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Julián Martínez Arenas

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El antes y el después de Rodolfo en Bucaramanga

Con el ánimo de contribuir a este debate electoral, me animo a compartir como santandereano mi opinión sobre Rodolfo Hernández y lo que pude ver durante su paso por la alcaldía de Bucaramanga.

17 de junio de 2022

Los problemas del país son bastante conocidos y se habla de ellos en diferentes escenarios: sabemos que la corrupción, la inequidad, la falta de desarrollo rural y una larga lista que no pareciera tener fin han limitado el potencial del país.

A la vez sabemos que estos problemas se han diagnosticado sin cansancio y se han planteado soluciones que desafortunadamente se han quedado en estudios que reposan en un armario. Ver cómo el país tardó 50 años haciendo estudios para el Metro de Bogotá o el Túnel de la línea da la impresión que en Colombia nos gusta más discutir que ejecutar. Tal vez por eso algunos pensamos que la presidencia no necesita de un sabelotodo sino de alguien que se rodee bien, sea bueno dirigiendo, y sobre todo esté acostumbrado a trabajar en equipo y hacer que las cosas pasen.

Sin embargo, el que tengamos problemas por resolver no implica que debamos echar al traste todo lo que hemos logrado como país, por el contrario, hoy más que nunca es fundamental rescatar lo bueno para poder construir sobre ello, transformando nuestro aparato productivo, fortaleciendo nuestras empresas y mejorando la calidad de vida de todos los colombianos.

Con el ánimo de contribuir a este debate electoral, me animo a compartir como santandereano mi opinión sobre Rodolfo Hernández y lo que pude ver durante su paso por la Alcaldía de Bucaramanga.

Como Rodolfo lo ha contado sin falsas modestias, lleva varias décadas consolidando una empresa próspera que supo sobrevivir a los duros años de la crisis de la construcción y aprovechar las oportunidades que le brindó el mercado. Todo esto, aparte del dinero y las comodidades, le ha permitido contar con algo que hoy día es difícil de tener: independencia.

Porque aunque muchos quieren enmarcarlo como un millonario excéntrico que aspira a la presidencia hay que ver más allá. Rodolfo es un empresario que, como muchos colombianos que vienen y arrancan de abajo, tuvo que salir a estudiar fuera de su pueblo, rebuscársela y trabajar duro durante décadas para lograr lo que es hoy. Rodolfo no nació millonario, lo que ha construido se lo ha ganado a pulso.

Seguramente hace 50 años, cuando Rodolfo buscaba crear empresa, no se cruzaba por su cabeza la idea de llegar a ser presidente de Colombia, pero hoy, para molestia de muchos, sobre todo políticos tradicionales y de profesión, este señor de 77 años de edad está demostrando que alguien que ha trabajado toda su vida, puede llegar a hacer la diferencia, ahora no solo desde su empresa donde ha generado empleo y soluciones de vivienda para miles de familias durante años, sino también desde la labor pública.

Desde que fue elegido como alcalde de Bucaramanga, muy a pesar de su particular estilo, ha logrado impactar en la política, demostrando que es posible hacer, gobernar y ejecutar porque, al igual que una empresa, los municipios necesitan buena administración. Rodolfo, a diferencia de muchos que ven la política como un camino al poder y el dinero, la considera el medio para dejar un legado que demuestre que en lo público se puede administrar y gobernar de otra manera. Como él dice ¨Cuando nadie roba, la plata alcanza¨. Y qué más se necesita hoy cuando los colombianos estamos realmente cansados de ver cómo se roban nuestros impuestos en constantes escándalos de corrupción.

Rodolfo y su manera de gobernar no son un experimento; el experimento ya lo hizo, fue en Bucaramanga, donde le cambió la cara a la ciudad y especialmente nos hizo volver a creer en la institucionalidad municipal, donde quiero resaltar cinco puntos que van muy de la mano con lo que ha hablado en su campaña presidencial:

1. Su independencia le permitió consolidar un verdadero equipo de gobierno

Rodolfo Hernández llegó a ser alcalde sin deberle nada a nadie. Esto le permitió romper con lógicas clientelistas y un perverso relacionamiento que se tenía con la clase política de la ciudad. Esa independencia le permitió nombrar funcionarios competentes que tenían como único interés el sacar adelante a Bucaramanga.

Por primera vez en décadas las secretarías municipales no tenían dueño y funcionarios y contratistas por fin podían ocuparse de cumplir con su deber, mostrando resultados sobresalientes ante la precaria situación financiera con la que recibió a la ciudad.

2. Recuperó la confianza en lo público

Hace unos años, ante las malas costumbres que carcomían la ciudad desde la municipalidad, con escándalos en procesos licitatorios amañados, solicitudes de coimas y tráfico de influencias, solo había un sentimiento de repudio y hastío desde la ciudadanía y el tejido empresarial con todo lo que oliera a alcaldía.

Rodolfo imprimió una mentalidad empresarial en su gestión que permitió ver al ciudadano como lo que es, sus jefes, mejorando la calidad del servicio, abriendo las puertas de la alcaldía y estableciendo mecanismos de control que le permitía adelantar licitaciones públicas transparentes donde logró saltar de 1,4 oferentes por licitación a más de 40. Esto hizo que las empresas de la ciudad y del país, luego de muchos años, empezaran a confiar en que trabajar con la Alcaldía de Bucaramanga era posible, sin necesidad de someterse y sin perder la dignidad.

3. Austeridad no es tacañería

Cuando Rodolfo habla de austeridad en el gasto público no se trata de tacañería. Sí, ejerció una labor insistente y hasta pedagógica que invitaba a los funcionarios a no malgastar recursos públicos, pero su austeridad en los gastos de funcionamiento traía como exigencia que todos los proyectos debían realizarse con la mayor calidad posible y priorizando siempre a los más necesitados.

Los barrios más vulnerables de la ciudad recibieron obras de alta calidad que merecieron reconocimientos arquitectónicos internacionales y se recuperaron espacios culturales de la ciudad que se habían perdido y olvidado por completo. Como ejemplo, con menos presupuesto del que se destinaba en previas administraciones, el equipo de Rodolfo logró formar la Escuela Municipal de Artes que hoy beneficia a cientos de bumangueses que estudian de manera gratuita danza, música, pintura, escultura, entre otros, con profesores traídos de todo el país.

4. Disrupción e innovación en el municipio

En una ciudad conservadora y patriarcal, Rodolfo rompió el estatus quo mediante medidas y posiciones novedosas en la región.

Mostró una postura de solidaridad y acogida a la población migrante, invitando a la inclusión económica y destinando recursos para la atención de mujeres embarazadas.

Creó un Taller de Arquitectura que, con el propósito de diseñar las transformaciones de los espacios públicos, involucró a la ciudadanía en procesos de cocreación y empoderamiento. Fue así como la ciudadanía participó en el diseño de sus salones comunales, colegios y parques, lo que facilitó su apropiación y cuidado. Todo esto ahorrando recursos de costosos estudios que se contrataban en el pasado mientras se hicieron merecedores a premios a nivel internacional por su calidad y diseño. También lideró la defensa del agua en contra de la minería en el páramo de Santurbán y logró sanear las finanzas públicas de la ciudad, por nombrar tan solo algunas de las cosas que cambiaron la manera de entender la política en la región.

5. Gobernó con mujeres

Gobernó de la mano de mujeres y puso en el centro acciones para empoderarlas. Las secretarías de Hacienda, Infraestructura, Interior, Educación, Comunicaciones, los temas de deporte, transporte público, el acueducto metropolitano, entre otras, fueron lideradas por mujeres.

Creó la Oficina de la Mujer con apuestas de empoderamiento hasta el punto en que hoy las únicas mujeres en el Concejo de Bucaramanga son de su movimiento político.

No conozco a Rodolfo, lo vi alguna vez cuando arrancó a hacer campaña para alcalde y como hoy, lo hacía desde su casa, algo fuera de lo común que le funcionó y lo tiene en este punto, ese es él y su particular forma de hacer política.

Mi opinión aquí es de lo que he podido conocer, de su trabajo y la transformación que logró en Bucaramanga y que esperamos que continúe. Seguramente hizo más cosas positivas que desconozco y obviamente cometió errores, pero lo que sé, es que el ingeniero no necesita tener una carta firmada por ciudadanos que lo apoyan, él sabe que en Santander una gran mayoría lo respalda, porque aquí premiamos al que trabaja duro y muestra resultados.

Él sabe que su independencia le permite rodearse de los mejores para gobernar en pro de los colombianos y ser eficiente con nuestros impuestos. Él debe tener muy claro que debe armar el mejor equipo posible porque es su equipo el que le permitirá trascender como el ingeniero que transformó la política en el país y no uno más que se torció en el camino.

El experimento de Rodolfo ya funcionó en Bucaramanga, ahora es el momento de repetirlo en Colombia.

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