En este portal utilizamos datos de navegación / cookies propias y de terceros para gestionar el portal, elaborar información estadística, optimizar la funcionalidad del sitio y mostrar publicidad relacionada con sus preferencias a través del análisis de la navegación. Si continúa navegando, usted estará aceptando esta utilización. Puede conocer cómo deshabilitarlas u obtener más información aquí

¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Música y Libros

La Librería Nacional celebra 80 años formando lectores en Colombia

Foto:

Reproducir Video

Se fundó en 1941 en Barranquilla. Felipe Ossa, su faro los últimos 60 años, narra su historia.

En una Navidad, al librero Felipe Ossa se le acercó un niño en Unicentro y le preguntó: “Señor: ¿tiene un libro bien gordo para mi papá de regalo?”. Ossa, sorprendido, le dijo: “¿Y por qué lo necesitas tan grande?”. “Para ver si no me friega tanto”, respondió el menor, mientras Ossa soltaba una gran carcajada.
Esa es solo una de las decenas de anécdotas que el “decano” de los libreros colombianos ha coleccionado al frente de la emblemática Librería Nacional, que por estos días celebra 80 años de existencia.
Yo, a diferencia de los políticos, soy un privilegiado porque solo tuve que salir a buscar puesto una sola vez en toda mi vida”, anota Ossa orgulloso y con ese sentido irónico del humor que lo caracteriza.
Eso fue hace cerca de 60 años, cuando rondaba los veinte. El joven Ossa, rebelde y en contra de una formación educativa tradicional, había crecido inmerso en la gigante biblioteca de su padre, un bibliófilo que había tenido que cerrar su librería en Bogotá, el 9 de abril de 1948, y que decidió fijar su residencia en una casona del Valle del Cauca. En medio de los gigantes estantes, el pequeño Felipe creció maravillado con La isla del tesoro, de Stevenson, y los increíbles relatos de viajes de Salgari y London.
Entonces, irrumpe en la sociedad caleña en 1961 la Librería Nacional, cuando el librero Jesús Ordóñez decide abrir una nueva sede, luego de haber fundado la primera en Barranquilla, en 1941.
No fue fortuito que la primera sede de la Nacional hubiera surgido en la ‘Puerta de Oro de Colombia’, como anota Ossa. Las grandes capitales de las cultura, por tradición, han sido los puertos. Y la capital del Atlántico recibía ese influjo de la migración árabe, judía, así como de los españoles y europeos exiliados de la Guerra Civil española y de la Segunda Guerra Mundial.
El señor Ordóñez se había formado como librero en Cuba y llegó a Barranquilla en barco. Allí abrió la librería y, de inmediato, la Nacional se convirtió en centro de reunión de todos los escritores e intelectuales que pasaban por esa ciudad y, claro, de los miembros de La Cueva. Era común ver a Gabo, a Álvaro ‘el Nene’ Cepeda , a Germán Vargas y a Héctor Rojas Herazo, entre otros. Digamos que Barranquilla era más cosmopolita que Bogotá”, recuerda Ossa.
Ordóñez, que había nacido en Piedecuesta y tenía ese temperamento recio de los santandereanos, había decidido aventurarse en su adolescencia en buscar nuevas experiencias, embarcándose rumbo a La Habana.
Lo que él me contaba es que Cuba era un foco muy importante de cultura. La Librería Cultural de La Habana era una de las más importantes en la región y tenía una editorial. Y el señor Ordóñez entró a la librería La Moderna Poesía, adonde iban todos los intelectuales. Allí se formó como librero, desde vendedor hasta administrador, gracias a su gran pasión por los libros”, rememora Ossa.
La primera sede de la Librería Nacional, en Barranquilla, que también tuvo una famosa heladería.

La primera sede de la Librería Nacional, en Barranquilla, que también tuvo una famosa heladería.

Foto:Archivo Librería Nacional

Propuesta vanguardista

La aparición de la primera sede de la Nacional, en Barranquilla, fue algo revolucionario, que rompía la idea de lo que era una librería hasta entonces: un lugar de un vendedor atrás de un gran mostrador, y a sus espaldas un gran estante de libros.
Ordóñez abrió los espacios y le permitió al lector, por primera vez, caminar por las estanterías, coger y mirar los libros. “Eso fue algo absolutamente pionero. El autoservicio no existía ni siquiera en el comercio normal. La gente se podía quedar horas enteras en la librería leyendo. Y se podía acariciar el libro y también se podía acariciar la novia”, anota Ossa con burla.
Pero, además de vender libros, el sitio se convirtió en uno de las principales distribuidores de revistas mundiales y, como si fuera poco, incluyó una zona de helados y café. Algo impensable para un establecimiento de este tipo. “Eso demuestra también la gran visión comercial, humanista y como librero de Jesús Ordóñez”, dice Ossa.
En los estantes de la Nacional era normal encontrar desde revistas como Selecciones del Reader’s Digest, National Geographic, The New Yorker y Life en español hasta Playboy. “Que hay que decir que fue revolucionaria no solo por los grandes escritores que escribían ahí, como Truman Capote, sino porque era parte del despertar sexual de los años 60. Y eso ayudó a que el sexo fuera más placentero en Colombia (risas). Era la época de la píldora, la minifalda y la media pantalón, tres grandes inventos que revolucionaron la sociedad”, comenta el librero.
Segunda parte de la entrevista con Felipe Ossa en EL TIEMPO Televisión.

Entrevista con Felipe Ossa Parte 2

Foto:YouTube

Reproducir Video
Por eso, cuando ese mismo formato aparece en Cali, llamó de inmediato la atención de Ossa, a pesar de que trabajar no era, propiamente, su principal interés. “Lo que siempre quise ser fue lector. De manera que cuando me tocó trabajar, por avatares de la vida, lo primero que se me ocurrió fue hacerlo en la Nacional. El señor Ordóñez fue mi mentor real, quien me formó como librero profesional”.
Y en ese aprendizaje, Ossa se inventó sus famosos Diarios de lectura, que lo fueron transformando en un sabio consejero para los millones de lectores que han pasado por las sedes de la Nacional en todo el país, en estas ocho décadas.
Yo venía de una lectura del Siglo de Oro Español y de la literatura francesa e inglesa clásica, que era la de mi padre, pero cuando llegué a la librería, me encontré con Camus, Sartre y muchos de los norteamericanos. Y si yo quería formarme como librero debía prepararme más para los clientes. Entonces, ya era un lector voraz, pero me volví un lector omnívoro: cada día leía historia, biografías, geografía e iba llevando mis Diarios de lectura. Fue como un especie de pecado de soberbia por querer abarcar muchos campos, pero sigo con esa pasión y ni reflexiono sobre eso ni trato de dejarla”, comenta.

Los años maravillosos

Al igual que ocurrió en Barranquilla, la llegada a Cali de esta cadena librera también la convirtió muy pronto en el gran centro de la actividad cultural de la región.
Jesús Ordóñez, fundador de la Librería Nacional.

Jesús Ordóñez, fundador de la Librería Nacional.

Foto:Archivo Librería Nacional

Despuntaba esa movida frenética de los años 60, “los años maravillosos –como anota Ossa–, cuando había un fervor intelectual de rebeldía y de querer conocer”. A este fenómeno se unió, años más tarde, el éxito de la publicación de Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, y toda la movida literaria posterior.
Cien años… marcó la pauta de esos libros de ventas fenomenales. Recuerdo que el señor Ordóñez pidió 600 ejemplares del libro y en un día se vendieron todos en Cali. Y se abrió la puerta del Boom de la literatura latinoamericana. Ahí entraron Cortázar, Vargas Llosa, Rulfo, Borges, Onetti. No había joven en aquel momento que no anduviera con Rayuela bajo el brazo. Fue un símbolo de lo nuevo, de la rebeldía, de lo novedoso”, explica el experimentado librero.
Se respiraba en el aire todo ese deseo de cambio con Mayo del 68, la contracultura, el psicoanálisis, el rock y los Beatles. “Finalmente, en las librerías y en los libros se decanta todo acontecimiento humano. Era la época del marxismo, del estructuralismo, de Foucault. Todos los movimientos tenían cabida en la librería. Era maravilloso ver la gente discutiendo y a las chicas hablando de esa libertad intelectual”, comenta Ossa.
Por esa época, también aparece con gran fervor el movimiento intelectual de los Nadaístas, que encontró en la Nacional un refugio para sus tertulias, y que su fundador, Jesús Ordóñez, apoyó siempre. Allí daban conferencias Gonzalo Arango, Elmo Valencia, ‘el monje loco’, y Jotamario Arbeláez, quien además fue el jefe de relaciones públicas de la librería.
Otro de los clientes famosos que Ossa recuerda fue el fallecido escritor Andrés Caicedo. “Era un introvertido adolescente que compraba muchos libros. Un tío lo ayudaba. Y conocí a Luis Ospina y Carlos Mayolo, desde la adolescencia. Íbamos de paseo al río. Y cuando salió Que viva la música se volvió como El guardián entre el centeno, de Salinger. En buena hora se está reeditando la totalidad de la obra de Andrés, mucha de ella no se había publicado”, comenta Ossa.
Pero, además, la Nacional promovió con entusiasmo el festival de las artes que se hacía todos los años en la capital vallecaucana.
Y en un sótano tuvimos una sala de teatro donde Fanny Mikey presentó una obra y hacíamos exposiciones de obras de arte. Naturalmente, Enrique Buenaventura con su movimiento teatral era muy amigo nuestro. Iba todas las tarde a la librería a tomarse un café, y era un tipo muy culto y con gran sentido del humor”, recuerda Ossa.
Agrega que ese interés de Ordóñez por la movida cultural y por difundir el conocimiento era tal, que se volvieron editores y alcanzaron a tener un bus con libros que recorrió varias poblaciones de Colombia. “La Nacional editó la segunda edición de La violencia en Colombia, de Fals Borda, y tradujo la primera edición del francés de Justine, del Marqué de Sade, que la hizo mi padre, que era políglota. Y luego tradujimos El jardín perfumado (el famoso Kama Sutra árabe). Además tuvimos la revista Índice, una guía bibliográfica”.
Siempre con ese deseo por proyectar el negocio y llegar con libros a más lugares, esta cadena de librerías no se ha quedado quieta y ha seguido innovando. “Fuimos pioneros en entrar a los centros comerciales –dice Ossa–. Las librerías no existían en estos espacios”. Hoy cuenta con una red física de 30 sedes y una página digital con cerca de 100.000 títulos.
Siempre abogando por la defensa del libro y la lectura, como símbolo de consenso y democracia, como lo anota su ‘librero mayor’. “Nadie acabará con el libro porque es uno de los mejores inventos del hombres como la cuchara y el plato. El libro es el bastión de la cultura y es fundamental para que un país sea civilizado”.
Nuestro interés siempre ha sido fundar más librerías. En los últimos años tuvimos que detener nuestros proyectos por la pandemia. Yo diría, como Felipe II, que tenía un imperio donde no se ponía el sol: espero que siempre que alguien necesite un libro esté una Nacional para atenderlo”, concluye ‘la voz de la conciencia’ de este sitio, el inigualable librero Felipe Ossa.

Otras noticias de los libros

CARLOS RESTREPO
REDACCIÓN CULTURA
@Restrebooks
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO