El ejemplo Frenkie

El caso Frenkie de Jong debería alertar a las autoridades del FC Barcelona

En apenas tres años ha pasado de ser uno de los mejores jóvenes de Europa a un centrocampista sin incidencia en el juego de su equipo

Frenkie de Jong, durante el partido del Barça contra el Stuttgart

Frenkie de Jong, durante el partido del Barça contra el Stuttgart / Valentí Enrich

Xavi Torres

Xavi Torres

El caso Frenkie de Jong debería alertar a las autoridades del F. C. Barcelona. En apenas tres años ha pasado de ser uno de los mejores jóvenes de Europa a un centrocampista sin incidencia en el juego de su equipo. Sin duda ha ayudado la crisis de juego colectiva pero ante tanto talento hay que esperar un acto de batalla contra la mediocridad.

De Jong no parece De Jong. Y como en esto de buscar culpables siempre hay fugas no vamos a perder el tiempo. Sin embargo, parece lógico enviar un aviso para evitar determinadas repeticiones peligrosas.

Esta semana ha renovado su contrato Ansu Fati, la nueva sensación azulgrana. La semana pasada lo hizo Pedri y en mayo, Nico González. Pronto le tocará a Gavi y al resto de jóvenes en dinámica del primer equipo y que, visto lo visto, conforman la estrategia del club para el futuro.

Todos son muy buenos pero ninguno ha finalizado su etapa de formación. Frenkie de Jong llegó al Barcelona con 21 años y, aunque pudiera parecer lo contrario -el tiempo ha dictado sentencia-, tampoco lo sabía todo. ¿Por qué nadie del club se preocupó en ayudarle a seguir creciendo como futbolista? ¿Por qué no hubo tecnificación con él?

Ansu tiene 18 años, como Pedri. Nico, 19 y Gavi, 17. Pero atención, Araujo, Riqui, Mingueza e Iñaki Peña, tienen 22; Dest, Eric Garcia y Arnau Tenas, 20; y Yusuf y Balde, 18. Y todos ellos tampoco lo saben todo porque, que quede claro, llegar a Primera División no debería significar poner punto y final a su etapa de formación. ¿Quién se va a dedicar a completarla? ¿Quién va a perder (o mejor, ganar) el tiempo en mejorar a estos chicos? Por favor, el plan del club. Y los nombres y los apellidos de quienes se van a ocupar. Hay demasiado en juego.