Aunque todo parecía señalar que el teletrabajo cambiaría la forma en la que nos enfrentaríamos al mundo laboral, son muchas las empresas (sorry: posiblemente la tuya también) que en España siguen completamente obsesionadas con la presencialidad. Por más que el 22 de septiembre de 2020 se impulsó la regulación del teletrabajo en los convenios colectivos, señalando que el teletrabajo es una forma de organización del trabajo, no de conciliación, un año después el mes de septiembre trajo consigo el regreso a las oficinas. Al hacerlo, quedó claro que la presencialidad sigue siendo vital en nuestro país, pese a que un estudio de Leesman demuestra que cuatro de cada cinco empleados son productivos en casa, frente a los tres en la oficina.

El trabajo por objetivos, por ello, es complicado en España, un país que todavía mira con desconfianza a una modalidad cuyo fin es mejorar los índices de productividad dentro de las empresas.

Las compañías que adoptan este esquema laboral ofrecen a los trabajadores retribuciones variables dependiendo del trabajo realizado y los objetivos alcanzados. Por ello, las horas empleadas para conseguirlas no son un factor que se tenga en cuenta. “Trabajar por objetivos no implica necesariamente que la prestación se realice en espacios distintos a los centros de trabajo, pues puede darse en la organización una gestión por objetivos y también que sea necesario realizar la prestación en el centro de trabajo en un horario concreto. Creo que el problema no es que las organizaciones estén o no preparadas para trabajar por objetivos, sino si saben o no diseñarlos para poder trabajar de ese modo”, explica Arancha de las Heras, presidenta de la UDIMA.

“Trabajar por objetivos permite la autogestión de las personas de sus tiempos de trabajo, saber si tienen que correr más o menos a la hora de realizar las tareas”, aclara.

“El presencialismo sigue imperando y aquel que no está a la vista corre el peligro de ser olvidado. Los directivos dedican tiempo a averiguar lo que hacen los empleados cuando no los ven, y a menudo dan por hecho que no están tan comprometidos con su trabajo como los que acuden todos los días a la oficina”, comenta a BBVA Peter Thomson, experto en el mundo cambiante del trabajo y sus repercusiones en la cultura corporativa y en las prácticas de gestión. “La primera gran medida que deben tomar los directivos de las compañías es dejar de medir aportaciones o input (horas trabajadas) y empezar a medir datos de rendimiento o output (consecución de objetivos). Si la base para el reconocimiento de un trabajo es la producción real, entonces el horario y el lugar donde se realice son prácticamente irrelevantes. Habrá muchos empleos en los que existan límites respecto a cuándo y dónde se puede hacer el trabajo, pero no tienen por qué estar impuestos por la dirección. Cuando se confía en una persona para que decida por sí misma cómo hacer un trabajo, asumirá los límites y trabajará dentro de ellos”, opina.

Sin embargo, no son solo las empresas las que en ocasiones se muestran reacias a esta modalidad, sino que gran parte de los trabajadores sigue atrapada en esa dinámica al preferir rutinas procedentes de generaciones previas.

El empleo con un horario presencial fijo se establece como la norma en un momento en el que algunas empresas comienzan a cambiar las reglas del mercado laboral. Es el caso de Desigual, que en una amplia mayoría ha votado para disfrutar de cuatro días de trabajo a la semana a cambio de una rebaja salarial del 6,5%. “La pandemia nos ha enseñado que se puede trabajar de forma diferente y ser más eficientes: lo que hacemos en 40 horas estoy convencido de que se puede hacer en 35 horas”, explicaba Alberto Ojinaga, director general de la marca. Telefónica también ha dado el pistoletazo de salida a un programa piloto de semana laboral de 32 horas de trabajo concentradas de lunes a jueves.

“Dejamos en manos del empleado la responsabilidad de decidir cuándo necesita tomarse unas horas, un día, una semana o un mes libres, porque estamos convencidos de que solo lo hará cuando esté seguro al cien por cien de que tanto él como su equipo están al día en todos los proyectos y de que su ausencia no va a perjudicar en modo alguno al negocio o, en consecuencia, ¡a su carrera profesional!”, escribe el fundador de Virgin, Richard Branson, en su blog.

Empresas como Fundación Másfamilia, nacida en 2005 con el fin de crear una herramienta profesional de gestión de la conciliación a través de las empresas, apuesta por el trabajo por objetivos, no por la presencia, y permite a sus trabajadores teletrabajar y adaptar sus jornadas a sus necesidades personales.

Habrá que esperar para saber si son más las empresas que revolucionan las técnicas de gestión y conseguimos avanzar así hacia un mundo en el que el trabajo no sea el epicentro de nuestras vidas.