PAPEL
Ilustres Pícaros Españoles (IV)

Alicia Esteve Head: la impostora del 11-S

Actualizado

Un accidente de coche, un brazo malherido, un anhelo de afecto... Quién sabe qué herida hizo que aquella chica barcelonesa empezara a mentir, a inventar una vida de víctima en las Torres Gemelas

Alicia Esteve Head (derecha), en el Memorial del 11-S de Nueva York.
Alicia Esteve Head (derecha), en el Memorial del 11-S de Nueva York.POLARIS

Todos necesitamos cariño, pero la barcelonesa Alicia Esteve Head quizás necesitó un poquito más. En concreto, una cantidad equivalente al volumen de las extintas Torres Gemelas.

Aunque para ello tuviera que construir, tejiendo como una sudorosa casandra silente, una de las mentiras más fastuosas, sofisticadas y bellas de lo que va de siglo.

En el inicio siempre hay una herida. En el caso de Esteve Head, en el brazo. De camino a Valencia con unas amigas a finales de los años 90, la joven, veinteañera, sufrió un accidente de coche.

Ninguna broma: en el choque le fue viviseccionado el brazo izquierdo, que salió volando y hubo de serle reimplantado de urgencia en el quirófano más cercano.

El brazo quedó feo, pero abrió la puerta a todo un mundo para la chica, «muy entrada en carnes, tímida y con una dificultad muy evidente para relacionarse desde la normalidad».

Lo cuenta a PAPEL la periodista Marta Forn, que de vuelta a Barcelona después de años en Cuba como corresponsal, trabajando para La Vanguardia, no podia imaginar que, después de haber cubierto decenas de acontecimientos internacionales, se iba a topar una exclusiva de alcance planetario al lado de su casa a mediados de los 2000.

«Alicia llegó a [la escuela de negocios] Esade a principios de los 2000, a cursar un MBA, y al principio era una de las personas más populares de la clase. Era tenida por buena compañera, siempere dispuesta a ayudar, invitaba a la gente a su finca familiar de Formentor, en Mallorca. A un compañero le regaló una cazadora de cuero carísima. Era una chica de buena familia que se relacionaba en principio bien».

«Lo que pasa es que luego, al poco tiempo, sus compañeros empezaron a verla hacer cosas raras. Se los llevaba de viaje y luego pasaba de ellos, estaba siempre buscando algo incomprensible, necesitaba ser siempre el centro de atención». Esteve, nacida en 1973 en Barcelona, niña bien de la oligarquía burguesa catalana, necesitaba desesperadamente casito.

¿Qué le había pasado en el brazo?, le preguntaban sus compañeros. Un terrible accidente. «Les contaba en parte la verdad, pero en otra parte una mentira: había sido un accidente de coche, eso era cierto, pero ella decía que lo habia tenido con su novio, que era neurocirujano, con el Ferrari de él».

Eso, según recogió Forn más tarde, sucedía en 2001. Seis años después, en Nueva York, se tomaba la foto que acompaña estas líneas veraniegas. A la derecha, rodeada de tumbas y de banderas de barras y estrellas, Esteve y su brazo. El pasaporte hacia el cariño mundial. Un billete para el megacasito global. El antídoto definitivo contra la soledad. El brazo dañado en el 11-S. ¿Cómo había llegado ella hasta ahí? Nadie se lo planteó en Barcelona porque nadie vio la foto allí, a 7.000 kilómetros de distancia.

Pocos meses después, The New York Times estaba terminando sus perfiles sobre los supervivientes del 11-S cuando el redactor en cuestión, David W. Dunlap, informó a su jefe: los tenemos todos, pero nos falta el de la presidenta de la asociación de víctimas. No había manera de entrevistar a Tania Head.

«Ella había sido muy sutil al empezar a contar su historia», cuenta Forn, «había ido muy poco a poco llamando la atención del resto de víctimas, con mucha delicadeza, pero con una historia muy potente. Fantaseó igual que en ESADE, pero digamos que lo dosificó, dominó el timing».

Es menester destapar ahora el velo del relato: cuando los dos aviones chocaron contra las Torres, Alicia Esteve no es que no estuviera en Nueva York: ni siquiera estaba en el continente americano, sino sentada en su clase de Esade, en Barcelona.

Se cree que un año después de atentado viajó a Nueva York y se estableció en el Midtown, digamos que el Manhattan alrededor de Central Park. Era completamente bilingüe. Su madre, inglesa, era azafata de British Airways y ella había completado su formación en EEUU. ¿Había decidido entonces ya transmutarse en Tania Head? Es otro de los enigmas del caso.

La cuestión es que su blog como víctima del 11-S fue poco a poco llamando la atención del resto de víctimas. «Fue muy lista, construyó el relato de la megavíctima», explica Forn. A saber: ella estaba en la segunda torre cuando el United Airlines 175 impactó contra ella, y se hallaba incluso, como trabajadora de Merril Lynch, en uno de los pisos superiores al impacto, en una de las plantas más malditas, por las que el avión penetró como cuchillo en mantequilla: la 81.

Fue una de las 19 personas que pudieron escapar por una escalera especial. No sólo eso: iba a casarse y su futuro marido, Dave, murió también en la otra torre, la primera. Cuando su relato triunfó y la invitaron a unirse a la red de víctimas, Esteve cometió el error fatal. Conectó su historia con una de las más llamativas de la tragedia, la de Welles Crowther, el Héroe del Pañuelo Rojo, que con la Torre 2 a medio hundirse entró y salió varias veces de ella para rescatar hasta a 12 personas, antes de morir en el hundimiento definitivo.

Ella, aseguró, había sido una de esas rescatadas.

El gusto yanqui por estas cosas hizo el resto y Tania Head pronto ascendió en la escalera de la compasión hasta la presidencia del retablo de víctimas... Hasta que el periodista del NYT descubrió que nada en su historia cuadraba: ni había trabajado jamás en Merril Lynch, ni ningún Dave muerto en las torres iba a casarse, ni era una de las rescatadas por Crowther.

En realidad, como Forn descubrió días después, cuando contactos suyos en la Barcelona de alto copete reconocieron a Esteve en las noticias como "La Impostora del 11-S", ella era hija del empresario Francisco Esteve, encarcelado junto con un hermano de Alicia por estafa en un episodio de corrupción de los años 90, el Caso Planasdemunt.

«Es mejor que no la despierten de golpe de su mentira», le dijo el psiquiatra Pere Planes a Forn, «eso podría matarla. Ella cree que es verdad».

Nada se sabe, desde entonces, del paradero de la enigmática Alicia Esteve / Tania Head. PAPEL ha comprobado que sigue empadronada en el domicilio familiar, en la calle Vergós de Barcelona, cerca de Pedralbes.

Conforme a los criterios deThe Trust Project

Saber más
Seguridad SocialMeses de retraso para cobrar las bajas por maternidad y paternidad por el colapso del sistema: "Hacen vulnerables a las familias"
Vivienda¿Dónde compran casa los extranjeros en España? Los alemanes acaban con la hegemonía británica en el 'ladrillo'
Mundial'22Entrevista a Iñigo Martínez: "Con lo que yo he vivido, el dinero ayuda, pero no basta"