilidad y su sencillez. Es un clásico entre los clásicos, cuyo origen se remonta a 1920 de la mano de la diseñadora francesa Coco Chanel y que no nos cansamos de ver en la calle y en la gran pantalla. Una prenda que tras encenderse las luces del cine se nos queda pegada a la retina, en busca de revivir las escenas que nos transportaron a otros mundos, justo en este, vestidas como las grandes divas de Hollywood.
A veces sucede de forma casi inconsciente, nos inspiramos en los looks de las mujeres a las que admiramos para conseguir transmitir esa fuerza que desprenden fotograma tras fotograma, para calcar el cuerpo en una prenda en la que nos sintamos momentáneamente Rita Hayworth en Gilda, cantando desafiante ante la multitud Put the blame on Mame, o Marilyn Monroe, irrumpiendo en la pantalla con aquel LBD estilo Bardot sublimando cada plano en el que aparece.
El Little black dress es un claro ejemplo de reinterpretación constante en la moda y el cine. Desde aquel Givenchy de seda que lució Audrey Hepburn en la brillantísima obra de Blake Edwars, Desayuno con diamantes, en ese fotograma imborrable donde la actriz se para frente al escaparate de Tiffany’s, con su recogido en forma de moño italiano, sus guantes de seda negra, su colgante de perlas y sus gafas Wayfarer, enfundada en una de los vestidos más admirados de todos los tiempos mientras se come un croissant. O aquel Balenciaga con el que Anita Ekberg se baña en la Fontana di Trevi bajo la incansable mirada de Marcello Mastroianni en la obra maestra de Federico Fellini, La dolce vita.
Vestidos atemporales que nos transportan a la Quinta Avenida de Nueva York o al epicentro de Roma, que nos hacen viajar como sólo lo consiguen las grandes películas, a la Francia de la Nouvelle Vague, a los años cincuenta en Estados Unidos o a una comedia romántica del 2000. Seleccionamos los Little black dressesmás icónicos de la historia del cine para que recorras con ellos las películas que les dieron vida.
Desayuno con diamantes
Cuando pensamos en un little black dress automáticamente se nos viene a la cabeza el Givenchy que llevó Audrey Hepburn en Desayuno con diamantes. El más famoso de todos los tiempos, con su inigualable escote recortado que elevó a la actriz y la convirtió en un icono de la elegancia y la sofisticación.
Gilda
Rita Hayworth llamó la atención de todos los presentes en aquel casino de Estados Unidos mientras se deslizaba por la pista deshaciéndose de sus guantes en un delicado striptease que convirtió aquel Balenciaga negro en un vestido que pasaría a la historia del cine. Una escena bajo la dirección de Chales Vidor que la coronó como la femme fatale por excelencia y que tiempo después dio lugar a una de las declaraciones más célebres de la actriz: “Todos los hombres que conozco se acuestan con Gilda, pero se levantan conmigo”.
La jungla de asfalto
En la cúspide de su estrellato, Marilyn Monroe eclipsó la atención del film de John Huston con su Little black dress en una de las películas de cine negro más famosas de todos los tiempos.
La dolce vita
Piero Gherardi se llevó el Óscar a Mejor diseño de vestuario por incluir en la gran obra de Federico Fellini el Balenciaga con el que Anita Ekberg se da un baño en plena noche en la Fontana di Trevi. Cortado minuciosamente para revelar la totalidad de sus piernas, se convierte en otro de los vestidos más admirados de la gran pantalla.
El gran rubio con un zapato negro
Mireille Darc vistió en esta comedia francesa de Yves Robert en 1972, uno de los vestidos más arriesgados de la historia del cine. Aparentemente recatado si se mira de frente, pero con la espalda totalmente descubierta, dejando ver la hendidura de la nalga. Una pieza inolvidable.
Nueve semanas y media
Una de las escenas más recordadas del drama erótico por excelencia de los 80, es en la que Kim Basinger gatea sobre el suelo recogiendo el camino de billetes que le llevan hasta su amante Mickey Rourke, todo ello enfundada en un vestido negro ceñido, acompañado de unos tacones de aguja.
Una proposición indecente
De tiras y con cortes atrevidos, así es el LBD que llevó Demi Moore en el taquillazo dirigido por Adrian Lyne, convirtiéndose en uno de los films más vistos y aplaudidos de la época.
Mr. y Mrs. Smith
El film que vio nacer la química entre Brad Pitt y Angelina Jolie, en el que la protagonista lució un vestido de noche con escote en forma de corazón y aberturas hasta los muslos que empasta a la perfección con el estilo de romance y acción que envuelve la película. Protagonizó una de las escenas más icónicas del largometraje en la que Angelina baila un tango épico junto a su pareja con una pistola enganchada a la liga.
Si tuviéramos que nombrar una prenda que sea útil y elegante a la vez, sin duda, nombraríamos los guantes. Tendencia en invierno por ayudarnos para paliar el frío, pero, también, durante otras épocas del año para expresar estilo y elegancia. Hoy te contamos más sobre esta prenda 'evergreen'.
Su físico no se correspondía a los cánones de la época, su voz no era la más adecuada para cantar la mítica Moon River, Truman Capote pensaba en Marilyn en lugar de ella… sin embargo, Audrey Hepburn logró convertir en todo un mito Desayuno con Diamantes.
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