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Barranquilla

El excombatiente que se ‘armó’ de ideas para generar empleo en Barranquilla

Uno de los torneros que apoya a Juan Rosales en el taller.

Uno de los torneros que apoya a Juan Rosales en el taller.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

Juan Rosales, de 75 años, pasó de las filas de las Farc a liderar su proyecto de emprendimiento.

“Yo no me arrepiento de nada, porque no herí, no maté, no golpeé a ninguno. Esa no era mi idea”, dice el excombatiente Juan Rosales mientras muestra con orgullo las ‘armas’ que lo mantienen a él y a su familia: un conjunto de productos de aluminio que recién elaboró.
El hombre, de 75 años, es oriundo de Sitionuevo (Magdalena) y ahora vive en la localidad Suroccidente de Barranquilla, donde construye su aporte a la paz duradera, según cuenta, a través de su proyecto familiar productivo.
“Cuando uno fomenta empleo, da para la salud, para tener una casa y eso conlleva al camino de la paz”, explica Rosales, quien es una de las 63 personas acreditadas en el Atlántico bajo el proceso de reincorporación, según la cifra de la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN).
A través de este programa, el Gobierno Nacional ha entregado 303 millones de pesos a 34 proyectos productivos en este departamento para la generación de ingresos en la legalidad. En su mayoría, se encuentran en el sector económico del comercio al por mayor y detal.

Así empezó todo

Mi pensamiento no era el rifle, sino la mente. Iba a universidades, a pueblos y corregimientos

Para hablar de cómo comenzó a emprender, el señor Rosales indica que antes debe llevar su mente hasta 1971 para contextualizar. Por ello, da un par de pasos con sus piernas inestables, su mano derecha suelta el bastón de un metro y hala una silla del comedor para tomar asiento y empezar a relatar.
“Veíamos las injusticias de los gobiernos que no hacían nada por las personas vulnerables. Entonces, analizamos cómo llegaríamos al poder para que esa gente, que no tenía cómo alimentarse, obtuviera los recursos”, recuerda.
Fue así como terminó militando en grupos guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc), pero no precisamente conviviendo en el monte con un arma de fuego y vestido de camuflado. Según narra, su misión era diferente.
“Mi pensamiento no era el rifle, sino la mente. Iba a universidades, a pueblos y corregimientos de Magdalena llevándole pedagogía a las comunidades sobre justicia e igualdad”, asegura Rosales, golpeando con el dedo índice de la mano izquierda el vidrio de la mesa en cada palabra que expresa con firmeza.
Para Rosales, la temporada alta que demanda mayor trabajo empieza en octubre.

Para Rosales, la temporada alta que demanda mayor trabajo empieza en octubre.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

Sin embargo, prefiere no ahondar más en el pasado por temor a represalias. Brevemente, recuerda que en esas andanzas estuvo hasta que se inició el proceso de paz y fueron agrupados en Tierra Grata, un rincón del Cesar que servía de Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación (ETCR).
“Ahí pensaba que eso (el acuerdo) no lo íbamos a lograr nunca. Me preguntaba cómo iba a conseguir trabajo, era el principal temor, fue muy difícil, pero ahí fue cuando conocimos a la ARN”, indica.

Su vida en la legalidad

Lo más importante: construimos una paz justa y verdadera, fomentando empleo

Al vivir ese proceso de transición, entre décadas de guerrilla y la nueva vida, Rosales se encontró con un deber: responder por cuatro hijos y 16 nietos en el marco de lo legal. Por eso, empezó vendiendo pescado, carne y mecatos.
“Pero encontré en mi proyecto productivo algo estable, una oportunidad no solo para tener trabajo, sino también para dar trabajo a familiares y a otras personas. Entonces, emprendí con el aluminio el diseño de vasos, moldes para pizzas, tortas, lámparas en formato circular”, expresa.
Así nació el proyecto en 2019 con el apoyo de la ARN y pasando por jornadas de capacitación en instituciones como la Cámara de Comercio de Barranquilla, el Sena y la Corporación Universitaria Latinoamericana (CUL).
“Seguimos aprendiendo, he hecho diplomados de 400 horas en administración y liderazgo. Este proyecto es mi vida, con el que puedo ayudar, es algo bonito. Y lo más importante: construimos una paz justa y verdadera, fomentando empleo”, dice Rosales, ante la mirada atenta de su pareja, doña Zully Gaviria, a quien se le escapa una lágrima mientras sonríe.
Para ellos, el sello que diferencia a este proyecto de los demás es el cuidado con el medio ambiente, pues reciclan el aluminio que ha sido desechado por grandes industrias de la ciudad para convertirlo en lúcidos accesorios para la cocina y para el hogar en general.
Este es uno de los resultados con la materia prima que aún le queda.

Este es uno de los resultados con la materia prima que aún le queda.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

En el taller, tenemos cuatro tornos manejados por cada uno de los que están capacitados

Gracias a este proyecto, le ha brindado empleo a ocho personas, entre familiares y vecinos, quienes ganan por producción, y cada uno con una función específica para que el tiempo sea más eficiente.
“En el taller, tenemos cuatro tornos manejados por cada uno de los que están capacitados, otros moldean, una persona corta y mi hija se encarga de vender”, explica el hombre a la vez que una gota de sudor le recorre el pómulo arrugado, el cual refleja tantos años llenos de experiencias.
A esa actividad le dedican horas y horas al día, entre cuatro paredes que eran blancas, pero que ahora son grises ante los residuos que salen disparados del torno, tras tres años de intensos trabajos.
¿El resultado? Vasos de helado de 6 milímetros, de 8 y de 10 onzas, moldes para tortas de media, una, dos, tres libras “y del (tamaño) que me manden a hacer”, señala entre risas el señor Rosales.
Ahora, los productos del reincorporado están llegando a ciudades estratégicas del país, como Cartagena y Bogotá, gracias a que cuenta con proveedores también convertidos en clientes.

Necesita materia prima

Ciudadanos que puedan solidarizarse en este proyecto con materia prima

No obstante, el covid-19 hizo mella no solo en la salud del reinsertado y su familia, sino también en el proyecto que, antes de la pandemia, venía ‘viento en popa’.
“Nos dio el covid a 14 personas de la casa, especialmente a mí, que me llevaron allá en lo alto y el Señor me dijo ‘usted no me sirve aquí, sino en la tierra, porque da esperanza en la gente y predica lo que necesita un pueblo’ ”, manifiesta Juan Rosales, recordando la gravedad del virus que lo mantuvo hospitalizado y por poco acaba con su vida.
Sin embargo, sí le dejó secuelas que lo han dejado en condición de discapacidad, con las extremidades temblorosas, y apoyado de un bastón.
Adicionalmente, se vio afectado el emprendimiento, pues el capital debió ser invertido con urgencia en su tratamiento médico mientras se mantenía en la clínica. Por lo anterior, pide el apoyo de la comunidad.
“Especialmente al Distrito de Barranquilla, empresarios y demás ciudadanos que puedan solidarizarse en este proyecto con materia prima. Hay que tener en cuenta que es una fuente de empleo y beneficia a la comunidad”, sostiene.
Hasta los nietos de Rosales se encargan de los mínimos detalles para que el producto quede de esta manera.

Hasta los nietos de Rosales se encargan de los mínimos detalles para que el producto quede de esta manera.

Foto:Vanexa Romero /EL TIEMPO

En medio de este impase, el reincorporado no se amilana y, por el contrario, se prepara para la temporada alta de cierre de año, cuando empieza a haber una demanda de pedidos, los cuales oscilan hasta en 100 docenas de sus productos de aluminio.
“Luego de que consigamos la materia prima, empezaremos a diseñar juguetes, juegos de ollas, que resultan siendo atractivas para la comunidad infantil, sobre todo ahora que se acerca diciembre”, indica.
Por último, Juan Rosales se levanta de su asiento y empuña con fuerza su bastón para finalizar su historia con una invitación especial de reconciliación: “Siempre les digo a todos que hay que buscar la paz, tenemos que ayudarnos mutuamente y sin discordia”.
Es así como el reinsertado magdalenense dejó atrás esos tiempos opacados por la sombra de la ilegalidad y halló en sus ideas una luz, la luz de emprendimiento con el que hace la paz “justa, duradera y verdadera”.
Deivis López Ortega
Corresponsal de EL TIEMPO Barranquilla
En Twitter: @DeJhoLopez
Escríbeme a deilop@eltiempo.com

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