Hay en Gabriel Rufián la impostura literaria y entrañable del buscavidas con fortuna. Entró en política sin mayor apunte biográfico que el activismo tuitero y el pensamiento ni-ni, y ahí lo tienen en este otoño de nuestra pandemia: líder de ERC en el Congreso, alfil en esa suerte de Liga de las Naciones Extraordinarias que sustenta al Gobierno socialpodemita, voz del independentismo "sensato", abrigo color camel, bolsillos calientes y hasta pareja nueva. La historia de un pijoaparte que saltó d
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