Personajes

Chiara Ferragni habla de redes sociales, de roles familiares y de las incontables dudas que asaltan a una mujer hecha a sí misma

¿Qué haría la influencer de moda más importante del mundo (según Forbes) si Mark Zuckerberg borrase su perfil de Instagram? Seguir contando a su manera su propio relato
Chiara Ferragni Vogue Italia
Scandebergs

“La gran ilusión que generan las redes sociales es hacernos creer que todo el mundo es mucho mejor que nosotros. Yo intento mostrar mi propia fragilidad, porque quiero romper el mito de que existen vidas perfectas. Me llevó un tiempo recuperarme de cosas que me hicieron mucho daño, pero luego quise contarlas”.

Cuando Chiara Ferragni habla de redes sociales, hay que sentarse a escuchar y tomar nota, porque nadie las entiende mejor que ella. No solo es la influencer de moda más importante del mundo (según Forbes), sino también la narradora de su propia vida con más seguidores de Italia. En los últimos años, junto a su marido Fedez, ha compartido momentos personales, ecografías prenatales, estados de ánimo, infinidad de looks, promociones de productos propios y ajenos, triunfos profesionales y vídeos de sus hijos. Y, cada vez más, expresa su opinión sobre temas sociales y políticos. La próxima primavera, se estrenará además una serie sobre la vida de la pareja, producida por Amazon. Ferragni tiene más audiencia que los telediarios y más lectores que todos los grandes diarios italianos juntos. Como resultado, hay quien vive en estado de alerta por el impacto que tiene su persona y denuncian que, desde su posición de privilegio, podría ejercer un abuso de poder. Quieren regular a Chiara como si fuera un periódico. Ella se ríe de todo esto. "Me hace gracia que piensen que tengo tanto poder. Pero si así fuera, no pasa nada, porque el poder que tengo lo utilizo para influir de manera positiva. No me levanto por la mañana y me pongo a denigrar a la gente”.

El sentimiento no siempre es mutuo. Durante años, muchas voces se han dedicado a menospreciarla: una bloguera que escribe sobre moda, una influencer que no se sabe muy bien en qué trabaja, otra rubia guapa que olvidaremos dentro de seis meses. "No solo pasaba en las redes sociales, sino en la prensa de moda. Cuando empecé se formó un círculo muy cerrado y muy snob. Temía que tuvieran razón cuando decían que sólo duraría una temporada, pero han pasado doce años y hoy puedo decir que se equivocaban".

Internet era el lugar donde sus detractores se abrían docenas de perfiles falsos para intentar destruir su reputación. Ahora es donde ella misma controla toda información que se vierte sobre su persona, donde prefiere revelar en sus propios términos ese tipo de historias que los paparazzi solían robarles a las celebridades. "La frontera entre mi vida privada y mi vida laboral es borrosa, pero también lo es el concepto de privacidad, que es subjetivo. Siempre me ha gustado hablar de mis cosas, así que mis márgenes de tolerancia son probablemente más amplios que los de la mayoría de la gente. Hay situaciones en las que todos preferiríamos que nadie nos reconociera, pero mientras la gente sea amable, no me molesta. Una noche volvía a casa después de discutir con un exnovio y tenía los ojos hinchados de llorar, pero una chica me paró y me pidió un selfie, y le dije que sí. Perder cierta intimidad forma parte del juego".

A muchos personajes públicos les cuesta procesar la incesante atención que reciben por parte de tantos desconocidos, algo a Chiara, según parece, es poco probable que le ocurra. "Para mí no son personas desconocidas. Algunas me siguen desde 2008. Se puede decir que han crecido conmigo y mantengo una relación estrecha con ellas, incluso en privado. No respondo a todo el mundo, pero veo las historias y a menudo dejo un comentario. Algunos fans incluso se dan cuenta en las fotos del más mínimo gesto cuando no me encuentro bien del todo. Y me encanta que sepan que conmigo pueden estar felices o estar tristes. Con algunos tengo incluso cierto grado de intimidad. Sé cosas personales suyas y cuento con un grupo de gente encantadora que me hace sentir muy querida y muy apreciada".

Con este enfoque tan sumamente personal, Ferragni ha dejado anticuados a los medios de comunicación tradicionales, antaño únicos mediadores de lo que los famosos contaban en público, ya fuera a base de intimidades robadas o vendidas por una exclusiva. Ella prefiere controlar a mano (literalmente) su propio relato, empuñando su teléfono móvil. "Me alegro de vivir en una época en la que puedo defenderme fácilmente, con un solo clic, de lo que cuentan de mí, de las tergiversaciones, de los ataques. Es una liberación. Y aunque me siento en la responsabilidad de tener que medir mis palabras, siempre encuentro la manera de decir lo que quiero".

Pero no siempre fue así. "Cuando era más joven y menos segura, me daba miedo tomar partido. Tenía miedo de generar antipatía o de perder clientes. Fue Federico quien me dio la fuerza para mostrarme tal como soy, siempre lo ha hecho. Me hizo darme cuenta de que es importante defender tus ideas, aunque con ello se enfade mucha gente”.

En el último año, los Ferragnez han encendido el debate tras criticar la gestión que se ha hecho en Lombardía de la emergencia sanitaria por Covid y de la vacunación. Pero, sobre todo, al expresar su apoyo a la propuesta de la Ley Zan contra la homofobia, tema que ha desatado violentas agresiones, especialmente de manos de partidarios de la Liga Norte. Un partido político con menos de 6 millones de votantes debería rendirse ante una mujer que con sus decisiones influye en las de 25 millones de personas. Las cifras dan vértigo, pero después de que Twitter borrara de un plumazo la cuenta de Donald Trump con sus 90 millones de seguidores a cuestas, es difícil creer que su posición sea inexpugnable. ¿Quién sería Chiara Ferragni si Mark Zuckerberg borrara mañana su perfil de Instagram? "Encontraría la manera de reinventarme, pero es poco probable que me ocurra a mí eso por la forma en que me muestro. Trump era violento, decía cosas terribles y peligrosas. Por supuesto que me alegré de que lo silenciaran, pero por otro lado pensé: te lo pueden quitar todo en un segundo. Estoy pensando en abrir un canal de Telegram para hablar más directamente con un número selecto de personas, pero con el resto es más fácil interactuar en las plataformas existentes. Los más fieles son capaces de seguirte a cualquier parte, pero no todo el mundo".

A una mujer no se le perdona fácilmente que ostente tal poder y posea el dinero que este conlleva. "Ese es el problema de los hombres. Muchos se asustan de que una mujer tenga dinero y fama. He discutido muchas veces con mis novios por el desequilibrio de poder profesional. Un hombre rara vez acepta una pareja que gane más que él. Un novio que tenía, un fotógrafo bastante bueno, se sentía inferior porque yo era más conocida y trataba de imponerse en nuestra relación, incluso de forma estúpida y mezquina. Eso nunca me ha ocurrido con Federico, nunca me ha tenido miedo. Al contrario, salió a decir en todos los foros posibles, en privado y en público, lo mucho que me admiraba, y ahora nos alegramos de los éxitos del otro. Es feminista". "¿Como tú?" "Sí, creo que lo soy. Las mujeres podemos lograr cualquier cosa, pero la balanza sigue inclinándose en nuestra contra. No hay nada ganado en realidad, salvo sobre el papel, pero quiero creer que avanzamos hacia un mundo en el que nuestros hijos lo tendrán más fácil. Leo juega con todo tipo de cosas, tiene a su muñeca Raquel y se la lleva a todas partes. Sea lo que sea lo que quiera hacer, lo hará, pero sé que fuera de mi burbuja y de las redes sociales aún estamos muy lejos de acabar con la discriminación".

"Compartir imágenes de niños en Internet es un tema muy controvertido y has recibido algunas críticas muy duras. ¿Cómo llegasteis a la conclusión de que al contar vuestra historia ibais a incluir también a vuestros hijos?”. "Leo y Vittoria iban a estar expuestos de todos modos, así que de esta manera también íbamos a poder contarles cosas nosotros. No sé si es lo mejor o no, pero por ahora parece lo más natural para mi generación y para la suya. Hago lo que hacía mi madre cuando nos grababa en vídeo y nos hacía fotos, solo que en lugar de compartirlo solo con mis abuelos, lo compartimos con millones de personas. Creo que la forma en que contamos nuestra vida hace más bien que mal, porque la idea que transmitimos es la de dos jóvenes que se han hecho a sí mismos y tratan de educar a sus hijos para que sean abiertos y no tengan prejuicios. Mucha gente nos escribe y nos dice: 'Cuando estoy triste veo vídeos de Leo y me anima mucho'. Hemos cuidado de no lucrarnos con su imagen y no hemos aceptado patrocinios, pero podemos cometer otros errores, por supuesto. Mientras creas que estás haciendo lo mejor que puedes por ellos, estás cumpliendo con tu deber como madre o padre".

"Parece que nada de lo que venga de internet te da miedo, pese a los discursos de odio que infectan todos los debates". "Claro que hay cosas que me preocupan, pero de mi vida privada y mis relaciones, no de mi vida pública. Cuando estaba embarazada tenía miedo de no ser una buena madre, de no ser capaz de compaginar mi trabajo y mi familia, de que yo como mujer acabase devorada un rol que es maravilloso, pero que no lo es todo de mí. Cuando un hombre se convierte en padre nunca se hace todas estas preguntas. Tengo el síndrome del impostor y muchas veces me paro a pensar y me pregunto: ¿realmente me merezco esta oportunidad que me han dado? Estas son las cosas que me han dado miedo en estos años, no lo que digan de mí. Y veo periódicos que gritan: "¡Escándalo Chiara! ¡Los fans no dan crédito!, y a lo mejor solo me he cambiado el color de uñas. Todos los días hay algún titular tonto de este tipo, pero estoy segura de quien soy: una mujer mucho más sencilla de lo que creen".

Aspirar a la sencillez es harto complicado. Por la sonrisa irónica que me dedica, ella también lo sabe.

Este artículo se publicó originalmente en Vogue Italia

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