El Heraldo
Dos hombres en triciclos conducen bajo el corredor de árboles en el parque Villa Trivoli , en el norte de Barranquilla. Jhonny Olivares
Atlántico

Arborización, “clave” para mitigar impacto de gases contaminantes

En Barranquilla se han sembrado más de 125 mil árboles e intervenido 700 mil metros cuadrados de jardines.

El cambio climático es una de las problemáticas que más impacta al medio ambiente y las condiciones de vida de las poblaciones a nivel mundial. Es por ello que cada territorio ha adoptado estrategias que buscan disminuir la rápida degradación de su biodiversidad.

En el caso puntual de Barranquilla –de acuerdo con el Distrito– se viene trabajando, dentro su Plan de Desarrollo 2020-2023, ciertas acciones encaminadas a combatir los efectos negativos del calentamiento global.  Sin embargo, los expertos son enfáticos en la necesidad de realizar mediciones que puedan determinar su pertinencia para cumplir dicha meta.

Entre las apuestas de la capital del Atlántico se encuentra ‘Siembra Barranquilla’, un programa que busca mejorar la disponibilidad de cobertura vegetal por medio de la siembra de árboles y arbustos en la ciudad.

El proyecto nació en el año 2017 y, según su gerente Katia Navarro, se han sembrado 125 mil árboles aproximadamente y cerca de 700 mil metros cuadrados de jardines han sido intervenidos en toda Barranquilla, entre parques, bulevares y rotondas. 

“Todas estas acciones suman a combatir el cambio climático y en la medida que se tenga también cobertura de suelo ayuda a bajar la temperatura y captar carbono del medio ambiente”, dijo.

Precisó que las zonas que han sido trabajadas en Barranquilla comprueban el impacto positivo que ha tenido la política pública de arborización en el cambio de la sensación térmica.

“En un área no arborizada la temperatura que se percibe es de aproximadamente 30 a 32 grados centígrados y en una arborizada baja hasta 7 grados. El impacto es inmediato una vez los árboles están crecidos y establecidos”, dijo.

La funcionaria sostuvo que las especies utilizadas para ejecutar el programa de siembra fueron seleccionadas a partir del manual de silvicultura que se creó para la ciudad. Indicó que son especies propias del bosque seco tropical, adaptables al clima barranquillero y que se desarrollan fácilmente.

Asimismo, mencionó que la ciudad cuenta con cuatro zonas consideradas bosques urbanos ubicados en las localidades Metropolitana, Suroccidente y Suroriente. El cuarto, con 28 hectáreas de extensión, se desarrolla entre la Circunvalar con la carrera 43.

La ciudad destina en promedio, según Navarro, unos $40 mil millones al año en nuevas intervenciones y mantenimiento de estos espacios.

Indicó que en cuanto a los gases de efecto invernadero, otro factor que acelera el cambio climático, debe ser una tarea en conjunto con la empresa privada y el sector transportista para disminuir las emisiones para obtener un cambio notable en el ambiente. 

“La arborización ayuda a captar las emisiones de carbono de cualquier ciudad, pero sí hay que hacer un trabajo fuerte para que se puedan utilizar mecanismos que permitan la reducción de las emisiones”, agregó. 

Por su parte, el gerente de Ciudad, Carlos Acosta, sostuvo que para saber con precisión el impacto generado por la arborización sobre el cambio climático en la ciudad se deben realizar mayores estudios. Sin embargo, destacó que hay investigaciones internacionales que hablan de la ventaja de la siembra de árboles en el calentamiento global.

“Ejemplo de ello es que la eficiencia energética de las ciudades tropicales aumenta, pues al sembrarse en forma adecuada en torno a edificios pueden reducir las necesidades de climatización entre un 25 % y 50 %”, dijo.

Indicó que un estudio adicional encontró que “los parques urbanos y avenidas verdes (arborizadas) son las estructuras que más benefician el ahorro de energía en las ciudades, estableciendo que el ahorro fue de un 24,7 y 40 kW por día, respectivamente, para los periodos cálidos y fríos, impactando –hacia la baja—la demanda por refrigeración y calefacción”.

Sostuvo que lo anterior supone “importantes ahorros” en gastos de energía y electricidad, tanto para los hogares como para el sector público.

El funcionario también manifestó que la arborización ha contribuido de forma positiva para mejorar la calidad del aire en Barranquilla.

“Según las estaciones de monitoreo que tenemos junto con Barranquilla Verde la calidad del aire es muy buena, esto debido a la ubicación estratégica de la ciudad, donde recibe la brisa proveniente del mar Caribe, con el beneficio adicional que del otro lado del río se encuentra un parque natural”, expuso.

Frente a los gases de efecto invernadero precisó que el Distrito ha venido trabajando en evitar los efectos negativos en su concurrencia en la ciudad. Además de la siembra de árboles, indicó que se ha contribuido a través de la implementación de iluminación LED en el espacio público.

“Hay un largo trayecto por recorrer, el alcalde Pumarejo ya ha anunciado la instalación de paneles solares en los bienes fiscales del Distrito para que, en unos años, la Alcaldía sea carbono neutro; adicionalmente estamos enfocados en una política de cero papel, de hecho hemos digitalizado varios de nuestros procesos”, dijo. 

Agregó, además, que “la ciudad está posicionándose como un hub de energías renovables con la generación de energía eólica costa afuera, granjas de energía solar y la generación de hidrógeno verde”.

Mediciones, una necesidad para evaluar pertinencia de las medidas

De acuerdo con Ana Lucía Duarte y Marianella Bolívar, docentes del programa de Ingeniería Ambiental de la Universidad de la Costa, para hablar del impacto es necesario mediciones antes y después de la implementación de las acciones, a fin de tener un punto de referencia para comparar y medir la eficiencia sobre la ciudad.

“El plan de arborización de la ciudad expone claramente y recopila una amplia información de bases científicas que soportan las iniciativas implementadas, pero aún hace falta mencionar detalladamente sobre cada una de las especies de árboles nativos que se están sembrando, función ecológica en el medio y en qué porcentaje se encuentran”, señaló Duarte.

Mangle verde y plateado, olivo, almendros, acacias rojas, ceiba bonga y ceiba blanca entre las especies que han sido trasplantadas en 548 sitios en todas las localidades del Distrito y algunos espacios del área metropolitana. (Ver gráfica).

La experta también agregó que para saber si estas acciones han contribuido en la disminución de la sensación térmica se requiere de mediciones en diferentes puntos de la ciudad que puedan ser comparadas con datos históricos recopilados para Barranquilla.

Sin embargo, precisó que hay evidencias científicas de que la arborización contribuye a la disminución de la sensación térmica, pero “las mediciones directas son necesarias para evaluar el impacto de este programa”.

Por su parte, Bolívar indicó que a pesar de que hay estrategias “muy interesantes” ya planteadas tanto por sector externo, público y academia, la ruta frente al cambio climático se debe reforzar porque –según dijo– se ven acciones aisladas dentro de la misma ciudad.

“Es importante que desde entidades como alcaldías y gobernaciones se abran más mesas de trabajo donde se puedan establecer los planes de gestión hacia el cambio y que se puedan cumplir las metas establecidas a nivel nacional e internacional”.

Señaló que otras acciones que se pueden empezar a implementar son mejoras en el uso de transporte y transición energética. Esta última, manifestó, “promete el cambio de los sistemas energéticos en un largo plazo, situación que Barranquilla es una gran protagonista si se sabe aprovechar su potencial no solo eólico, sino también tener en cuenta el abanico de posibilidades de las energías renovables marinas”.

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