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Masacre de jóvenes acrecentó temor en San Rafael

Las autoridades regionales ofrecieron $50 millones por información que ayude a esclarecer lo ocurrido.

  • Los hechos ocurrieron en el Parque Mi Río, ubicado en la orilla del río Guatapé y al sur del parque principal. En la tarde de ayer la zona fue acordonada por las autoridades. FOTO Julio César Herrera
    Los hechos ocurrieron en el Parque Mi Río, ubicado en la orilla del río Guatapé y al sur del parque principal. En la tarde de ayer la zona fue acordonada por las autoridades. FOTO Julio César Herrera
Cronología de otras masacres perpetradas este año en Antioquia
21 de octubre de 2021
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Mientras San Rafael celebraba sus 150 años de fundación, en el barrio Jardín, muy cerca al Parque de Bolívar, fueron asesinados cuatro muchachos que “parchaban” alrededor de unas cuantas rimas de rap.

Y aunque la presencia militar y el sobrevuelo de helicópteros buscaba dar la sensación de seguridad en la mañana de ayer, la comunidad se mantiene silencio sobre el asesinato de Elkin Gil, Cristian Quintero, Santiago Cobo y Santiago Guarín, jóvenes de entre 16 y 26 años de edad, quienes fueron ultimados por ráfagas de subametralladora a las 8:50 de la noche del martes 19 de octubre.

Las vidas que se apagaron

Los cuatro muchachos eran amigos “de toda la vida”. A los tocayos Cobo y Guarín, la gente en el pueblo los identificaba como asiduos seguidores de la música urbana. Por eso no era raro verlos en eventos culturales de la Semana de la Juventud y en las “Batallas de Hip Hop”, organizadas en la Casa de la Cultura de San Rafael.

De hecho, desde hacía dos años Cobo se dedicaba a componer y a subir a su canal de YouTube sus propias creaciones musicales, que al momento de su muerte sumaban siete. ¿Cuántas más pudo haber escrito si las balas no hubiesen truncado su vida?

Guarín, además de su afición musical, era integrante de un grupo ambientalista que ha puesto la lupa sobre los dos proyectos de construcción de Pequeñas Centrales Hidroeléctricas sobre las afluentes de este municipio, tramitadas ante la autoridad ambiental Cornare, de las cuales una ya fue aprobada.

Por eso, al enrarecido ambiente en el pueblo se suma el temor de algunos ambientalistas de la región, quienes han interpretado el asesinato de Guarín —dos semanas después de su participación en una concentración social en defensa del Río Churimo— como una especie de mensaje de intimidación a quienes buscan la protección de los recursos naturales.

Descarte hipótesis

Bajo el más absoluto secreto por el temor, algunos habitantes de San Rafael se atrevieron a formular algunas conjeturas sobre las causas del ataque.

Muchos en el pueblo dicen que los jóvenes posiblemente fueron consumidores de drogas, pero no se atreven a señalar que estuvieran enganchados a las redes de microtráfico que operan en el pueblo.

De hecho, el sentir general es que eran “muchachos sanos” que no tenían problemas con nadie, o por lo menos conocidos, tampoco antecedentes penales ni había sobre ellos alguna amenaza directa de muerte.

“Cobo sí consumía, pero él era para arriba y para abajo trabajando, para él mismo pagarse su vicio y no molestar a nadie. ¿Eso es motivo para que lo maten a uno? ¡No señor!”, murmuraba un vecino de una las víctimas.

Entre rumores, otro más aseguró que uno de los jóvenes atacados recibió un supuesto llamado de atención para que no consumiera droga en las calles del pueblo, pero sin precisar quién había hecho esa advertencia.

En la conversación de quienes se atrevían a relatar a EL COLOMBIANO lo sucedido, una mujer dijo que uno de los muchachos recibió una llamada a eso de las 7:30 de la noche, en la que al parecer fue citado al lugar en el que ocurrió la masacre.

Tristes recuerdos

En San Rafael son varios los que a esta hora temen por sus vidas y los que andan “escondidos”.

También hay habitantes que se encomiendan a Dios para evitar que se repitan las tenebrosas épocas en las que los grupos ilegales sembraron el terror y obligaron a desplazar a miles de personas de esta región.

Muchos recuerdan lo sucedido hace veinte años con la llegada del Bloque Metro de las AUC, que armó un grupo de limpieza social. El temor ahora en el pueblo es evidente.

La desazón es tal que un habitante sintetizó lo sucedido en San Rafael: “Ni en la época brava de los paramilitares se vio algo así”.

Por ahora, las autoridades de Policía y Ejército desplegaron un grupo especial que busca a los responsables y para ello la Gobernación de Antioquia ofreció una recompensa de $50 millones.

Mientras tanto, las autoridades barajan hipótesis que les ayuden a dar con los responsables, se duda de que se trate de un caso de microtráfico

Infográfico

PROMETEN INTERVENCIÓN ESPECIAL EN SAN RAFAEL

Por Nelson Matta Colorado

La creación de un grupo especial de Policía Judicial y Fiscalía, el ofrecimiento de una recompensa y una intervención de la Gobernación para prevenir la drogadicción y reclutamiento ilegal de menores de edad, fueron las decisiones tomadas en el consejo de seguridad realizado ayer en el municipio de San Rafael.

El secretario Regional de Seguridad Humana, Luis Fernando Suárez, rechazó la masacre en la cual fallecieron los cuatro jóvenes y la atribuyó a “la presencia de actores ilegales que están generando una problemática subregional en los municipios de los embalses”.

Anunció la creación de un equipo conformado por policías de la Sijín y la Dijín, bajo la dirección de un fiscal especializado, que tendrán la misión de capturar a los responsables.

Para quien suministre información que ayude a resolver el caso, hay una recompensa de hasta $50 millones.

Adicionalmente, en San Rafael “se va a realizar toda una intervención con la Gobernación y sus secretarías, orientada a prevenir la instrumentalización de los jóvenes” por parte de las bandas, informó Suárez.

El general Gustavo Franco, comandante de la Región de Policía N°6, expresó su solidaridad con las familias de las víctimas y prometió “desarrollar todas las capacidades de la Fuerza Pública para evitar que esto quede en la impunidad”.

En la subregión del Oriente hay incremento del 56,8% en el índice de homicidios, al pasar de 81 muertes registradas en 2020, a 127 en el 2021 (con corte al 14 de septiembre).

También hay aumento de los asesinatos en el Norte (64%), el Magdalena Medio (32,5%), el Occidente (18,8%), el Nordeste (17,2%), Urabá (14,5%) y el Suroeste (7%), la mayoría por las disputas de grupos narcotraficantes.

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