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GP de Long Beach

Alex Palou, el nuevo mesías para un campeonato en plena metamorfosis

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El flamante campeón, con el soporte del potente equipo Chip Ganassi, será el referente de una categoría que se enfrenta a numerosos desafíos empresariales.

Álex Palou, campeón de la Indycar: "Vamos a ir a por otro campeonato"

El camino, iniciado hace siete años en la EuroFormula Open bajo el paraguas de Campos Racing, llegó ayer a buen término para Alex Palou. El título de la IndyCar, el primero para un piloto español, se celebró en el podio de Long Beach con el clásico ritual frente a la Astor Cup, un trofeo de plata con 106 años de historia. "Me siento súper orgulloso y súper feliz. No puedo agradecer lo suficiente a todos lo que han hecho esto posible, especialmente a Chip Ganassi", balbuceó el barcelonés ante los micrófonos de la NBC. Cuando trasladaron el micrófono al dueño del equipo, preguntándole si había algo que Alex hiciese mal, Ganassi respondió con la felicidad de un padre: "No sabría decirte. Debería pensar muy bien la respuesta".

Llegaba el olor a goma quemada hasta el garaje de los campeones, porque Palou había dibujado su euforia con los consabidos donuts sobre el asfalto. "He completado un sueño. Vayamos ahora a por otro", lanzó Alex, que acostumbra a celebrar sus victorias con una cena a base de pollo frito y que ya sugirió la posibilidad de repetir menú si lograba el título. A los 24 años se convierte en el campeón más joven del siglo XXI, sólo por detrás de Scott Dixon, su ilustre compañero de garaje. Las enseñanzas del neozelandés, como las de Jimmie Johnson, heptacampeón de la NASCAR, han sentado las bases del éxito.

Palou suma su nombre al de otras leyendas de la velocidad americana, como Mario Andretti o A.J. Foyt, que dieron lustre a la IndyCar. Sin embargo, varias décadas después, este campeonato no atraviesa precisamente su mejor momento. Sólo la irrupción de Palou, escoltado por otros jóvenes talentos como el mexicano Pato O'Ward, el estadounidense Colton Herta o el neerlandés Rinus VeeKay puede sacar del marasmo al negocio comandado por Roger Penske.

Diversificar el mercado

El Capitán es el más laureado en la historia de la Indy, con 222 victorias desde 1971, incluidas 18 en las 500 Millas. Pero su rol ha cobrado aún más fuerza desde noviembre de 2019, cuando anunciaba la compra del mítico óvalo de Indianápolis. Tres meses más tarde iba a completar la adquisición de la IndyCar, empeñando su fortuna si de ello dependía el futuro del negocio. A su vera, Mark Miles, director ejecutivo desde 2012 y SK Luedtke, vicepresidenta del departamento de márketing. Tras su fichaje, en febrero de 2019, el principal cometido de la antigua ejecutiva de Nike ha sido diversificar un mercado que ya no se sostenía sobre sus pilares tradicionales. El público objetivo no podía reducirse a tres palabras: hombre, blanco y jubilado.

Con ese objetivo entre ceja y ceja, Miles, ex presidente de la ATP entre 1990 y 2005, se lanzó a por nuevos socios estratégicos. Uno de ellos ha sido NTT Data, la tecnológica japonesa que también apoya a Palou y que paga 10 millones de dólares anuales como patrocinador principal. Tal y como avanzó la pasada semana el CEO, los ingresos por los nuevos espónsors crecerán en torno al 20% a partir de 2022.

No obstante, para que el tejido comercial se expanda es necesario emplearse a fondo en el campo de batalla televisivo. Tras un tira y afloja con la CBS, la NBC anunció el pasado julio la renovación del contrato, que expiraba a final de año, hasta 2024. Gracias a este acuerdo, el público estadounidense podrá disfrutar de 14 carreras en abierto (nueve más de las que se ofrecían en 2018). Cerca del pleno que ofrece Movistar a sus abonados en España.

Queda aún un gran trecho por recorrer en este sentido, dado que la audiencia de la primera prueba del calendario, rematada por Palou con un triunfo en Barber, fue seguida por 914.000 personas. Una cifra muy inferior a los 3,3 millones que disfrutaron ese fin de semana con la NASCAR en la Fox, aunque todavía por delante de la cita de aquel domingo de F1 en Imola (906.000 a través de cable en la ESPN). En cualquier caso, estas cuotas de pantalla palidecen en comparación con algunos partidos de la NFL que, según los datos de Nielsen, congregan a cerca de 20 millones de estadounidenses frente a las pantallas.

En busca de otro motorista

Según los datos de Miles, la venta de los derechos a las cadenas extranjeras podría alcanzar un aumento del 30% a partir de la próxima campaña. El influjo de Marcus Ericsson en Suecia o Romain Grosjean en Francia ya se ha dejado sentir de forma indudable a lo largo de 2021. Y si cabe añadir algo más sobre la importancia de la TV, sólo recordar que hace unos días, el mismo Palou animó a Movistar a ofrecer el desenlace de Long Beach a través de #Vamos, un canal con mayor seguimiento.

Otro de los puntos calientes para Miles y Penske se sitúa bajo los capós de los monoplazas. El gran objetivo, desde hace al menos un lustro, es incorporar un tercer motorista que compita con Honda y Chevrolet. Aunque aún habrá que esperar, al menos hasta 2023, para el desarrollo completo de los propulsores híbridos, una tecnología asentada en la F1 desde hace siete años. Y es que los presupuestos de los equipos no sólo se han congelado, sino que siguen en niveles inferiores a los de los años 90. Según algunas estimaciones, con algo más de 10 millones de euros se pueden poner dos monoplazas sobre el asfalto.

Palou, con el coche #10 de Chip Ganassi, en la meta de Long Beach.
Palou, con el coche #10 de Chip Ganassi, en la meta de Long Beach.EFE

Bajo estas premisas de vacas flacas, lógicamente, los salarios de los 24 pilotos también han debido adaptarse. Estos contratos, envueltos en una bruma poco habitual en el deporte americano, rara vez superan el millón de euros al año. Dixon sigue siendo el mejor pagado, con casi cuatro millones, menos de la mitad de lo que ingresa Sergio Pérez en Red Bull. Otros deben conformarse con un pellizco de lo que aportan sus patrocinadores y hay quien sugiere que un tercio de la parrilla entrega lo comido por lo servido.

Va a conseguir numerosos récords en este deporte. Y sólo está empezando.

Chip Ganassi

El último eslabón del negocio, aunque no menos esencial que los precedentes, afecta a los aficionados que acuden a los circuitos. Dejando a un lado el imbatible modelo de las 500 Millas, capaz de reunir a más de 250.000 personas en el Brickyard, el día a día de las otras 15 carreras del campeonato ha sido mucho menos deslumbrante. Con carreras que a duras penas alcanzan 40.000 personas en las tribunas, algunos promotores sufrieron para cuadrar sus balances. De modo que Miles y Jonathan Gibson, su otro vicepresidente de márketing, parecen obligados a seguir la pauta de la NASCAR, que permite una mayor interactuación entre los seguidores y los pilotos.

Así que en mitad de este agitado paisaje, la irrupción de Palou debe servir de catalizador para la IndyCar. El discurso del domingo de Ganassi dejó entrever lo que Penske, su enconado adversario en la pista durante las últimas décadas, también debe de andar rumiando. "Damas y caballeros. Están contemplando a un joven que va a conseguir muchos récords en este deporte. Y sólo está empezando. Menudo año nos ha regalado. Debo ser sincero con ustedes: me sorprendió cuando llamó a mi puerta, pero ya ha hecho su trabajo. Me quito el sombrero".

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