No voy al arrabal. Querría haber visto al coronel Diego Pérez de los Cobos entre esos hierros, pero tengo que atender una obligación de mayor urgencia didáctica: encarar en la pantalla el juicio a Trapero con la comparecencia en el Parlamento de Cataluña de la banda de delincuentes recientemente condenada por graves delitos contra la democracia. Los veo crecidos. No es extraño dado el mísero sánchez que va a reunirse con uno de ellos la semana próxima. Como de costumbre, el beato siniestro des
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