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¿Existe la demencia senil? Sí, pero no

Le ocurre sobre todo a los adultos mayores, aunque puede presentarse en edades tempranas. Consejos.

  • ilustración sstock
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13 de septiembre de 2021
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El envejecimiento hace parte de la vida. Es un proceso inevitable e irreversible que, en condiciones normales, es solo una pérdida gradual y equilibrada de la suficiencia, es decir, la capacidad de hacer las cosas, esa adaptación a las actividades funcionales, explica David Andrés Montoya Arenas, PhD en Neurociencia y Neuropsicología, docente de la Facultad de Psicología de la UPB.

En la vejez suele ser frecuente presentar síntomas de “demencia senil”, que se refiere a afectaciones en la memoria, en el lenguaje o la concentración. Sin embargo, este concepto ha sido revaluado y en la actualidad se considera erróneo. “Se utilizaba para hacer referencia a un deterioro cognitivo en la vejez, pero ahora es incorrecto, en su lugar hablamos de trastornos neurocognitivos”, puntualiza Montoya.

Pueden aparecer tanto en la vejez como en la edad adulta. “El envejecimiento no desencadena los síntomas. Aparecen con más frecuencia en los ancianos, pero hay quienes no los tienen”, dice Juan Gonzalo Gómez, docente de Neurología Clínica de la Universidad CES.

Los trastornos neurocognitivos implican dificultad para resolver problemas, desarrollar actividades de la vida cotidiana o controlar el comportamiento. Estas alteraciones en las funciones cerebrales pueden o no estar asociadas a una enfermedad relacionada con la neurodegeneración (como el Alzheimer), un evento de tipo vascular (como los infartos cerebrovasculares) o con otras patologías (como las infecciones), explica Cristian David Vargas, psiquiatra de la Facultad de Medicina de la Universidad de Antioquia, quien agrega además que pueden presentarse de forma mixta.

“Por ejemplo, hay pacientes con Alzheimer que sufren en determinado momento pequeños infartos en el cerebro, algo que también disminuye su funcionalidad”.

Síntomas a identificar

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, a partir de los 75 años inicia la vejez. A esa edad es usual que cambie la forma en que procesa la información, quizá haya un poco más de lentitud y algunas habilidades de aprendizaje se reduzcan.

Sin embargo, señala Vargas, las fallas reiteradas en la memoria no son normales: “Si hay un problema frecuente de memoria, la persona debe consultar al médico, incluso no tiene que tratarse de un trastorno neurocognitivo o demencia, puede ser un déficit de vitaminas o problemas de tiroides”, explica.

A este tipo de afección hay que prestarle atención si se trata de un adulto joven, cuenta Gómez, “entre los 35 y 45 años igualmente pueden presentarse ligeros cambios en el funcionamiento cognitivo, sobre todo la memoria episódica (autobiográfica)”.

Además de este signo puede haber preguntas que se repiten, no recordar eventos recientes de la vida cotidiana, tener dificultad para reconocer personas conocidas, no recordar lugares o perder la capacidad de hacer actividades que hacía antes. Esto hay que consultarlo con el médico.

En caso de que sea usted quien observe este tipo de síntomas en otra persona, el psiquiatra Vargas recomienda tomar notas de los cambios, pues facilitarán el diagnóstico al momento de consultar. “Escribir toda esa información es fundamental para que el médico haga la exploración, descarte las causas que pueden ser reversibles y, si efectivamente es un trastorno neurocognitivo, empiece un tratamiento lo antes posible”.

Pese a todos estos signos, tenga en cuenta que no toda queja de memoria significa tener un trastorno neurocognitivo, es normal que suceda de vez en cuando y de forma no reiterada. “Pueden haber muchas otras causas, personas que viven bajo mucha ansiedad, estrés o que simplemente nunca han tenido una buena memoria”, aclara Gómez.

Finalmente, recuerde que algunas causas de la demencia son reversibles y curables, mientras que otras son solamente tratables desde el punto de vista sintomático. Montoya complementa: “Cuando no es posible curar una enfermedad, está la obligación de tratar los síntomas que causan malestar o deterioro en la calidad de vida”.

Riesgo y prevención

Cuidarse en la juventud es clave para alcanzar lo que el doctor Gómez denomina “un envejecimiento exitoso”, aquel que hará que se mantengan sanas tanto las funciones corporales como cognitivas.

Conocer los factores que aumentan el riesgo es clave. En lo referente a la demencia de tipo vascular, señala Vargas, es importante tener en cuenta que influyen los mismos factores de riesgo que tienen enfermedades como la hipertensión o la diabetes: sedentarismo, mala alimentación, abandono de los tratamientos, consumo de alcohol y cigarrillo.

“Tener alguna de estas enfermedades crónicas mal controlada hace que los pacientes sean más proclives a presentar demencia”, complementa Gómez.

La alimentación es uno de los puntos cruciales. Aquella compuesta por grasas trans (frituras), ultraprocesados (embutidos, precocidos, gaseosas, entre otros) o con altos contenidos de azúcares añadidos (galletas y pasteles) aumenta el riesgo de padecer trastornos neurocognitivos.

“Una de las cosas que más protege al sistema nervioso de la neurodegeneración es la alimentación sana. Hay que aumentar el consumo de frutas, verduras, granos sin procesar, pescado y aceite de oliva”, agrega Gómez.

También hay que incorporar la estimulación cerebral, es decir, mantener activas las funciones mentales, comenta Gómez, por ejemplo, leer, escribir, estudiar o aprender un nuevo idioma. “Las personas que tienen mucha actividad cognitiva (escritores, docentes, médicos) en general están más protegidas para todas las demencias, sobre todo para la enfermedad de Alzheimer”, dice.

Con respecto a actividades como sopas de letras, sudokus, crucigramas, señala que funcionan, sin embargo, Vargas puntualiza que no tienen tanta evidencia como sí la tienen las demás actividades descritas. “No es solo entretenerse, debe ser algo consistente que implique procesos de aprendizaje”.

Mantener la vida social, compartir con amigos, tener grupos de conversación, de lectura o baile ha mostrado resultados favorables, “de hecho las personas con Alzheimer que más mejoran son aquellas que tienen un soporte social”, puntualiza Gómez.

Finalmente, se encuentra el factor genético o hereditario, que no es modificable. Aunque esté presente sigue siendo recomendable poner en práctica los factores protectores antes mencionados.

Recuerde que bajo ninguna circunstancia debe automedicarse, ni vitaminas ni suplementos ni productos de origen natural tienen evidencia suficiente con respecto a la posibilidad de evitar trastornos neurocognitivos.

“Tampoco hay tratamientos establecidos para la memoria, aún hoy continúan desarrollándose. Lo que sabemos que sí funciona es el estudio, la lectura, el ejercicio físico y consultar con el médico para un diagnóstico oportuno”, concluye Gómez

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