Las secuelas presentadas tras contagiarse de COVID-19, que ya fueron descritas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), siguen siendo un tema de estudio. Recientemente algunas evidencias muestran que hay síntomas del virus que pueden persistir a lo largo del tiempo en algunos pacientes, y se ha documentado incluso su impacto posterior en los pulmones y el cerebro.

Ahora, un nuevo estudio publicado en la revista ‘Nature’ muestra que después de una infección por Sars-CoV-2 hay mayor riesgo de padecer 20 enfermedades del corazón incluidos ataques cardíacos, accidentes cerebrovasculares y de los vasos sanguíneos.

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Los investigadores encontraron que las tasas de afecciones como insuficiencia cardíaca y accidente cerebrovascular eran sustancialmente más altas en las personas que se habían recuperado de COVID-19 que en personas similares que no habían tenido la enfermedad. Este riesgo era elevado incluso para aquellos que se infectaron, tenían menos de 65 años y carecían de factores de riesgo como la obesidad o la diabetes.

“No importa si eres joven o viejo, no importa si fumas o no, el riesgo estaba ahí”, afirmó Ziyad Al-Aly, de la Universidad de Washington en St. Louis, Missouri, el coautor del estudio y jefe de investigación y desarrollo para Asuntos de Veteranos del St. Louis Health Care System.

Para llegar a estas conclusiones los investigadores compararon datos de más de 150.000 personas en Estados Unidos que tenían antecedente de infección con dos grupos de personas no infectadas: un grupo de más de cinco millones que usaron el sistema médico durante la pandemia, y un grupo de tamaño similar que utilizó el sistema en 2017, antes de que circulara el coronavirus.

Datos sobre enfermedades cardíacas tras el coronavirus

Según los investigadores, las personas que se habían recuperado de COVID-19 mostraron aumentos marcados en la frecuencia de aparición de 20 problemas cardiovasculares durante el año posterior a la infección.

Por ejemplo, tuvieron un 52 por ciento más de probabilidades de haber tenido un derrame cerebral que el grupo de control contemporáneo, lo que significa que de cada 1.000 personas estudiadas había alrededor de cuatro más en el grupo del coronavirus que en el grupo de control que experimentaron un derrame cerebral.

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Por otro lado, el riesgo de insuficiencia cardíaca aumentó en un 72 por ciento, es decir, 12 personas por cada 1.000 estudiadas.

Así mismo, la hospitalización aumentó la probabilidad de futuras complicaciones cardiovasculares, pero incluso las personas que no fueron hospitalizadas y tuvieron el virus presentaron un mayor riesgo de muchas afecciones.

Afecciones cardíacas: impacto para los sistemas de salud

Los autores del estudio están de acuerdo en que los sistemas de salud de todo el mundo deben estar preparados para abordar un aumento de las afecciones cardiovasculares.

No obstante, manifiestan que con el alto número de casos de COVID-19 provocados por la variante Ómicron que siguen atiborrando a los sistemas de salud, les preocupa que las autoridades sanitarias retrasen demasiado tiempo la preparación para las secuelas de la pandemia.

Además, finalizaron explicando que la enfermedad grave aumenta el riesgo de complicaciones mucho más que la enfermedad leve, y por ello es importante que aquellos que no están vacunados lo hagan de inmediato.