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Zapatero, sobre el fin de ETA: “La clave fue mantener un contacto indirecto tras el atentado de la T4”

El expresidente del Gobierno rememora los diferentes movimientos estratégicos que propiciaron el cese de la violencia de la banda terrorista

El expresidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, el jueves en la Fundación Pablo Iglesias, en Madrid.Foto: OLMO CALVO | Vídeo: BELÉN FERNÁNDEZ, JAIME CASAL, PAULA CASADO
Luis R. Aizpeolea

Cuando el socialista José Luis Rodríguez Zapatero llegó a La Moncloa en 2004, ETA llevaba cuatro décadas de terrorismo y había asesinado a más de 800 personas. Los gobiernos democráticos habían combatido y debilitado a la banda, pero seguía siendo el gran problema pendiente de la democracia. La doble legislatura de Zapatero, de 2004 a 2011, marcó la etapa final de ETA. Empezó con un proceso dialogado entre el Gobierno y ETA y, tras rupturas y vicisitudes diversas, terminó el 20 de octubre de 2011 con la declaración del cese definitivo de la violencia, un mes antes de que Zapatero abandonase La Moncloa.

En el décimo aniversario del final del terrorismo, el expresidente Rodríguez Zapatero asegura a EL PAÍS que la singularidad del proceso, respecto de otros como los del IRA en Irlanda y las FARC en Colombia, radica en que en el caso español fue una decisión unilateral de ETA sin contrapartidas políticas. Al acabar unilateralmente, reafirmó su carácter definitivo, pues se evitaron reproches por incumplimientos que, en otros casos, hicieron descarrilar esos procesos. El expresidente asegura que conoció la decisión de la banda dos meses antes de producirse y el contenido de la declaración final, dos días antes. “Desde que llegué a La Moncloa, mi afán fue erradicar la violencia. Ha sido la tarea más importante y emocionante de mi vida”, señala.

Zapatero asegura que el final del terrorismo fue resultado de la conjunción de dos factores, el debate interno en el mundo abertzale y la determinación de su Gobierno de persistir en el diálogo. Pero la decisión clave del proceso fue mantener la interlocución permanente con los facilitadores/mediadores internacionales, el centro suizo Henri Dunant —que tenía hilo directo con ETA—, incluso cuando los terroristas rompieron el diálogo con la bomba en la T4 de Barajas, que asesinó a dos inmigrantes ecuatorianos. Zapatero supo, enseguida, que el atentado generó una reacción en la izquierda independentista, liderada por Arnaldo Otegi.

El principio del final del terrorismo fue el diálogo entre el presidente del PSE, Jesús Eguiguren, y Otegi, líder de Batasuna, cuenta Zapatero. Eguiguren le informó de que mantenía contactos informales con Otegi, quien pretendía que Gobierno y ETA abrieran un diálogo. En ese momento, la banda estaba debilitada, llevaba un año sin matar y en la izquierda independentista crecían los críticos con la violencia.

Ha sido la tarea más importante y emocionante de mi vida”

Rubalcaba, director del proceso por su “inteligencia”. Zapatero eligió a Alfredo Pérez Rubalcaba como director del proceso por su “inteligencia y capacidad táctica”. Decidieron abrir un proceso de diálogo. Había recibido también una carta de ETA, de 10 puntos, pidiéndolo. “Siempre tuve la convicción de que sin diálogo no habría final del terrorismo. ETA tenía arraigo social. Por eso había sobrevivido tantos años. Había que ganar la batalla de opinión a favor de la paz y el diálogo. Lo habían intentado Felipe González y José María Aznar y no lo lograron. Pero habían aumentado los críticos con la violencia. Estaba convencido de que la corriente crítica seguía creciendo porque era incomprensible el terrorismo. Por eso arriesgué y persistí”, señala Zapatero.

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Entre junio y julio de 2005 se reunieron en Ginebra (Suiza) Eguiguren, ratificado por Zapatero como interlocutor, y Josu Ternera, en nombre de la banda. Acordaron un método. “Estaba inspirado en el Pacto de Ajuria Enea, de los partidos democráticos vascos, incluido el PP, contra ETA. Permitía el diálogo con la banda si se comprometía a dejar las armas, con la limitación de que solo podía abordar la cuestión de los presos y el desarme. Dejaba fuera las cuestiones políticas, competencia de los partidos. No teníamos otro referente porque nada hay en la legislación. Las bases de Ajuria Enea las llevamos al Parlamento, que las aprobó, y abrimos el proceso, tras declarar ETA la tregua”.

El diálogo entre el Gobierno y ETA solo duró nueve meses, de marzo a diciembre de 2006. En diciembre, ETA atentó en Barajas y asesinó a dos inmigrantes ecuatorianos. Los contrarios al proceso se imponían en ETA. “Me acuerdo mucho de las víctimas de aquel atentado. Sentí mucho dolor. Me sentí responsable. Pedí perdón”, señala Zapatero. Sucedió, además, que la víspera del estallido de la bomba, había declarado: “El próximo año estaremos mejor”. Atribuye ese error a que “tenía información de que el proceso transcurría razonablemente, pero suele seguir una cadena que no se traduce adecuadamente”.

El atentado de Barajas. Paradójicamente, la tragedia de Barajas fue el “momento decisivo” en el final de ETA, señala Zapatero. “Abrió una encrucijada entre considerar que era el fin de una esperanza y limitar todo a la acción policial, o era el momento en que reaccionaran los abertzales partidarios de acabar con la violencia. Pensé que sucedería lo segundo porque teníamos información de que ese mundo consideraba incomprensible e inaceptable el atentado. Fue clave Rubalcaba en aquel momento. Compartí su opinión y la de Eguiguren de que el atentado inició el enfrentamiento entre la izquierda independentista, liderada por Otegi, y ETA”.

Zapatero divide el proceso final de ETA en tres etapas. La primera fue el prediálogo entre Eguiguren y Otegi. La segunda, las conversaciones entre el Gobierno y ETA. La tercera, el posdiálogo, arranca con las consecuencias del atentado de Barajas y la ruptura de la tregua por parte de ETA.

“La autoridad moral y la convicción profunda del Gobierno de que era posible terminar con el terrorismo por el diálogo estimuló el debate en la izquierda abertzale. Lo tuve en cuenta en mis pronunciamientos. Sabía que tenían eco en ese mundo y quise, tras el atentado, que supieran que seguía convencido del final. Luego comprobamos que el atentado provocó un cisma definitivo”, explica Zapatero.

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, durante la conversación.
El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, durante la conversación.Olmo Calvo

Los mediadores internacionales. En ese momento fue clave el papel de los facilitadores/mediadores internacionales, específicamente el Centro Henri Dunant, de Ginebra, cuyo director era Martin Griffiths, señala Zapatero. Los facilitadores mantenían la conexión con el sector de ETA que quería acabar con la violencia. “Fue clave mi decisión de mantener la vía de contacto indirecta, sin formalidad ni reconocimiento. Realizaron un trabajo muy discreto y eficaz. Impulsaron y tutelaron la idea del final. Sin ellos, no hubiéramos tenido el final que tuvimos. Espero que un día la sociedad se lo reconozca. Tuve la oportunidad de decírselo en un reencuentro muy emotivo”.

Apoyo de Blair y Sarkozy. Zapatero valora también el papel de los gobiernos europeos, especialmente el noruego y el suizo. Ambos países fueron escenario de los encuentros entre el Gobierno español y ETA y la seguridad corrió a su cargo. “El apoyo de los gobiernos europeos al diálogo fue absoluto. Recuerdo a Tony Blair, al presidente francés, Nicolas Sarkozy, y Estados Unidos, cuyas posiciones contrastaron con la visión de corto alcance de la oposición conservadora en España”.

Mientras la izquierda independentista inició su catarsis, ETA lanzó una ofensiva, la última. Tras el atentado de Barajas, asesinó a dos guardias civiles en Cap Breton (Francia) en 2007 y a dos agentes en Palma de Mallorca en julio de 2009. En mayo de 2010 cometió el último asesinato: un gendarme, Serge Nerin, cerca de París. El Gobierno reaccionó con la detención de los líderes etarras que protagonizaron la ofensiva: Thierry, Txeroki y Aitzol Iriondo.

“O votos o bombas”. En ese momento, Rubalcaba, ministro del Interior, retó a la izquierda independentista con el “o votos o bombas”. O rompía públicamente con ETA o los amenazaba con la prisión. Otegi fue encarcelado, acusado de reorganizar la izquierda abertzale. Eguiguren mostró su desacuerdo, mientras Rubalcaba lo consideró un factor de presión para que la izquierda independentista se comprometiera contra ETA. Zapatero lo atribuyó a una decisión judicial y señala: “La eficacia policial venía desde hacía años. Una dirección de ETA sustituía a otra. La clave era política. Que los abertzales y ETA reflexionaran sobre el final. Tardó. Más de lo que pensé. Pero sucedió”.

Me acuerdo mucho de las víctimas de aquel atentado. Me sentí responsable. Pedí perdón”

Otegi, en el momento de su detención, unificaba el soberanismo —Eusko Alkartasuna, Aralar y Alternatiba, además de la ilegalizada Batasuna— y preparaba un manifiesto, Zutik Euskal Herria, que rechazaba la violencia, recuerdan fuentes de EH Bildu. Se votó en las asambleas de la izquierda independentista y fue aprobado por un 80%. Por vez primera, se retaba a ETA. Era febrero de 2010.

En mayo, las fuerzas de seguridad detuvieron a Mikel Carrera, el principal dirigente etarra, favorable a continuar el terrorismo. Rubalcaba señalaba que facilitó las pretensiones de la izquierda independentista de acabar con la violencia. En septiembre, ETA declaró una nueva tregua. En ese momento, la línea política abanderada por Otegi se hizo con el control de la banda, según los jefes de la lucha antiterrorista.

En enero de 2011, ETA eliminó la extorsión y la kale borroka. Y en febrero, la izquierda independentista presentó nuevos estatutos, con el nombre de Sortu, en los que rechazaba el terrorismo etarra. En mayo, los grupos soberanistas, unificados por iniciativa de Otegi, concurrieron a las elecciones municipales con la candidatura de Bildu. El Tribunal Constitucional lo permitió.

El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, en la Fundación Pablo Iglesias.
El expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, en la Fundación Pablo Iglesias.Olmo Calvo

El último capítulo del cese definitivo del terrorismo se gestó en el verano de 2011 y culminó en octubre. Los facilitadores internacionales, con la complicidad del Gobierno noruego, comunicaron a Zapatero que ETA proponía el cese del terrorismo. Pero pedía una escenificación internacional y la legalización pendiente de Sortu. Noruega se comprometía a acoger a tres dirigentes de ETA, entre ellos Josu Ternera.

“Di el visto bueno. Sabíamos de la obsesión abertzale por lo que llamaban internacionalizar el conflicto. Para nosotros la Declaración de Aiete no implicó ningún compromiso político. En cuanto a la legalización de Sortu, considerábamos que al haber rechazado la violencia en sus estatutos cumplía los postulados del Pacto de Ajuria Enea. Los tribunales decidieron legalizarla. En septiembre, nos confirmaron la decisión del final y desde octubre estuvimos pendientes del día. Dos días antes, conocimos el comunicado de ETA”, señala Zapatero.

El final de ETA tuvo una diferencia sustancial con otros procesos, como el irlandés o el colombiano, resalta Zapatero. “Fue unilateral, limpio y sin contrapartidas. Lo que evitó el riesgo de otros procesos que entran en crisis por denuncias de incumplimientos. Diez años después, podemos decir que fue para siempre”.

El 20 de octubre de 2011 marcó un hito en la historia de España al poner fin ETA a cinco décadas de terrorismo, con 850 muertos. “Fue el día más emocionante de mi vida. Terminaba para siempre el tiro en la nuca. Todos los días recuerdo a las víctimas. Debemos valorar más la paz y unirnos como país en el reconocimiento a ellas”, señala Zapatero.

De los “claroscuros” de Rajoy a la “ayuda en todo” de Urkullu

José Luis Rodríguez Zapatero destaca el liderazgo de Arnaldo Otegi en el abertzalismo para acabar con la violencia terrorista de ETA. “Había condiciones para el final. Pero las cosas no cambian sin un liderazgo. Lo ejerció Otegi, que estuvo en el corazón del proceso. Fue clave la influencia que en él ejerció Eguiguren”.

Años después, en septiembre de 2018, José Luis Rodríguez Zapatero se entrevistó con Arnaldo Otegi. Hablaron sobre la autocrítica pendiente de la izquierda abertzale por su pasada complicidad con la violencia terrorista de ETA. “Tienen que hacerlo. Necesitan tiempo. Debe surgir de ellos como lo hicieron en el fin de ETA. Todos podemos aportar fomentando el debate. Les iremos escuchando”, señala. El expresidente considera a Jesús Eguiguren, líder de los socialistas vascos, “decisivo”. Zapatero resalta la convicción y generosidad que tuvo durante todo el proceso de diálogo con los terroristas.

El expresidente del Gobierno valora también el apoyo del Partido Nacionalista Vasco (PNV). “No fue protagonista, pero Iñigo Urkullu [actual presidente de Euskadi] me ayudó en todo lo que le pedí. Fue importante por la influencia del PNV en la sociedad vasca”.

Zapatero juzga con “claroscuros” la actitud de Mariano Rajoy, líder del Partido Popular que se mantuvo en la oposición durante todo el proceso de diálogo y los años que siguieron hasta el comunicado del fin definitivo de la violencia terrorista. “[La actitud de Rajoy] fue furibunda durante el proceso dialogado. Pero reconoció que el final de ETA no tuvo contrapartidas políticas y lo asumió. Tuvo una información permanente y exhaustiva”.

Cese del terror en cinco años

29 de junio de 2006. Zapatero da inicio del diálogo con ETA. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, anuncia en el Congreso de los Diputados el comienzo del diálogo con ETA que se había iniciado unos días antes en Ginebra y continuó en Oslo.

30 de diciembre de 2006. Atentado en la T4 de Barajas. Una bomba de ETA causa dos muertes en un aparcamiento del aeropuerto madrileño y rompe la tregua. El diálogo con la organización terrorista que Zapatero había autorizado 18 meses antes queda interrumpido (aunque continuará, sin que ninguna de las partes lo reconozca, unos meses más).

20 de mayo de 2008. Detención de Thierry, ‘número uno’ de ETA. La Guardia Civil y la Gendarmería francesa detienen en Burdeos a cuatro terroristas de ETA, entre ellos al considerado máximo dirigente de la banda, Francisco Javier López Peña, alias Thierry. López Peña había participado en alguna de las reuniones con los representantes enviados por el Gobierno.

17 de noviembre de 2008. Detención del jefe etarra Txeroki. La policía judicial francesa arresta en Cauterets, al suroeste de Francia, a Mikel Garikoitz Aspiazu, alias Txeroki, que había sucedido a Thierry al frente de la banda terrorista ETA.

13 de octubre de 2009. Detención de Arnaldo Otegi, líder de Batasuna. Una operación ordenada por el juez Baltasar Garzón concluye con la detención en Gipuzkoa de 10 dirigentes de la izquierda abertzale, entre ellos el líder de Batasuna, Arnaldo Otegi, en una operación para evitar la reconstrucción de la Mesa Nacional de la formación.

20 de mayo de 2010. Detención de Ata, máximo responsable de ETA. Mikel Kabikoitz Carrera Sarobe, alias Ata, número uno de ETA tras la detención de Txeroki y jefe del aparato militar, es arrestado en un piso de Bayona junto a otros dos terroristas.

20 de octubre de 2011. ETA anuncia el fin definitivo de la violencia terrorista. Tres encapuchados, miembros de la banda terrorista, leen un comunicado en el que ETA se compromete al abandono definitivo de las armas. Seis años y medio después, el 3 de mayo de 2018, la banda anuncia su disolución definitiva.

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